Francisco Puentes Zamora

"Los militares somos completamente fieles al Rey y lo seremos al Príncipe"

  • El libro 'El dios de la lluvia llora sobre México' despertó su espíritu militar, una profesión para la que ha vivido en las últimas cuatro décadas Es un firme defensor de la formación.

Conversar con un alto cargo militar como Francisco Puentes Zamora es aprender. Su vida está plagada de 'batallas' y anécdotas que no duda en desvelar durante esta entrevista. La charla transcurre en un confortable rincón de su magno despacho, sito en la antigua Capitanía. Después de 44 años de servicio y a tan sólo cinco meses de su pase al retiro, el teniente general Jefe del Mando de Adiestramiento y Doctrina (Madoc) accede a analizar para Granada Hoy temas de candente actualidad, desde las críticas a la Corona y los estragos de la crisis hasta el despliegue de las tropas francesas en Mali o la seguridad de los soldados españoles en Afganistán.

-Dentro de unos meses concluye su mandato. ¿También es su despedida del Ejército?

-Concluye el 4 de julio. Yo tengo fecha de caducidad como los yogures. Ese día tendré que dejar mi puesto, porque llevaré 10 años de general y lo máximo que se puede estar es ese tiempo. Como ascendí a general de brigada el 4 de julio de 2003, pues este año tengo que dejar el Ejército. Pero además el próximo 11 de julio cumplo los 65 años. Dejo de estar en activo en las Fuerzas Armadas, pero no en mi corazón.

-¿Se arrepiente de algo?

-Me arrepiento de muchas cosas, pero sobre todo de cuando no he podido resolver un problema del personal; cuando no he tenido la empatía suficiente para saber el apoyo que necesitaba alguien de mí. De lo que nunca me voy a arrepentir es de dos decisiones cruciales en mi vida: de esta carrera que elegí de joven y de la mujer con la que me casé hace ya casi 40 años. Son dos cosas de las que estoy muy orgulloso y de las que no me arrepentiré nunca.

-¿Y se despide también de Granada?

-No (rotundo). De Granada, nunca. Yo soy del Norte, del Pirineo, pero claro, he conocido Granada y ahora estamos buscando algo para ver si nos quedamos aquí. Tenemos una casa en Madrid, pero la tenemos ocupada por mi hija y mis dos nietas. Lo que pasa es que los precios en Granada en los sitios que nos gustan son caros y yo ahora, con el sueldo de retirado, no me puedo meter. Tenemos un piso en Jaca, que si pudiera venderlo bien... En Granada hemos sido felices y yo creo que de los 19 sitios en los que hemos estado es el lugar donde más felices hemos sido y donde mejor nos hemos integrado en la sociedad. El Ejército se siente acogido y querido por el pueblo de Granada. Le voy a dar una primicia...

-Bien. Adelante (risas).

-Vamos a crear un premio que se va a llamar, cuando esté aprobado, El oficial de honor del MADOC, y el primer premio se lo vamos a dar al pueblo de Granada a través de su alcalde, que es su máximo representante. Ya nos hemos reunido y lo hemos decidido así.

-¿Cuándo se va a conceder?

-Será en la fiesta del aniversario del Madoc, en el mes de abril.

-¿Se conoce ya el nombre de su sucesor al frente del Madoc?

-Será, esperamos, uno de los oficiales generales de división que están ahora en Granada. Querría que fuera alguien de aquí y que su familia esté integrada en la ciudad, porque es fundamental. Hay destinos donde puede ir un militar solo, pero aquí tiene que venir con la mujer, porque tendrá unas relaciones institucionales muy intensas. Yo ascendí estando aquí y mi sustituto será otro de aquí que también asciende para darle prestigio a esta unidad y a Granada.

-¿Qué balance hace de su vida militar?

-Yo le debo todo al Ejército. Mire, tengo un libro [pide que se lo acerquen y lo muestra a la periodista], éste, que me dio el maestro de mi pueblo cuando tenía 12 años. Se titula El dios de la lluvia llora sobre México. Habla de la conquista de México de los españoles y a mí, un niño de doce años, entre esas montañas, donde no recibíamos ni las señales de radio y por supuesto no había televisión, me impresionó de tal manera esa aventura, ese sacrificio de los españoles, que ya empecé a pensar en la posibilidad de ser militar. Luego me vine a estudiar a Úbeda (Jaén) con 14 años. Hice el Ballicherato (Cuarto, Quinto y Sexto, y PREU entonces) y me iba a examinar en Granada, donde iba a hacer mi carrera. Pero me llamaba la vida activa, del compañerismo, del sacrificio, de las montañas, del esquí, de la escalada... Y entonces decidí hacerme militar.

-Entonces, ¿es militar de vocación?

- ¿Vocación? La vocación se tiene cuando estás cinco años en una academia y, sobre todo, cuando te pones delante de la gente a mandar y compruebas que tú eres el responsable de esos soldados. Yo tenía cuando salí 22 años. Entonces es cuando te entra la vocación y cuando te vas dando cuenta de los valores que tienes que vivir. En mi caso, desde luego, nunca imaginé que podía haber tenido una vida tan completa como la que he tenido: con tantos destinos, con tantas misiones, con tanto apoyo, desde el primer avión que entró en Sarajevo sitiado, al que estuve dando agua y luz... Los medios de comunicación me llamaban el ángel de Sarajevo.

-¿'El ángel de Sarajevo'?

-Sí, así me llamaron los periodistas, que entonces no podían entrar en Sarajevo. Se habían cargado a muchos y yo les informaba de lo que ocurría dentro, de cómo estaba la situación. Me tocó esa labor y, bueno, es algo que contaré a mis nietos. Recuerdo ese hospital destruido que encontré sin agua, sin luz y oliendo a orines, y cómo en quince días, con un motor que trajimos de Alemania, pusimos en marcha todo aquello. Cuando entré allí y olí a limpio me dije: "yo ya he hecho algo por la humanidad".

