Semana Santa

La subida del Cristo de la Expiración cierra la Cuaresma

  • Los cofrades sólo piensan en que una cosa: que restan ya menos de siete días para el Domingo de Ramos

La subida del Cristo de la Expiración

La subida del Cristo de la Expiración / Álex Cámara

La Cuaresma empieza a tocar su fin. El Domingo de Pasión, que abre las puertas de la quinta y última semana de este tiempo de penitencia para los católicos, ha traido consigo el último gran acto de estos días: la subida del Cristo de la Expiración, de la hermandad de Los Escolapios, a su paso.

La iglesia de San José Calasanz ha acogido a centenares de personas que vieron suspendido del coro al majestuoso crucificado de Domingo Sánchez Mesa mientras, a los sones del coro y el órgano, el prioste encajaba el pie de la cruz en el sistema de sujeción del paso procesional.

Los Escolapios celebraban durante toda la jornada el besapiés a la imagen del Señor, que dispuesto en la sacristía del templo, ha recibido la visita de fieles y hermanos.

Con motivo del 75 aniversario de la imagen, la cofradía ha rescatado para el montaje de este culto piadoso la talla de la antigua Virgen del Mayor Dolor la cual procesionó con la hermandad hasta 1999.

Poco antes de las 21:15 horas, y con el templo en penumbra, una fila de hermanos portando cirio conformaban la procesión claustral del Cristo de la Expiración por el templo.

Para la ocasión, la hermandad ha invitado a los dieciocho miembros de mayor antigüedad de la cofradía a que portasen la talla hasta los pies del paso. Una vez allí se ha procedido al acto de subida a la par que, desde el presbiterio, se rezaban las siete palabras de Cristo en la cruz. Las voces de la coral se han entremezclado con el frío ruido de la cadena que elevaba del suelo al crucificado hasta quedar suspendido en el aire. Sobrecogedor.

La cofradía recuperaba de este modo esta celebración, cargada de una emotiva solemnidad, y que en 2018 tuvo que suspenderse por motivos de seguridad. Era ésta la última de las grandes citas de la Cuaresma antes del Viernes de Dolores, cuando la ciudad se vea jalonada de los tradicionales vía crucis. Mientras tanto, y en las vísperas de los grandes días que están por venir, los cofrades sólo piensan en que una cosa: que restan ya siete días para el Domingo de Ramos.

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