En la Feria de Granada, los lunes son menos lunes
Diario de mi primer Corpus
Pese al calor, todavía había valientes luciendo el traje de flamenca, que entre lunares, flores y volantes, le daban un toque de vida y color a las calles
Después de un domingo tranquilo, con el Almanjáyar y el centro de la ciudad casi vacíos, pero todavía con buen sabor de boca por la noche anterior, arranca mi primera semana en la Feria de Granada. Un lunes de Corpus marcado por las comidas de empresa y las casetas políticas en todo su esplendor, que recibían con los brazos abiertos a los que, como yo, subieron al ferial. Me fui de la redacción a la feria con lo puesto para disfrutar de un caluroso mediodía rodeada de compañeros, cerveza, migas y paella. Así, los lunes son menos lunes.
Además, pude observar una cara de la feria que todavía no había visto, a plena luz del día, y que me permitía apuntar con detenimiento todos los detalles. Lejos de las características luces que iluminaban el ferial la noche del sábado, hoy el sol pegaba con fuerza sobre las casetas y el calor no daba tregua, ya que el tiempo marcaba casi 40º de máxima. Me gustaría decir que no estoy acostumbrada, pero el asfalto de Zaragoza no tiene nada que envidiar al de Granada, y el abanico se convirtió otra vez en mi mejor aliado.
A pesar de la solana, todavía había valientes luciendo el traje de flamenca, que entre lunares, flores y volantes, le daban un toque de vida y color a las calles del Almanjáyar y combinaban a la perfección con los farolillos blancos y rojos. Como acompañantes, un caballo blanco y uno negro, subían y bajaban vigilando las calles del ferial. Los puestos, comenzaban a montarse para recibir a los visitantes de la tarde, en una semana de fiesta que solo acaba de empezar.
Lejos de lo que fue el inicio de la feria, algunas de las casetas tenían el telón bajado y en ellas solo asomaban barras y mesas vacías. Sin embargo, en otras pocas se respiraba ambiente festivo, como en La Malafollá o en la Diputación de Granada, donde durante toda la mañana se ha recibido al público en actos como Sabor Granada. La música, la bebida y la comida, como grandes protagonistas.
Nadie se fue de allí sin llenar el estómago, con una degustación de platos para todos los gustos. Entre ellos, pudimos disfrutar de platos típicos como las migas. Nunca he sido muy fan, quizá es porque en Aragón se preparan con uva y la mezcla con el pan se me hace rara, pero en esta ocasión decidí probar. Todo un acierto. También fueron protagonistas las tapas, la paella y los platos de embutido, además de las empresas gastronómicas granadinas con la presentación de Sabor Granada.
Tampoco falto la bebida y en esta ocasión, decidí cambiar el rebujito por el tinto de verano, del blanco al negro pero siempre con hielo para el calor. Entre risas y anécdotas, las horas iban pasando y cada vez el ambiente estaba más animado. El flamenco y las sevillanas sonaban en los altavoces, y los más animados se arrancaron a bailar entre abanicos y palmas. A lo lejos, pude escuchar alguna de mis canciones favoritas, como Se Acabó de María Jiménez. Pasadas las cinco, abandonaba el Almanjáyar, pero no las ganas de seguir descubriendo la Feria de Granada, a la que todavía le quedan muchos días por delante.
También te puede interesar
Lo último
La esquina
José Aguilar
Solipsismo en palacio
La tele más Real del año
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Memorias de un niño de derechas