Un implante ocular devuelve la capacidad de leer a personas con ceguera irreversible

El ensayo europeo incluyó a 38 pacientes de 17 hospitales en cinco países, todos ellos con pérdida completa de la visión central debido a atrofia geográfica, la fase más avanzada de la degeneración macular seca

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Sheila Irvine, una de las pacientes tratadas, prueba el dispositivo PRISMA / Moorfields Eye Hospital
Manuela Núñez

20 de octubre 2025 - 21:21

Un dispositivo electrónico pionero ha logrado restaurar la visión de lectura en pacientes con ceguera causada por degeneración macular asociada a la edad, una enfermedad hasta ahora sin tratamiento que afecta a cinco millones de personas en el mundo.

Los resultados del ensayo clínico, publicados en la revista The New England Journal of Medicine, suponen un avance sin precedentes en el campo de la visión artificial.

El ensayo europeo incluyó a 38 pacientes de 17 hospitales en cinco países, todos ellos con pérdida completa de la visión central debido a atrofia geográfica, la fase más avanzada de la degeneración macular seca.

Tras un año con el implante, el 84% de los participantes recuperó la capacidad de leer letras, números y palabras a través del ojo que había perdido la vista, según datos recogidos por los investigadores.

Un microchip bajo la retina

El dispositivo, llamado PRIMA, combina un microchip fotovoltaico inalámbrico implantado en el ojo con unas gafas de realidad aumentada.

El chip, de apenas 2x2 milímetros -similar a una tarjeta SIM- y con un grosor de 30 micras (la mitad del diámetro de un cabello humano), se coloca bajo el centro de la retina mediante una vitrectomía, una intervención quirúrgica que puede realizarse en menos de dos horas.

Las gafas incorporan una cámara de vídeo que captura las imágenes del entorno y las proyecta mediante luz infrarroja sobre el microchip implantado.

Este actúa como un panel solar en miniatura, generando estímulos eléctricos que sustituyen a los fotorreceptores dañados por la enfermedad. La señal eléctrica viaja a través del nervio óptico hasta el cerebro, donde se interpreta como visión.

A diferencia de otras prótesis oculares anteriores, PRIMA no requiere alimentación externa ni cables que salgan del ojo, ya que funciona únicamente con la luz proyectada desde las gafas.

Un ordenador de bolsillo, conectado a la cintura del paciente, procesa la información mediante algoritmos de inteligencia artificial y permite ampliar las imágenes hasta 12 veces.

Mejoras significativas tras meses de entrenamiento

Los pacientes comenzaron a utilizar las gafas entre cuatro y cinco semanas después de la operación.

Aunque algunos distinguieron patrones de inmediato, la mayoría mejoró su agudeza visual tras varios meses de rehabilitación intensiva, un proceso similar al de los implantes cocleares para la audición.

De los 32 participantes que completaron el ensayo anual, 27 lograron leer y 26 mostraron una mejora "muy significativa", definida como la capacidad de leer al menos dos líneas adicionales en una tabla optométrica estándar.

La agudeza visual media mejoró cinco líneas, aunque algunos pacientes recuperaron hasta 12 líneas de visión. La capacidad visual alcanzada llegó hasta 20/42, según la escala oftalmológica.

Mahi Muqit, profesor asociado del Instituto de Oftalmología del University College de Londres (UCL) y consultor del Moorfields Eye Hospital, único centro británico participante en el ensayo, afirma: "En la historia de la visión artificial, esto representa una nueva era. Los pacientes ciegos pueden tener una restauración significativa de la visión central, algo que nunca se había logrado antes".

Aplicaciones cotidianas y próximos desarrollos

Los participantes utilizan el dispositivo en su vida diaria para leer libros, etiquetas de alimentos, señales de tráfico y transporte público, e incluso para realizar crucigramas o navegar por el metro, tareas que van más allá de la simple lectura.

El diseño permite combinar la visión protésica central con la visión periférica natural que conservan algunos pacientes, facilitando la orientación y el desplazamiento.

Sheila Irvine, una de las pacientes tratadas en Moorfields, describe su experiencia: "Era una ávida lectora y quería recuperar eso. Antes del implante era como tener dos discos negros en los ojos. Es una nueva forma de mirar a través de tus ojos. La lectura te lleva a otro mundo, definitivamente soy más optimista ahora".

Diecinueve de los 32 pacientes experimentaron efectos secundarios, como hipertensión ocular, desgarros en la retina periférica o acumulación de sangre bajo la retina, pero todas las complicaciones se resolvieron en un máximo de dos meses sin poner en riesgo la vida de los pacientes, según el estudio.

Actualmente, PRIMA solo ofrece visión en blanco y negro. Los investigadores trabajan en desarrollar software que permita distinguir toda la gama de grises, especialmente para mejorar el reconocimiento facial.

Daniel Palanker, investigador de oftalmología de la Universidad de Stanford y uno de los autores, explica: "El primer deseo de los participantes es leer, pero el siguiente es el reconocimiento facial, y para ello necesitamos un software que reconozca los tonos grises".

El equipo también desarrolla chips de mayor resolución, gafas con diseño más discreto y planea probar el dispositivo para otros tipos de ceguera causados por pérdida de fotorreceptores. Estos resultados allanan el camino para solicitar la aprobación de comercialización del dispositivo.

El ensayo fue liderado por Frank Holz, de la Universidad de Bonn (Alemania), con participación de centros en Reino Unido, Francia, Italia y Países Bajos.

El dispositivo está siendo desarrollado por Science Corporation, empresa especializada en interfaces cerebro-ordenador e ingeniería neural.

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