Tras tres años y medio desde el inicio de la pandemia de COVID-19 y la imposición de las mascarillas en diferentes ámbitos de la vida pública, tanto en interiores y exteriores. En el último año, después de que su uso ya no fuera obligatorio en el transporte público, tan solo quedaba su imposición en algunos espacios sociosanitarios, como centros de salud, hospitales y residencias de mayores.

El pasado 4 de julio el Consejo de Ministros aprobó de forma definitiva el fin de la crisis sanitaria provocada por la pandemia de COVID-19. Posteriormente esto fue publicado en el BOE, con lo que se ponía fin de forma oficial al uso obligatorio de la mascarilla en los espacios que hasta el momento aún lo precisaban.

¿Se debe seguir llevando la mascarilla en otras ocasiones?

Aunque ya no es obligatorio su uso, desde Moncloa recuerdan que en algunas ocasiones y lugares el uso de la mascarilla sigue siendo recomendable. También destacan que lo largo del tiempo en el que fue necesario su uso, se redujo de forma general la transmisión de infecciones respiratorias. Por ello, en el comunicado publicado por el Gobierno se apela a "mantener la cultura de la responsabilidad que se ha adquirido durante los últimos años" para proteger a la salud de toda la sociedad, especialmente de los sectores más vulnerables.

Desde el Gobierno se recomienda usar la mascarilla y lavarse bien las manos, así como tomar otras medidas higiénicas, cuando se sufran síntomas de una infección respiratoria. Su uso también es recomendado en espacios como los centros sanitarios, especialmente por los siguientes motivos:

• Por las personas sintomáticas cuando estén en espacios compartidos.
• Por los y las profesionales que atienden casos sintomáticos.
• Por las personas que trabajan en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) y unidades con pacientes vulnerables, siguiendo las recomendaciones de control de infección aconsejadas por los Servicios de Medicina Preventiva y Prevención de Riesgos Laborales según la valoración de riesgos de cada centro sanitario.
• En las urgencias hospitalarias o de Atención Primaria, incluida la sala de espera.
• En los centros residenciales de personas mayores y personas con discapacidad, en caso de aparición de síntomas en trabajadores, residentes o visitantes, para evitar brotes, cuidando en todo caso el bienestar físico y emocional de los mayores.