MB Fashion Week NY

Custo y Etxeberría

El español Custo Dalmau siguió, en su desfile número 38 en la Gran Manzana, buscando las nuevas rutas de su firma y tuvo una aproximación a lo racial a través de un cóctel entre lo atávico y lo cósmico que llevó por título Agitar antes de usar.

Por su parte, Roberto Etxeberría, en su segunda vez como nombre oficial de la Fashion Week de Manhattan, agitó también la coctelera, pero con conceptos tan dispares como las coplas vascas de Santa Águeda, la colaboración del coreógrafo de Beyoncé o Jennifer López, Jermaine Browne, y con el Romeo y Julieta de Prokofiev.

Custo explicó su nuevo concepto: "Agitamos un lenguaje clásico apoyado en los cuadros y en los tartanes, sobre todo el blanco y el negro, con una estética colorista y étnica".

Efectivamente, en la colección del catalán entran multitud de conceptos y de materiales. El sabor colorista y mediterráneo que forjó su fama baja de latitud y se expone a un siroco en el que los colores se embarran.

El invierno se soluciona con capas, casi chilabas, y las botas se cubren de pelo y se elevan hasta las rodillas hasta parecer calentadores. La feminidad se viste de rosa del desierto.

51 modelos para mujer y 25 para hombre crearon así en Nueva York una suerte de tribu sideral, con pelos sintéticos teñidos, con mangas de papiroflexia y la aparición estelar de una maxihombreras de angora. Hay algo de incoherencia en el conjunto, pero hay indudables oasis de brillantez.

La mujer de Custo, otrora cómoda y optimista en su segunda piel, explora ahora la rigidez de algunos minivestidos, las mangas tubulares o la deconstrucción de la caída de las faldas.

Finalmente, el hombre, que nunca ha sido protagonista de su propio imaginario, roba unos cuantos planos a lo femenino en esta colección, en la que Custo le reserva un papel inspirado en el cine mudo y condecora esa ingenuidad, esos "looks" de niño bueno de otra época, con unos trabajados y hermosos jacquards en jerséis y pantalones.

En la apasionada pasarela de Etxeberría, cuya primera colección deslumbró en septiembre por su concepto casi paleolítico de la moda, volvieron a triunfar sus suntuosas pieles, su vibrante puesta en escena y sus modelos, a pesar de que dejó un mayor protagonismo a la lana que al pelo.

"En invierno lana, como siempre", aseguró este diseñador de férrea personalidad y vocación tardía, para quien su nueva colección es "muy estricta y bastante radical".

"Me he centrado en 36 trajes que van complementados de abrigos que lo que intentan aportar es que son reversibles", aseguró, y en esa reversibilidad no se busca tanto el carácter práctico del doble uso como la sensación de epidermis y cabellera de una presa cazada, aunque sea en color rojo chillón.

Mientras explora las gamas de grises en unos trajes de lana mucho más ponibles y con un toque de discreta distinción, las pieles comienzan a ganar territorio.

Primero, desde la parte baja de las chaquetas, hasta terminar en un espectacular modelo en blanco, como si fueran un traje de novia cuya falda se convierte en una colección de pieles albinas.

Siempre impactante desde el concepto de inicio hasta la ejecución final y en su selección de modelos, si en su debut contó con el actor español Óscar Jaenada, esta vez incluyó al campeón mundial de esgrima Miles Champley-Watson.

EFE

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