Christian Gálvez y Telecinco, destinos paralelos ante una audiencia que les da la espalda
El que fuera presentador de 'Pasapalabra' ha pinchado otra vez y 'Boom' deja de emitirse en Cuatro
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Aquel final de Pasapalabra fue abrupto, como el principio del fin del dominio de Telecinco en el mando. El concurso de origen británico en la ITV decía adiós el 1 de octubre de 2019, fecha de magnitud maldita en Mediaset, tras más de 3.200 tardes de dominio en la franja de tarde. Y con él, el reinado enlos informativos nocturnos, por arrastre. Algún día se estudiará, si no se hace ya evidentemente en estos momentos en alguna factultad, cómo se puede despeñar una marca por el simple cambio de un programa que fue generando una cascada de decisiones erróneas que mellaron todas las fortalezas de un canal que había dominado durante dos décadas y que parecía que todo le funcionaba y le era aceptado en las casas.
Lo de Pasapalabra fue una decisión judicial que dio la razón a la productora extranjera por el impago de los royalties del formato mientras que desde Mediaset, tal vez de manera cegata, se planteaba que la sección clave, la del rosco, no pertenecía a la versión original británica, de corta andadura además en la parrilla.
Pasapalabra era la única rendija de audiencia, de aire renovado, por la que el público que no zapeaba por el resto del día se quedaba en Telecinco. Y el principal damnificado fue Christian Gálvez. En ese momento nadie lo podía prever. Pasapalabra, y su fidelidad a un mecanismo, a un juego, está por encima de sus conductores (ya lo sabe Roberto Leal, por si acaso). Sin el rosco Gálvez era un presentador más, con todo el respeto para él:la audiencia no le ha seguido en ninguno de los demás concursos en que se ha puesto al frente, con su productora además. Da igual si fuera Alta tensión o Boom, dos formatos que funcionaron más que aceptablemente en la competencia y que parece que necesitaban como mínimo un descanso mayor. Lo de Boom en Cuatro ha sido algo sorpredente y dejó de emitirse en esta semana. Desaparece de las tardes de Cuatro.
Con ese mismo desgaste a Pasapalabra le pasó algo parecido hace unos veinte años y fue regresar a Telecinco y dar en el clavo, para éxito también de su conductor. Gálvez, con ese aire aniñado que posee, con una naturalidad que ahora parece fingida, perdió el gancho infalible que parecía tener. Es como si los años le hubiera pasado factura cuando en realidad es que no ha encontrado el programa adecuado. La ausiencia que tenía Gálvez está en otro momento que el propio presentador ha perdido.
La televisión a veces es un rostro, pero sobre todo suele ser un formato y estar ahí para hacerlo funcionar bien.
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