Nunca da un punto por perdido y por eso es una campeona. Inteligente y muy serena, Ana Cristina Pérez es una de las perlas de la cantera del club Villa de La Zubia, una entidad volcada en la promoción entre los más jóvenes del tenis de mesa.

Lo suyo comenzó casi sin querer, un poco de casualidad. Su padre, Restituto, es muy aficionado al tenis de mesa y comenzó a llevar a su hijo, el hermano mayor de Ana Cristina, a entrenar al Villa de La Zubia. "Yo me aburría, así que un día me llevaron con ellos a jugar". Desde entonces se ejercita sin tregua, cada día dos horas, más si se aproxima una competición importante.

A ella le motiva medirse con las mejores, y, de hecho, ha jugado contra palistas sénior con el equipo B de La Zubia en División de Honor. "Me gusta porque es un deporte muy competitivo y además puedes viajar mucho y hacer amigos", asevera la deportista.

Ana Cristina, que se califica como muy luchadora -"Nunca me doy por vencida"-, destaca del tenis de mesa que "juegas de tú a tú, puedes desarrollar más los reflejos y te obliga a decidir en segundos lo que tienes que hacer". Además, otra de las ventajas que ve la palista en este deporte es que "hay menos riesgos de sufrir una lesión".

La palista siempre pone las cartas boca arriba en la mesa. Revela que su mayor virtud en el juego es no tener ningún punto débil destacable, y que ese equilibrio es fundamental para desarrollar un buen juego. Además, sobresale su juego de revés en paralelo, "de los mejores de España", según el presidente del Villa de La Zubia, Antonio Moreno. Aparte de sus entrenadores, Wan Ran y Wan Na, buena parte de la responsabilidad de su progresión como palista corresponde a su hermano, Restituto, para el que Ana Cristina es "el jugador que más me gusta, él fue el que me enseñó".

Pero no sólo del deporte vive Ana Cristina, que tiene tiempo para jugar, estudiar -y con muy buenas notas, por cierto- e incluso salir o ver la tele. "Lo llevo todo muy organizado", asegura. Para llevarlo todo, la jugadora también cuenta con la colaboración de sus profesores del IES de Alhendín, donde estudia segundo de ESO, que siempre se han mostrado comprensivos. "Ha habido veces que he tenido que aplazar un examen, ¡aunque estudiar no te lo quita nadie!".