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Nadie se acordó de Aranda

  • Gran partido El Granada 74 le perdona la vida al líder en un choque muy serio de los de Antonio Tapia Se resarce Pese a adelantarse con un gol ilegal, el Málaga se vio empatado y casi superado por el '74'

La Rosaleda, el 'malaguismo', temía la visita de Antonio Tapia y los suyos como se le teme a una vara verde. Es bueno conocer al enemigo, y de Tapia saben bien a orillas del Mediterráneo, pero no por ello dejaban de estar justificadas las reservas con las que el entorno del líder de la Segunda A esperaba ayer la visita del Granada 74. Tapia aportó cemento a un Málaga muerto en Primera y lo dejó a las puertas de la Copa de la UEFA. Todo, a base de construir un bloque sólido como una roca. Así suelen ser los equipos que prepara el cordobés, y quizá por ello nadie se sorprendió ayer a la salida del coliseo malacitano tras presenciar las prestaciones que aportó el '74', que no sólo frenó al líder ante 15.000 malaguistas, sino que fue capaz de fundirle los plomos y terminó por perdonarle la vida. Y todo, sin Aranda. A diferencia de lo individual, que es mucho, que suele aportar el de El Palo, fue el bloque el que brilló por encima de todo, con mención especial para un Javi Guerra cada vez con más galones, que sigue creciendo y que ayer volvió a mojar.

El Granada 74 fue protagonista del choque durante tres cuartas partes del mismo, pues salvo el primer tramo del encuentro, dominado por el entusiasmo ofensivo del líder, que aportó al juego un alto ritmo. El equipo granadino fue dueño del cuero desde que logró empatar y hasta el final, sin obviar que el Málaga apretó durante la segunda mitad, adelantó líneas, pero se encontró con un equipo hiper ordenado, muy junto y con las ideas muy claras. El líder acabó por desesperarse sin que creara ocasiones de peligro, mientras que el equipo de Tapia gozó de las mejores opciones, especialmente dos (una en cada tiempo) para haber hecho la gracia completa.

Anta la ausencia de Aranda y la presencia (por fin) de Elvis, que permitía un refresco válido para la punta, Tapia se decidió por devolver al once a Francisco, y el almeriense le devolvió la confianza firmando su mejor actuación desde que viste de rojillo. No hubo más cambios, salvo la obligada presencia de Juanlu en el lateral diestro ante la baja de Ruz. Fagoaga se ha hecho con un puesto junto a Crespí en el centro de la retaguardia, y de momento de ahí no hay quien lo mueva. En el Málaga sorprendió la presencia de Apoño, que se situó junto a Hidalgo en la medular. Salva y Baha, que apenas aparecieron, se las vieron en todo momento con la zaga, y sólo Calleja resultó algo desequilibrante por la izquierda.

Se esperaba la habitual salida en tromba del líder y, en efecto, el Málaga salió fuerte y con vocación muy ofensiva. Sólo tardó dos minutos en trastocar el ritmo cardíaco de los presentes, gracias a una falta que botó Rossato al área, el cuero le llegó en el segundo palo a Apoño, quien remató libre de marca al fondo de las mallas. El banderazo del asistente anuló la acción por presunto fuera de juego, pero la tele demostró que dicha infracción no había existido, pues Torrecilla había tocado el cuero en el intento de despejar, habilitando al centrocampista local.

Casi un cuarto de hora tardó el '74' en merodear el área, periodo dominado ampliamente por un Málaga fresco que rompía mucho por la izquierda y que hacía correr en la grada el runrún previo a la llegada del gol. Sin embargo, el '74' estuvo apunto de adelantarse precisamente en su reseñada primera llegada con un disparo que se estrelló en la espalda de Guerra y cuyo rechace dejó solo a Francisco en el punto de penalti, pero el tiro del almeriense se encontró con Goitia. Y como si ambos contendientes quisieran hacer cumplir una de las leyes del fútbol, el que perdonó se encontró a la siguiente con un gol en contra. Calleja agarró el cuero en la izquierda y pasó hacia el área, donde Salva primero erró en el control, que se le fue algo largo, pero se resarció empujando a Crespí y volviéndose a hacer hueco, para acabar por chutar y batir a Jaime. Las protestas no sirvieron, y la tele, chivata, demostró la clara falta de Salva. Dos errores arbitrales, lo comido por lo servido y nadie puede quejarse.

