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Fervor, corona y Esperanza

  • Miles de personas acompañan la coronación canónica de la imagen de Risueño, tanto en la ceremonia como en la procesión vespertina

Ayer no fue un sábado cualquiera en Granada. En una de las muestras de fervor que lleva muchos años sin recordarse por la capital, los granadinos se echaron a la calle para acompañar a la Virgen de la Esperanza por su coronación canónica. Miles de personas con emoción contenida durante la mañana en la Catedral, y esa misma cantidad multiplicada por varias veces durante la procesión que llevó a la imagen de José Risueño de Alconchel a 'pasear' por rincones y calles que se salen de su recorrido tradicional durante cada estación de penitencia del Martes Santo.

Pocos minutos antes del mediodía, el Arzobispo de Granada, monseñor Martínez, impuso la corona a la imagen de Nuestra Señora de la Esperanza, que desde ayer incorporará a su nombre la apreciación de 'coronada'. Fue el punto culminante de una ceremonia de cerca de dos horas de duración en la que el prelado de la diócesis granadina se mostró entrañable y comedido ante los hermanos y los demás cofrades de otras hermandades que les acompañaron en tan solemne jornada. Como comedida estuvo la concurrencia, con una emoción contenida hasta que monseñor Martínez impuso la joya a la imagen de la Esperanza, donde la ruptura en aplausos y los vítores retumbaron en toda las naves de la seo metropolitana. Al frente, miembros de la Corporación Municipal como Rocío Díaz (PP), Raquel Ruz (PSOE) y Manuel Olivares (Cs) flanqueaban al hermano mayor Francisco Fernández Millán.

El mediodía se convirtió en un trasiego de hermanos y cofrades por todos los alrededores de la Plaza de las Pasiegas y el centro, donde los turistas les fotografiaban junto a los carteles verde esperanza que decoraban las vías por las que pocas horas más tarde pasaría la procesión. "Granada con su Esperanza" y "Lucero de la mañana" rezaban algunas de las pancartas.

Por la tarde llegó el festival de pueblo de Nuestra Señora de la Esperanza. Bajo un sol más veraniego que otoñal y un calor intenso, la Plaza de las Pasiegas se abarrotó. Una alegría que se detuvo ante un silencio sepulcral a la salida de la imagen de la Catedral. Cuando empezó a tocar la banda del Gran Poder, la emoción no tardó en salir. Vítores y proclamas en el pueblo; lágrimas entre los costaleros. Unos costaleros que se lo pasaron bomba llevando a su 'madre', o la 'niña de Santa Ana' como se la llama cariñosamente. La Esperanza se gustó por su ciudad, saliendo tarde de la Catedral y deteniéndose donde la requerían. Primero Jesús del Rescate, que salió al pórtico de su templo para regalar una imagen que no se producía desde hacía más de un siglo. Y así, por todo el recorrido: San Agustín, Virgen de las Angustias (donde hizo estación ante la Patrona de la ciudad), San Matías, Santi Domingo, y el último tramo hasta su casa la iglesia de Santa Ana, en Plaza Nueva. Cuando estas letras se escribían todavía quedaba más de la mitad del recorrido. Nunca es tarde si se reparte Esperanza.

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