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La tradición de los Santos Inocentes

  • Lecrín realiza un esfuerzo por mantener esta tradición que se realizaba durante los días de fiestas navideñas, del 27 al 30, en las localidades de Chite y Talará

El municipio de Lecrín está realizando un esfuerzo por mantener y recuperar las fiestas de los Santos Inocentes de Chite-Talará, que en los últimos años habían sufrido cambios y perdido parte de su esplendor. El Ayuntamiento está trabajando para recuperar la esencia de esta tradición de más de cien años, que hoy día se celebra el sábado más próximo al 28 de diciembre, fiesta de los Santos Inocentes.

El alcalde de Lecrín, Salvador Ramírez, explicó ayer que en sus orígenes "la fiesta comenzaba la tarde del 27 de diciembre, con la ida a Talará y la visita que hacía el cortejo de la rifa a los hermanos de la Hermandad de los Santos Inocentes para obtener su contribución así como la de todo aquel que encontraban de paso. El disparo de algunos cohetes alertaba de su presencia en el vecino pueblo", recordó.

El cortejo lo formaban el hermano mayor de la hermandad, que ostentaba la vara de alcalde y llevaba bolsa; el secretario de la hermandad, otros hermanos con bolsa y otros haciendo el papel de pregonero y de alguaciles armados de sable. Les acompañaban tocadores de guitarra y bandurria. Al oscurecer volvían al Chite abriendo su paso el disparo de algunos cohetes y el chirriar sobre la calle de los sables de los alguaciles.

El diputado de Turismo, Enrique Medina, felicitó al Ayuntamiento de Lecrín por la labor que está haciendo para la recuperación de las fiestas y tradiciones de las poblaciones que componen el municipio y animó a todos los granadinos a visitar el pueblo el próximo sábado 30 de diciembre y disfrutar de esta singular celebración.

Por su parte, la concejal de Cultura de Lecrín, Eva Ruiz, resaltó que el momento más importante de la fiesta llega el día 28, con la rifa de los Santos Inocentes: "Por la mañana temprano se buscaban unos zagales para portar las canastas de caña, las cestas de mimbre y los pinchos de caña. Estos aumentaban el cortejo que anunciaba su marcha con la explosión de algunos cohetes. Al son de la música de las guitarras y bandurrias y del estruendo rompedor de los cohetes recorrían el pueblo pidiendo casa por casa. Era corriente el recibir los productos de la matanza, tocino en espinazos, barrigas y papadas, chicharrones, morcilla, longaniza y salchicha. Se recibían de los frutales melones, granadas, manzanas, peras, caquis, nueces, bellotas, higos pasados y uvas en aguardiente, pasas o frescas que se conservaban en el parral o colgadas de un hilo en la despensa. No faltaban de las cestas los roscos de pascua, ni de las canastas los tradicionales bollos de aceite. Las cajetillas de puros y de tabaco eran una donación frecuente, así como las botellas de aguardiente, brandy y de vino dulce o de marca".

Pero los miembros de la hermandad no se contentaban con recibir estos productos sino que aparte cada uno de los hermanos con bolsa exigía una parte en dinero contante y sonante, comenzando por el hermano mayor, que se investía de alcalde por un día y paseaba la vara de mando como atributo de su autoridad.

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