Cuando nadie se tomó en serio los malos tratos contra Antonia Dell'Atte en 'La máquina de la verdad'

Antonia Dell'Atte en 'La máquina de la verdad' en 1993
Antonia Dell'Atte en 'La máquina de la verdad' en 1993 / Mediaset
Francisco Andrés Gallardo

21 de noviembre 2025 - 18:32

El público español descubrió a la vehemente modelo Antonia Dell’Atte en octubre de 1993. Ella hacía dos años que había denunciado a su todavía marido y Telecinco llevaba ya tres años carbonizando sus contenidos iniciales. Junto a Antonia encontró el filón rosa a través del polígrafo policial.

Julián Lago, veterano director de publicaciones que parecía de vuelta, rejuvenecido con pelo y barba, estrenó La máquina de la verdad. Al público que se refugiaba por millones en el prime time le hizo gracia Antonia, italiana arquetipo con su acento, palabras y gestos.

Pero lo de Antonia Dell'Atte en verdad no tenía ni pizca de gracia: hablaba de los malos tratos de su ex, el llamado “conde Lecquio”, que no le pasaba la manutención a su hijo y que había desarmado su familia por irse con Ana Obregón, que era el tema de portada que se traían entre manos con su airada aparición.

Lo de la joven modelo italiana, desairada por su maromo, acabó en un sketch de Nochevieja de Los Morancos. La gente se partía. Y Dell’Atte se hizo famosa por aquella intervención en La máquina de la verdad. Empezó a ser contratada para todo y lLlegó a ocupar el sitio de Obregón en ¿Qué apostamos? a modo de vendetta para ira de Ana, quien finalmente tuvo un romance con el sevillista Davor Suker. Demandó a la prensa y cadenas en general por el acoso con micrófonos a su hijo, el niño Aless Lequio, una triste muerte a los 28 años.

Como Alessandro Lequio era sobrino lejano del Rey la italiana creyó en aquellos años 90 españoles que era mejor aprovechar la estela de la fama y mantener el estatus de despechada y dejarse llevar.

En La máquina de la verdad respondió a una serie de preguntas que era lógico que estuviese diciendo la verdad, pero al público que seguía Telecinco le entusiasmó ese rito de cables y sismógrafo, recurso que llegó hasta ayer mismo con Sálvame. El doctor Gelb, revisando los picos del papel daba pie a la parodia.ç

Era 1993 y nadie actuó entonces ante las denuncias de Dell’Atte. Quizá de haberse tomado muchos más en serio a la mujer que al personaje se podría haber actuado en ejemplaridad ya contra los malos tratos, que era en definitiva lo que estaba clamando. Nos quedamos en el chiste en lugar de la tragedia. El drama lo convertimos en comedia. Hasta hoy.

Alessandro Lequio, despedido al cabo de 35 años de sus correrías por los late shows y matinales, y ser emperador de las tertulias rosas de Telecinco, no debió nunca, siquiera, haber aparecido en un plató para justificar sus “bofetadas light”. Desde entonces 35 años de vergüenza con este príncipe de cartón.

stats