Ayer y hoy

Manifestaciones de mujeres en Granada

  • Una manifestación de mujeres y niños recorrió las calles de Granada en 1920. Las colas para pedir pan acabaron con desordenes públicos. Y no era la primera vez. Dimitió el alcalde

Corrían malos tiempos en aquella España de 1920; los políticos estaban en lo de siempre; huelga general en 1917, continúa la inestabilidad política y la conflictividad social, sobre todo a raíz de la amenaza de subida del precio del pan por la carestía del aprovisionamiento de trigo y por la ambición acaparadora de algunos.

El pan siempre ha sido un producto tan de primera necesidad que su precio a lo largo de la historia ha provocado más de un problema. En la Granada de 1920 se fijó en 65 céntimos de peseta el kilo. Ya resultaba caro cuando los panaderos, acuciados por la carestía del aprovisionamiento y la subida del precio de la harina, pedían una subida de precio al alcalde Ortega Molina. En una asamblea celebrada el 22 de septiembre en el Ayuntamiento, se plantea el problema que tendría difícil solución. Tan difícil que los panaderos empezaron a amenazar con ir a la huelga. La situación llegó a ser tan alarmante que hasta el propio alcalde dimitió y a principios del mes siguiente fue elegido Germán García Gil de Gibaja; curioso nombre que se prestaba a la guasa popular por aquello de "el alcalde gegegege".

Con este ambiente en la ciudad, el 15 de octubre de 1920 se produjo una airada manifestación de mujeres que fue recogida por la prensa local. Así lo reflejaban la Gaceta del Sur y La Publicidad.

Atraídas por la noticia de que en la Cocina Económica, situada en la calle Elvira y regentada por las monjas de San Vicente de Paúl, se vendía pan y aceite a buen precio, se formaron enseguida largas colas de mujeres acompañadas de sus hijos. Parece que algunas listillas lo compraban barato y luego lo vendían a las tiendas algo más caro; esto y los desórdenes ocasionados en las colas, al pretender algunas colarse, hicieron intervenir a los guardias y hasta las monjas hubieron de cerrar las puertas, lo cual enardeció aún más los ánimos.

Enseguida se sumaron a la gresca los mozalbetes que empezaron a apedrear los cristales del establecimiento. La manifestación de mujeres y niños se dirigió al Gobierno Civil por la Gran Vía; en el despacho del gobernador, Luis Jiménez Cangas Argüelles, una mujer gritó "tenemos hambre y el hambre es mala consejera". En el trayecto un mozuelo asaltó una tienda de ultramarinos rompiendo un cristal. Fue detenido y resultaba ser Gregorio Alcalá, hijo de la dueña de la casa de lenocinio de la Aurora, sita en la calle Elvira. Por la tarde las mujeres visitaron al alcalde Gil de Gibaja en el Ayuntamiento; este les prometió aceite y pan barato. Ya sabemos que los alcaldes pueden prometer y prometen.

Los manifestantes se fueron disolviendo por la calle Mesones y la Plaza de la Trinidad pero ni el ambiente se calmó ni el problema se resolvió. El 17 de octubre, dos días después de la manifestación, se anunció que no vendrían los panaderos de Viznar y Alfacar, con lo que no habría pan en Granada. Quedó en el aire el hecho valiente de unas mujeres alzando la voz a principios del siglo XX en Granada, con los niños de la mano y el estómago vacío.

Y no era la primera vez. El 24 de Noviembre de 1886 ocurrió en la ciudad "uno de los actos más grandiosos de que Granada tiene memoria" (Seco de Lucena). Y la participación femenina fue decisiva. Aunque eran otras mujeres o por otra causa distinta. Encabezadas por la Condesa de las Infantas, se reunió en su casa de Puentezuelas una comisión de mujeres y entregó una carta a la Reina con la expresa petición del mantenimiento de la Capitanía General de Granada. Se consiguió mantenerla, aunque no por mucho tiempo, como sabemos. A la vuelta de Madrid se les tributó a las mujeres un caluroso recibimiento, terminando todo con una fiesta en el Teatro Isabel la Católica.

Hay canciones de ayer entonadas por mujeres cuyas melodías se repiten hoy.

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