Muchos planetas debían alinearse para que el Granada pudiera rascarse a este efervescentes y jovial Real Madrid. Después de que hace una semana le ganaran al Barcelona, el chute de confianza en los de Ancelotti superaba también la ilusión granadinista por dar la sorpresa.

Así que, por mucha concentración, trabajo, ayudas y velocidad que hubiera querido Caparrós en su Granada de ayer, ante el estado de gracia de los Cristiano, Kroos, Modric, Benzema y, sobre todo, Isco hacía que la papeleta fuera más que imposible que diese bingo.

El Madrid lo hizo todo. Desarboló el planteamiento del Granada y le hizo bailar a su merced sabiendo que ya perdía 0-1 desde el comienzo del partido. Y si el conjunto granadinista mejoró fue porque los de Ancelotti dejaron de pisar el acelerador.

Ante tal superioridad, al menos el Granada no hizo el pelele como otros equipos en esa situación de inferioridad, y se comportó como un equipo. No se descompuso por apatía, sino por la supremacía del rival, e insistió en conseguir un gol, el del honor, que al final no llegó por poco. Aún así, esa actitud le honra.

Es la imagen de la segunda parte el ejemplo a seguir por este Granada. Sólo falta que el que toma las decisiones lo vea igual.