¿Por qué el hotel Palace de Granada se salvó de las bombas en la Guerra Civil?
VIVIR HISTORIA
El hotel ha vivido los grandes acontecimientos de la ciudad, pero todo testigo lo es tanto para lo bueno, como para lo malo
Los hoteles son espacios simbólicos de la cotidianeidad, refugios de bienestar donde parece que no pueden entrar las malas vibraciones, ni las facturas, las horas extra o los desengaños. Espacios donde la realidad se desdibuja y troca en esa materia de 'bon vivant' aspiracional que todos llevamos dentro. Regalan la fantasía de cambiarte los zapatos con una estrella 'crooner' por unos días.
Un espejismo necesario para el alma diseñado para eso mismo: tirar del cable de lo anodino para enchufarlo a continuación en el espacio de 'amor y lujo' que algunos hoteles, como el Alhambra Palace, tiene preparado para sus huéspedes.
Los hoteles han sido testigos y protagonistas de eventos importantes y nuestro Palace cuenta con una de las historias vivas más emocionantes e interesantes. Desde reuniones políticas y sociales hasta acontecimientos culturales, ha sido escenario de encuentros 'hollywoodienses' de los de foco, capa y olor a maquillaje espeso que han dejado una marca indeleble en la memoria colectiva de Granada.
Los testigos ilustres, sin embargo, lo son tanto para lo bueno como para lo malo. Y en momentos históricos como la Guerra Civil, donde toda la masa social granadina crujía y se tambaleaba, su hotel más emblemático convivía con su ciudad sin perder el paso.
El hotel fue uno de los enclaves se salvaron de los bombardeos desde el 36 al 39 y lo hizo gracias a unas monjas. Pero antes de seguir con esa historia, es necesario entrar en los detalles de su construcción. 26 años antes del golpe militar, en 1910, el rey Alfonso XIII inauguró el Alhambra Palace convirtiéndose así en uno de los hoteles más antiguos de España y en el primer edificio de Granada con estructura de hierro.
El artífice de la idea, quien lo mandó construir y quien adivinó el futuro turístico de la ciudad gracias a la Alhambra, fue el duque de San Pedro de Galatino, aristócrata, empresario y personaje ilustre de la ciudad gracias a esta y otras aportaciones clave en el desarrollo de Granada.
Las grandes cruces rojas del tejado
Pero, ¿fue la resonancia del lujo, el glamour y la vanguardia de este hotel lo que evitó que los bombardeos lo destruyeran? Efectivamente no, en una guerra poco se salva y, lo que lo hace, suele ser por motivos humanitarios, como sucede en este caso.
El duque falleció unos meses antes de comenzar la guerra y, ya durante el enfrentamiento, su viuda decidió ceder el hotel al bando nacional, que lo reconvirtió en hospital improvisado. Un hospital de sangre -término que se usa para definir este uso improvisado de edificios- que vio cómo sus enormes pasillos en lugar de huéspedes de postín, cobijaban a heridos de una guerra.
Fueron las enormes cruces rojas que mandaron pintar las monjas en los tejados del hotel lo que alertaba a los bombarderos que se trataba de una zona con heridos y, por lo tanto, según las convenciones internacionales no podía ser atacado, y lo que salvó de la destrucción un edificio esencial de la historia de Granada.
Una vez finalizado el conflicto, ya con la dictadura de Franco instaurada, el hotel tardó unos años en recuperarse -reabrió sus puertas en 1942-, al igual que el turismo nacional que estaba gravemente dañado por la escasez de la posguerra y la Guerra Mundial que se estaba librando en Europa. El Palace trabajó con ahínco para poder salir poco a poco de esa situación: realizó una gran inversión para reparar las instalaciones y recuperar el estatus pre bélico del edificio hasta conseguir volver a su esencia exclusiva.
A partir de ese momento este cinco estrellas vivió su momento más glamuroso acogiendo en sus habitaciones a 'divinidades' del cine como Vivien Leigh, Lauren Bacall, Sir Laurence Olivier o Rock Hudson.
También te puede interesar
Lo último