Volver a la rutina tras las vacaciones veraniegas es, en muchas ocasiones, un trabajo es sí mismo. Se suele decir que uno se acostumbra a lo bueno muy rápido, y si eso significa tiempo libre, cerveza fría, viajes, playa, tapas y comer en restaurantes pues más difícil es desprenderse de todo eso hasta, por lo menos, el año siguiente.

Ha esto se le llama síndrome postvacacional. Este término clínico describe el malestar mental y físico de una persona que vuelve al trabajo. Se podrá considerar que se padece este síndrome en el momento que este malestar supere los 15 días. Es como tener el típico lunes nefasto tras el fin de semana pero alargado en el tiempo.

Primeramente hay que comprender que esto aparece debido a que el cuerpo debe volver a acostumbrarse al reloj biológico que requiere los horarios laborales después de los horarios caóticos que se ha podido tener durante las vacaciones.

Esto se puede ir solucionando progresivamente. Al igual hay pequeños trucos para intentar que esto no suceda de golpe. Por ejemplo volver unos días antes de las vacaciones antes de reincorporarse. También intentar tener un ritmo de trabajo algo más tranquilo al principio, aunque eso también depende del trabajo y puede escapar al control de uno.

Las ocho horas de sueño y una dieta equilibrada y saludable también es una ayuda para intentar no caer en este síndrome por completo. Los pensamientos positivos también es un buen punto. Lo más común es que la negatividad ante la vuelta al trabajo se produzca debido a la animadversión que siente el trabajador hacia su trabajo. Los motivos pueden ser varios, desde un ambiente laboral tóxico o que simplemente el trabajador no siente que ese puesto laboral sea el adecuado.

Por último es cierto que durante las vacaciones el individuo realiza y descubre una serie de actividades que le ayuda a despejarse y acaba aficionándose. Lo que quiere decir que muchas veces estas actividades se pueden realizar a lo largo del año, hecho que hace que sea menos costoso la sufrida vuelta al trabajo.