Carlos Herrera, la radio viva y el compromiso siempre presente
El conductor matinal de COPE, flamante premio Andalucía de Periodismo, reúne a más de dos millones y medio de españoles cada día
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Podríamos elegir al Carlos Herrera que sacó la copla del desván y la llevó a bailar al salón, en las noches de la SER, que sonaban casi clandestinas, o en las noches sanluqueñas más estelares que tuvo Canal Sur, con todas las grandes figuras vivas para lucirse con vozarrón y arpegios al piano. Rocío, Lola, Juan. Memoria de castañuelas y orquesta, nuestra versión de la Movida. Podríamos elegirle como conductor del talk show a la americana en la televisión andaluza y las más fascinantes anécdotas de Lopera y los socios convertidos en cenizas en tetra brik. Podríamos elegirle con esa voz tan rasgada como luminosa en las largas mañanas del confinamiento (él, con la camiseta del Mollerussa o del Atlético Sanluqueño, narrando aquellos difíciles días que casi son nuestra posguerra) o podríamos elegirle repartiendo juego, como el Bizcocho del 77, en alguna hora de los fósforos. Nunca se ha visto, es decir, nunca se ha oído, una clientela tan comprometida para adornar la mercancía matinal común. También podríamos quedarnos con su primera imagen de la memoria colectiva, en los también luminosos telediarios del calviñismo, cuando TVE tenía colores de renovación y España sacudiéndose las migas. Se asomaba con las noticias del Telediario 2 y le relevó Paco Lobatón. Dos andaluces de una televisión que a día de hoy nos parece pionera.
Carlos Herrera siempre ha sido presente, con tono de futuro, agarrado a las raíces de todos. La experiencia y la mirada desabrochando la actualidad y describiendo el paisaje de la política, cada vez más emborronado e incierto. Desde la azotea matinal de COPE acaba de cumplir diez años, prolongación de un decenio largo en Onda Cero. Con postura crítica desde Sevilla, siempre Andalucía, un valor añadido a sus programas. A la sede sevillana de RTVE, de aquella Radio Nacional que mantenía su orla de compostura, le llegó aquel maldito paquete de ETA. Hay que seguir entregando todo el afecto por aquellos años hacia su familia, sus hijos Alberto, comandante en las ondas, y Rocío. Hacia la madre, Mariló, que es de las que se defiende de pie, como le pasó en La Revuelta. Y sorprendiendo a la audiencia en MasterChef.
Podríamos quedarnos con aquel joven de Mataró, inmigrante almeriense, saliendo adelante con su bigote y desparpajo en las ondas catalanas. En Radio Miramar, donde le encontramos en sus primeras imágenes en TVE, en 1982, en Verdad o mentira, narrando una imaginaria radionovela con la recordada Encarna Sánchez, otra paisana. Aquella era la voz del futuro, la que encontraríamos en la COPE en las mañanas tras Antonio Herrero. La sonoridad en forma que animaba a toda Andalucía desde Canal Sur Radio, con José Antonio Naranjo de escudero. Un hermano de amaneceres yendo a los auditorios para convertir la radio en imágenes. Es cuadrilla y trabajadera para llevar a pulso la vida sonora todos los días con Goyo, con María José Navarro, ironía couché, con el despertar de Jorge Bustos. Les escuchan más de 2 millones y medio de españoles que en medida televisiva, por ejemplo, sería de un pelotazo en el prime time. La radio sigue siendo la estrella de la proximidad, capaz de generar una masa que pone atención. Ya se sintió en el apagón de esta primavera. Millones de españoles, desde casa o desde el coche, se terminan de despertar cada día con Herrera en COPE. La radio que pinta las horas de azul candelaria.
Es compañero sin rivalidades ácidas, con Alsina y Ángels Barceló ha protagonizado homenajes hacia la radio. Un horario al que regresó Juan Ramón Lucas. Entre los cuatro reúnen a 9 millones de oyentes. Su esposa, Pepa Gea, está en Onda Cero. La radio es transparente y los colores se ponderan. Podemos reconocernos en Herrera o contrastar con él la realidad: el escuchante siempre sale ganando en puntos de vista.
Podríamos elegir entre el firme anfitrión que destapaba quejas ciudadanas en Así es la vida, en Canal Sur, el presentador de las galas del sábado con Bibiana Fernández en las noches de TVE del 88 o el socarrón comentarista del Festival de OTI, que ahora, por estas fechas, nos llenaría las ansias. Una OTI en 2025 sería un pelotazo de canciones del verano. Este melómano de sentimientos, gastrónomo de rincones, caminante compostelano perpetuo, es más clásico y ecléctico, le asisten siglos de discos de vinilo.
Hay varias vidas en la vida y carrera de Herrera, Carlos, que se nos llenaría las páginas de este periódico de formatos, tertulias, artículos y momentos memorables. A la gloria, sevillanos. Es un pregonero que creó escuela y sus frases se memorizan como un poemario. Un clamoroso premio Andalucía de Periodismo. En su presente y futuro hay periodismo, lírica y esa vocación infinita por tridimensionar el sonido.
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