Reduce el estrés, mejora nuestro estado anímico, nuestra motricidad manual, e incluso, eleva nuestra autoestima. Todos estos beneficios son el resultado de tejer y si se hace en grupo mucho mejor. Es por ello que en la misma tienda de LolayPunto –ubicada en la calle Montereros,10– imparten cursos de punto y ganchillo, que además “sirven de terapia grupal y disfrutamos de un ambiente agradable en el que charlamos, tejemos y aprendemos”, apunta Lola Abril, responsable de Lolaypunto, una tienda de algodones y lanas de la más alta calidad.

“Ofrecemos una atención es personalizada y enseñamos las técnicas necesarias para aprender a tejer, desde las más básicas a las más complejas. Los cursos se realizan todos los días de la semana de lunes a sábado”, explica Lola Abril. Además, si algún día no puedes asistir a tus clases programadas, siempre puedes buscar un hueco en otro turno para que recuperes el día que perdiste.

Lola Abril empezó a tejer con 7años. Le enseñó su bisabuela y es una tradición que se ha ido extendiendo en su familia

“Esto no son talleres, aquí cada uno puede hacer el patrón que quiera e ir a su ritmo”, aclara la artesana que montó este negocio hacer ahora seis años cuando detecto la falta de calidad en la materia prima. Una Navidad cuando se dispuso a hacer un jersey y descubrió que no había nada de lo que ella buscaba... Entonces se puso manos a la obra y junto a su marido crearon un espacio exclusivo y acogedor que enternece a cualquiera, donde los colores y la calidez de los hilos, lanas y prendas que venden activan los sentidos.

Lola Abril empezó a tejer con 7 años. Le enseñó su bisabuela y es una tradición que se ha ido extendiendo en su familia y algo que ella ha ido depurando hasta conseguir patentar junto a su hija su propia marca: Tanana. Ellas tintan sus propias lanas y tienen patrones con diseños exclusivos. “Tanana se asocia con todo lo hecho a mano, lo natural y orgánico. Esto convierte a nuestras madejas en algo único y original, teñidas con el alma”, reza en su página web. Lola se lamenta de lo “poco que se valora la artesanía en Granada”, pero defiende con convencimiento el trabajo exclusivo de las tejedoras.