Sólo se habían jugado 13 minutos y el líder ya mandaba. La resaca del gol no se convirtió en un incremento del asedio y, lejos de eso, el '74' logró rehacerse e igualar la contienda. Fue en el ecuador de la primera cuando una buena acción conjunta derivó en una dejada de Francisco para Gibanel, quien chutó fuerte desde la frontal, rechazó Goitia y el cuero se le quedó a huevo a Javi Guerra, quien no perdonó y acabó por anotar con algo de suspense.

El gol le hizo mucho daño al Málaga, que perdió el control del juego y comenzó a ponerse nervioso. Por contra, el empate fue un gran revulsivo para el '74', que hasta el pitido final gozó de varios disparos a meta (Crespí en el 27', Luque en el 30', 39' y 40', Gibanel en el 37') y lo que es más importante, tuvo el control de la posesión y marcó el ritmo del juego.

No extrañó que Muñiz moviera con prontitud su banquillo a la vuelta del descanso. Pero antes de eso, el '74' volvió a perdonar a su rival, en una endiablada contra muy bien llevada pero mal ejecutada por Luque, que recibió un pase de Francisco que lo dejó solo ante Goitia. Volvió a ganar el portero (48').

El Málaga nunca se sintió cómodo en la segunda mitad, al menos hasta que salió Sandro en la recta final para darle seso y criterio a su juego. Tapia hizo lo propio con Falcón en el último tramo del choque, buscando lo mismo que Muñiz, tener el balón.

Hasta entonces, la batalla fue ganada por la medular rojilla, que presionaba siempre y con gran eficacia a los jugadores locales. La zaga estuvo perfecta, así como la primera línea de presión, que logró ahogar los intentos malaguistas. De hecho, no hubo más noticias de ataques peligrosos del Málaga, salvo los típicos recursos a la olla. Pero por arriba ayer nadie le ganaba a la zaga granadina.

La incertidumbre del marcador mantuvo la tensión hasta el final del encuentro, pero el público, como los jugadores locales, se fue apagando al ritmo que caían los minutos, para terminar casi por dar bueno el empate. Tapia sigue siendo Tapia, mascullaban muchos grada abajo. Tapia y los 14 que jugaron, añadiría servidor.

Juan Ramón Muñiz no salió disgustado por el empate tal y como se desarrolló el encuentro, al tiempo que se mostró resignado por el gran esfuerzo del Granada 74, algo habitual cada vez que el Málaga ha defendido esta temporada su lugar de privilegio. "Todos los equipos aprietan en Segunda, hacen una presión muy grande y saben que vienen a casa de un rival difícil, del líder, y eso te dificulta la elaboración", lamentó. Como era de esperar, el gijonés elogió el buen trabajo del 74, sobre todo en la presión, que anuló la creación blanquiazul. "Se intentó de todas las maneras, pero cuando ellos se organizaban era difícil entrar en esa defensa. Además, robaban y a la contra creaban peligro, como pasó en dos ocasiones que nos pillaron a la contra. Hay que conformarse con un punto", concluyó.

Antonio Tapia regresó por segunda vez en su carrera a la Rosaleda y lo hizo con su habitual semblante pero satisfecho con el rendimiento de su equipo. Su vuelta a Málaga fue "algo extraña, aunque el año pasado fue un poco más rara. Uno ya se va acostumbrando", se limitó a valorar el técnico del Granada 74. A pesar de irse satisfecho por el buen partido de su equipo "sobre todo en la segunda mitad", lamentó una posible falta de Salva en el gol del Málaga cuando fue inquirido sobre el gol anulado a Apoño minutos antes. "¿Te refieres al gol en el que Salva le hace falta a Crespí? En el gol de Apoño ha pitado fuera de juego. Yo no podía ver desde mi posición si le había dado un jugador de mi equipo o no, pero sí he visto que Salva ha empujado a nuestro central Martín Crespí. Otra cuestión es que el árbitro lo interprete como falta o no", señaló Tapia.

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