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La última mantillera del Albaicín: "Ya no quedan artesanos, los chinos han pedido venir al taller y nunca he querido"

La última mantillera del Albaicín: "ya no quedan artesanos, los chinos han querido venir al taller a aprender y nunca he querido"

La última mantillera del Albaicín: "ya no quedan artesanos, los chinos han querido venir al taller a aprender y nunca he querido"

Levanta el teléfono con alegría, rictus vocal que acompañará toda la conversación. La charla rápidamente se vuelve dinámica, enérgica y, sobre todo, entusiasta cuando se empieza a hablar de dos temas muy concretos: su barrio, el Albaicín, y lo que ha sido su trabajo toda la vida que ahora es su hobby, el que no deja ir pese a haberle dedicado toda su vida.

Cristina Gutiérrez tiene 81 años y sigue confeccionando mantillas y velos en su casa del Albaicín. Lo que fue su trabajo durante décadas, para esta jubilada ahora es algo más: lo que le da "vida e ilusión". Hablando con esta "orgullosa albaicinera" enseguida se advierte algo que ella misma lanza sin necesidad de abordar un tema que a veces puede ser afilado y, comenta, segura y divertida, que no se encuentra en la edad que tiene. De eso damos fe. 

Es posiblemente la mantillera más antigua de la ciudad y, desde luego, de las más célebres en el 'mundillo', así como en su barrio. "En el Albaicín solo quedamos 2 o 3 y todas somos mayores", explica Gutiérrez que recuerda que hasta el año 90 más o menos, las ventas de mantillas se disparaban en Granada en Semana Santa y puntualiza que "el Albaicín y el Realejo eran los barrios donde más y mejor se trabajaban". 

Cristina Gutiérrez cuenta con varios reconocimientos a su trabajo Cristina Gutiérrez cuenta con varios reconocimientos a su trabajo

Cristina Gutiérrez cuenta con varios reconocimientos a su trabajo

Ahora, las mantillas que se llevan a las procesiones "no son hechas a mano, porque es un género muy valioso que corre riesgos como quemarse", ahora solo algunas personas "exclusivas" eligen comprar una artesana, explica. 

Calles y plazas llenas de artesanos, ahora solo coches y bares

Antes, cuando era niña, Cristina veía "las calles y las plazas del Albaicín con gente trabajando en artesanía: taracea, los culos de las sillas, cosiendo... ahora solamente vemos coches, bares y terrazas. Ya no quedan artesanos", lamenta esta granadina que entiende que no se haya producido relevo generacional: "cómo van a querer las niñas ponerse 8 horas con la espalda encima de un bastidor". Y lo dice una mujer que trabaja desde los 12 años y que, ahora, cuando cuenta más de 80 años sigue confeccionando mantillas y velos de novia por placer: "Cuando estás acostumbrada a trabajar..." 

En su casa, que también fue taller, Cristina guarda los dibujos de los patrones de las mantillas, maquinaria y lo más valioso: el conocimiento ancestral de la artesanía. Ya no existe apenas bordado a mano, explica, "ahora están los chinos, que también lo hacen así, pero no han llegado a perfeccionar la técnica". A su puerta, cuenta, "han llamado muchos chinos" para ver su forma de trabajar y aprender, pero ella jamás ha querido atenderles. 

El tul que usan no es el mismo, ni el género ni la técnica. Tampoco los detalles "ni el valor del trabajo", por lo que esas prendas pierden "vistosidad y excelencia", subraya. Desde luego, nada que normalmente lleva casi un año hacerse, como es una buena mantilla, cuenta Cristina, se puede 'fabricar' al peso, dice esta mujer que ahora elabora máximo dos piezas al año que guarda en su casa. 

Cuando la generación millennial y las que vienen detrás están contando cada poco el tiempo cotizado y descontando a su vez meses para la jubilación, esta albaicinera contesta que ella y las suyas son "mujeres de posguerra" y que, pese a lo que se pueda interpretar a priori, no lo cuenta "como una tragedia", al contrario: "hemos aprovechado mucho el tiempo y tenemos un hábito de trabajo, no sabemos estar quietas". 

La artesanía ya no se promociona

Para Cristina, el bordado ha sido prácticamente todo y le ha dado a todos los palos: desde la confección, pasando por la promoción y ventas en ferias hasta la docencia con cursos de artesanía de la Junta y el Ayuntamiento de Granada. Ahora, lamenta de nuevo: "la artesanía no se promociona". 

Uno de los éxitos de su extensa carrera fue la elaboración del sudario de la imagen de Santa María de la Alhambra, una de las más icónicas y bellas de la ciudad, entre otros. Y, precisamente hace no mucho, Cristina Gutiérrez fue reconocida por el Ayuntamiento de Granada como vecina "imprescindible" del Albaicín en los primeros premios otorgados a mujeres de cada Distrito con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. 

Sobre Cristina no pesan los años, acompañan los momentos y la memoria de aquellas mujeres que han bordado la historia de la artesanía de Granada, tan reconocida a nivel internacional, aunque ahora, por desgracia, su labor y testigo no se esté aupando en manos más jóvenes. Las de Cristina, por su parte, siguen en movimiento y lo estarán por muchos años más, siempre dispuesta a enseñar (menos a los chinos) un arte ancestral que, en su momento, representaba un movimiento económico vital para esta ciudad. 

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