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La relación de Federico García Lorca con la Semana Santa: De la fe de la niñez a la crítica constructiva

  • El año 1929 fue un punto de inflexión en la vida del poeta

  • Posteriormente se mostraría nostálgico con sus recuerdos de la niñez

La relación de Federico García Lorca con la Semana Santa: De la fe de la niñez a la crítica constructiva

La relación de Federico García Lorca con la Semana Santa: De la fe de la niñez a la crítica constructiva

El poeta trasciende a través de los años gracias a su habilidad para permear en el imaginario cultural granadino, tanto en el momento de su vida y confección de su obra como una vez fue ejecutado, lo que le ha convertido en una de las figuras más enriquecedoras de la historia cultural granadina. Es por ello que también existen registros sobre su relación con la Semana Santa, una historia de reconciliación con la fe o al menos con el imaginario cristiano que humaniza aun más su figura.

La principal referencia que dejó el de Fuente Vaqueros sobre su relación con la Semana Santa se encuentra en un texto breve en prosa fechado en 1929 en el que se mostraba especialmente crítico con la celebración católica en este breve e intenso escrito: "Desde luego, se encontrará el viajero con la agradable sorpresa de que en Granada no hay Semana Santa. La Semana Santa no va con el carácter cristiano y antiespectacular del granadino".

Es la primavera de este mismo año el poeta sufre un punto de inflexión en su vida. Dalí decidió poner distancia en la relación entre ambos, por lo que en esa primavera no marcharían como en anteriores ocasiones a Cadaqués junto al artista y su familia. Lorca cae en profunda depresión y pasa unos meses muy duros, también por su difícil relación con el escultor Emilio Aladrén, que no estaba bien vista por sus compañeros de la Residencia de Estudiantes.

Emilio Aladrén y García Lorca Emilio Aladrén y García Lorca

Emilio Aladrén y García Lorca

Lorca decide salir en procesión y portar la Cruz de Guía de Santa María de la Alhambra ese mismo año en su mayor acercamiento a la tradición semana santera hasta el momento. El poeta solicitó el favor de salir como penitente y la petición fue atendida. Sin embargo, había un problema de base, y es que ni era cofrade ni contaba con el traje reglamentario de la cofradía, algo que iba en contra de las normas, por lo que tuvo que realizar el trayecto descalzo y con la cara cubierta. Lorca no abusó de su condición de personaje reconocido, por lo que tramitó dicha petición de forma anónima. Una vez se presentó en la sacristía, los cofrades advirtieron con sorpresa que se trataba del aclamado poeta. Dos meses después, Lorca firmo del Boletín de inscripción en dicha Cofradía de Santa María de la Alhambra, con fecha de 20 de mayo de 1929 y con una cuota mensual de una peseta.

Tras su penitencia en aquella Semana Santa granadina le siguieron unos críticos poemas contra la jerarquía de la iglesia católica en 'Poeta en Nueva York'. El ejemplo más emblemático lo encontramos en 'Grito hacia Roma desde el Chrysler Building', en lo que se trata de un alegato contra el poder papal. El texto, publicado en 1936, muestra una visión crítica a la vez que nostálgica. El poeta denuncia que las profesiones de los años treinta, en comparación con las de su niñez, tienen cierto "afán exclusivamente comercial que no iban con la seriedad, la poesía de la vieja Semana".

Lejos de declararse en contra de esta celebración, Lorca realmente la encumbra desde el poso de sus recuerdos y rememora "una Semana Santa de encaje, de canarios volando entre los cirios de los monumentos, de aire tibio y melancólico como si todo el día hubiera estado durmiendo sobre las gargantas opulentas de las solteronas granadinas, que pasean el Jueves Santo con el ansia del militar, del juez, del catedrático forastero que las lleve a otros sitios".

Ilustración de un paso de Semana Santa en la Carrera del Darro Ilustración de un paso de Semana Santa en la Carrera del Darro

Ilustración de un paso de Semana Santa en la Carrera del Darro

El poeta pidió que "restauraran aquella Semana Santa vieja, y escondieran por buen gusto ese horripilante paso de la Santa Cena y no profanaran la Alhambra, que no es ni será jamás cristiana, con tatachín de procesiones, donde lo que creen buen gusto es cursilería, y que sólo sirven para que la muchedumbre quiebre laureles, pise violetas y se orinen a cientos sobre los ilustres muros de la poesía" y consideraba que "Granada debe conservar para ella y para el viajero su Semana Santa interior; tan interior y tan silenciosa, que yo recuerdo que el aire de la vega entraba, asombrado, por la calle de la Gracia y llegaba sin encontrar ruido ni canto hasta la fuente de la plaza Nueva".

Penitente en la Semana Santa conquense

Existen registros de la visita de García Lorca a la Semana Santa de Huesca en el año 1932, una visita recogida en el libro "En España con Federico García Lorca", un diario escrito por el embajador chileno Carlos Morla Lynch, que le acompañaba en el viaje, junto al poeta Rafael Martínez Nadal.

'El día de Cuenca', 1995 'El día de Cuenca', 1995

'El día de Cuenca', 1995

La historia fue recuperada para el recuerdo conquense por el crítico literario local Florencio Martínez Ruiz, que en el Pregón de Semana Santa de 1989 citó esa escapada de Lorca a Cuenca en los días sacros. Posteriormente, en abril de 1990, dio a conocer la historia en una página completa de ABC bajo el título de "García Lorca en la Semana Santa de Cuenca". En el año 1995 el periodista conquense publicó en el diario 'El Día de Cuenca' una doble página titulada "García Lorca, penitente "sui géneris" en la Semana Santa conquense". Este nuevo artículo sobre la visita del poeta a tierras conquenses aportó muchos datos de esas tres jornadas, incluyendo un dibujo de García Lorca y de la Virgen de las Angustias, de la que decía Florencio que tenía una representación múltiple con elementos y notas de Cuenca y Granada. 

El libro del embajador chileno fue publicado en 1955 bajo la censura franquista, que omitió información relativa a la visita del poeta, figura incómoda para el régimen tras su ejecución. En 2008, el libro fue reeditado en un hermoso volumen, recuperando textos censurados e incluso se citan las fechas del viaje a Cuenca, que no figuraban en la primera edición.

Libro del embajador chileno Libro del embajador chileno

Libro del embajador chileno

Pronta pérdida de fe

Un ejemplo de la relación del poeta con la fe y doctrina católica son 'Los encuentros de un caracol aventurero'. Este simple texto que casi parece un cuento para niños esconde una profunda reflexión quasi filosófica sobre la religión. 

Los personajes son ranas que representan la fe ciega y conservadora. Estos no admiten otros cultos y creencias, representadas en la figura del caracol. La fe católica estuvo presente durante toda la juventud del poeta, que no tardaría en revelarse contra ésta en una clara pérdida de la creencia. Similar a lo que sucede con las ranas del relato. En el poema se da un enfrentamiento entre la fe católica más reaccionaria y la libertad que ansía la multitud. Por tanto, en esta obra encontramos un buen resumen de la relación del poeta con la religión, alejado de los dogmas pero también de la crítica feroz, tratando de ubicarse en un espacio único de adaptación y comprensión con una visión, una vez más, adelantada a su tiempo.

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