Toros

Triunfal despedida de El Cid de Santander

  • El diestro sevillano corta dos orejas al quinto toro y comparte salida a hombros con Emilio de Justo

  • Curro Díaz, de vacío

  • Toros de La Quinta, de bella lámina y juego desigual

El Cid en un natural, ayer, en su despedida de la afición de la plaza de toros de Santander.

El Cid en un natural, ayer, en su despedida de la afición de la plaza de toros de Santander. / Pedro Puente Hoyos / Efe

La Feria de Santander, una de las más amables en cuanto a toro del Norte de España contó con astados de La Quinta, de bella lámina y juego variado en un festejo en el que se despidió de su afición El Cid, al que recibieron con una pancarta que rezaba “¡Gracias, maestro!” por sus grandes actuaciones en este coso, entre ellas la de hace tres años ante el gran 'Madroñito', de Adolfo Martín, indultado. En el presente festejo, junto a la despedida del saltereño, se sumaron otras dos efemérides: las presentaciones de los veteranos Curro Díaz y Emilio de Justo. Los triunfadores fueron El Cid y Emilio de Justo, quienes salieron a hombros, entre tanto Curro Díaz lo hizo a pie.

El Cid tuvo una despedida soñada en la que el público se entregó con el saltereño y que le valió la Puerta Grande. Sucedió en el quinto toro, 'Timonero', cárdeno, con nobleza y fondo, especialmente por el pitón derecho que le permitió una extensa y sólida faena. Con la diestra destacaron dos series y con el toro, con menos entrega, logró otra muy meritoria con la zurda. Abrochó las tandas con buenos pases de pecho o en algunos casos con pases del desprecio mirando al tendido. Una estocada corta de efecto rápido fue decisiva como rúbrica para la concesión de dos orejas que el público norteño solicitó mayoritariamente.

Anteriormente, ante el segundo, un inválido que perdió las manos en el capote y se desplomó en varas, El Cid logró una buena serie con la izquierda. Fue lo único que aguantó un astado que perdió las manos nuevamente en la muleta.

Curro Díaz apuntó buenas maneras ante su lote, marchándose de vacío. Se las vio en primer lugar con un ejemplar noble, pero flojísimo en la que pudo apuntarse una serie diestra con muletazos suaves hasta que el animal se desplomó definitivamente.

Con el noblote cuarto, que no humillaba y acabó rajado, realizó una faena en la que destacó un comienzo con torería y algunos pases con clase y gusto toreando a media altura.

Emilio de Justo saldó su actuación abriendo la Puerta Grande. Con el tercero, noble y con cierta chispa, el cacereño, dentro de su clasicismo, se lució a la verónica y extrajo muletazos de buen trazo por ambos pitones. Se tiró a matar de verdad, saliendo con la taleguilla rajada a cambio de una estocada, lo que fue decisivo para el trofeo conseguido.

Con el sexto, encastado, noble, que fue a menos, Emilio de Justo se lució a la verónica y en unas chicuelinas. En la primera parte de su faena brilló con muletazos suaves. Con la izquierda sufrió una voltereta seca, dura, en un descuido. El cacereño, que perdió la cara en varias ocasiones al toro olvidándose de su encaste Santa Coloma, mató nuevamente con decisión y contundencia y fue premiado con otro trofeo, pasaporte para la salida a hombros junto a El Cid.

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