Granada

El académico del patrimonio histórico

  • García Calderón defiende "las libertades de los monumentos" en su ingreso en la Academia de Jurisprudencia · Rechaza las nuevas apuestas urbanas en espacios de gran significación histórica como la Alhambra

La Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Granada cuenta desde el martes con un insigne e ilustrado nuevo miembro: el fiscal superior de Andalucía, Jesús García Calderón. El nuevo académico recibió la Medalla número 10, cifra con la que bien se podría calificar su labor de jurista en general y de velador del patrimonio en particular.

A modo de saludo inicial a la corporación, el fiscal, poeta y académico ofreció un discurso de ingreso magistral, un auténtico alegato en defensa del deber que tenemos de cuidar los edificios históricos que enriquecen nuestra mirada y la memoria de nuestras ciudades.

García Calderón tituló su interesante disertación Sobre la libertad de los monumentos, y aprovechó sus instructivas líneas para mezclar, con un tono lírico, doctrina, conocimiento y nuevos planteamientos para preservar nuestro rico legado histórico, invitando a otorgar "a cada monumento su propia libertad".

Así, como experto en patrimonio histórico y feroz defensor de su protección, abogó por "limitar nuestras acciones egoístas" en el beneficio de los monumentos, pues, como recordó, no son ellos los que están al servicio de las ciudades sino "las ciudades las que deben servir y trazarse pensando en su libertad".

En este sentido, apostó por "el desarrollo de un principio general de incompatibilidad territorial que impida las nuevas y siempre discutibles apuestas urbanas en espacios de gran significación histórica, por muy valiosas y creativas que puedan parecernos". Es más, consideró esa norma que evite que se reproduzcan ciertas iniciativas desarrolladas en el siglo pasado una "necesidad urgente que reclaman nuestra leyes culturales".

Garantizar la consolidación, el enriquecimiento y la tutela del Patrimonio Histórico es, más que un objetivo, una misión para García Calderón, a quien los expolios le parecen tan abominables como construir encima de las ruinas cuando son valiosas, "es -señala sobre esta última conducta- igual que extender un invisible manto de desprecio sobre nuestro pasado".

Para él, las ciudades deben crecer respetando los monumentos, dejándoles su espacio, sin ahogarlos. Un ejemplo "maravilloso" de un monumento que ha escapado a esas acciones que atentan contra el "derecho al ambiente monumental" es la Alhambra, pues "respira a través de un bosque nutrido y sabio que le niega su vieja condición de fortaleza", y que en su opinión "debe permanecer al margen de cualquier veleidad intervencionista y probablemente inspirada en torpes intereses materiales".

Y como para proteger no sólo hace falta intención, sino también dinero, el nuevo académico recuerda que cualquier inversión para la tutela de los monumentos es siempre "certera y rentable". Así, advierte de que "la equivalencia de la libertad con la conservación monumental exige todo un replanteamiento que otorgue a la conservación de los bienes culturales una primacía presupuestaria que solo debe verse superada por la atención básica de los grandes servicios públicos".

No es de extrañar que García Calderón haya dedicado su discurso de ingreso a la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Granada a una materia que tanto le preocupa y de la que sabe tanto. De hecho, sus vastos conocimientos le han llevado a ser reclamado como ponente en numerosos congresos y encuentros formativos de ámbito nacional e internacional.

Y en lo que se refiere al día a día de su labor como jefe de los fiscales de la comunidad, su especial sensibilidad con los monumentos aflora cada vez que aparece algún indicio de daño en alguna de las riquezas históricas repartidas por las ciudades andaluzas.

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