-De su currículum, ¿de qué se siente más orgulloso?

-Yo creo que mi vida cambia con mi primer capitán. Tuve un magnífico capitán que me orientó hacia la Escuela Militar de Montaña de Jaca a hacer el curso de Operaciones Especiales. Ese curso ya marcó mi vida. Era duro y yo era muy delgadito; no tenía mucha fuerza y tenía miedo de no superarlo. Él me dijo que lo que más valía era la mente, que yo era fuerte de mente y que aguantaría y me superaría. Y efectivamente me dije "sigue para adelante". Luego he hecho otros muchos cursos de operaciones especiales, en Colombia, en Estados Unidos... Me he movido mucho y esa ha sido un poco mi vida. Por ejemplo, en Cabo Verde, con el cambio de la OTAN, me fui allí y mandé 12.000 hombres de 14 naciones, y eso para un español... El jefe de Estado Mayor era un general alemán y eso es increíble: que un español tenga un general alemán subordinado suyo y le esté diciendo lo que tiene que hacer y cómo organizarlo es una satisfacción como español.

-¿Tiene antecedentes familiares?

-Mi padre era capitán de Montaña, de una compañía en Bossots. Él llegó allí y conoció a la maestra, que era mi madre. Era jovencita, tenía 19 años y rápidamente se casaron y tuvieron ocho hijos. Yo viví con mi abuelo más que con mi padre, porque mi padre iba a dar los cursos de Montaña a Jaca y era un hombre que siempre se estaba moviendo, pero yo no lo vi como modelo a imitar, pues ese Ejército no se parecía nada a éste. Yo no me hice militar por mi padre, sino quizás por todo lo que he visto alrededor. Y cuando me ha entrado la vocación, como le he dicho antes, fue ya en la Academia y sobre todo al salir de ella, cuando te pones al frente de los hombre en ese momento, ahora de los hombres y mujeres. La integración de la mujer ha sido excepcional; somos un modelo de integración. Sí, hemos fracasado en algo: en la captación de mujeres para oficial.

-¿Y por qué razón no hay generales mujeres?

-¡Uy¡ Porque cuesta mucho! Cuesta mucho llegar a general. Mire, de 240 llegamos 14 a general, y a teniente general, dos o tres. No obstante, le puedo decir que hace dos años, cuando entregamos los diplomas de Estado Mayor, la número uno era una comandante, que va a ser teniente general de esa promoción. La número uno del nuevo sistema de la Academia General Militar también es una mujer. ¿Y por qué es una mujer? Porque ellas entran con 18 ó 19 años en la Academia y ya son mujeres, mientras que ellos son más niños. Ellas van a por todas, son serias, y ellos todavía no han madurado. No obstante, hay muy pocas; creo que hay seis ahora en la academia general y lo cierto es que necesitamos mujeres. En Afganistán, por ejemplo, nos hacen mucha falta, porque una mujer militar puede conectar con la mujer afgana, que es dentro de la casa la que manda y es la que dice a su hijo "tú no te vas con la insurgencia, porque los españoles nos están apoyando". Luego, es un revulsivo para esas chicas de 16 ó 17 años ver que una teniente no es sólo libre sino que además manda a hombres.

-¿Hay machismo en el Ejército?

-Esto era una sociedad de hombres, pero se han cambiado montones de cosas. Por ejemplo las pruebas físicas, que estaban pensadas para hombres. Ahora están en mejores condiciones. De hecho, en el test general de la condición física, sacan ya las mismas puntuaciones mujeres que hombres. ¿Machismo como tal? No. No nos dejarían las mujeres. Yo creo que eso ha pasado a la historia. Al principio lo que hubo fue paternalismo y eso no lo quería la mujer. La mujer que se hacía militar no quería estar en una oficina. Fíjese, los ejércitos español y holandés son los únicos que aceptan a la mujer en cualquier destino, cosa que los americanos empiezan a hacer ahora y los israelitas no lo hacen.

-¿Si no hubiera sido militar qué hubiera sido?

-Me gustaba mucho el periodismo, pero como corresponsal de guerra. También ser ingeniero de minas me atraía; se me daban bien las matemáticas. La Literatura me encantaba y me sigue gustando; soy un lector empedernido.

-¿En qué se diferencia el Ejército de sus inicios al actual?

-No tiene nada que ver. En los últimos 15 años ha experimentado una auténtica transformación. ¡Y más transformación que hay que hacer! La formación ha sido fundamental. Los oficiales siempre hemos tenido una buena formación, pero los suboficiales que tenemos ahora son impresionantes. No hay en ningún ejército los suboficiales que España tiene.

-Usted siempre ha defendido la importancia de la formación.

-¡Es que es la base de todo! Cuanto mejor sea esa formación, antes saldremos de la crisis. Pero la formación también en valores que exige Bolonia. Nosotros en la Academia General Militar tenemos profesores civiles y ellos enseñan valores también. Yo los valores no los aprendí en el Ejército, a mí me los enseñó mi abuelo. Yo trabajaba en una gasolinera y sabía que a las ocho de la mañana tenía que estar allí y que no acababa hasta las ocho de la tarde. La bronca mayor que recibí de mi abuelo, que nunca me regañaba, fue un día 15 de agosto, después de las fiestas de mi pueblo. Eran las nueve de la mañana y no me había levantado. Nunca he vuelto a llegar tarde.

-¿Cree que para hacer frente a la crisis de valores que hay actualmente la mejor aliada es la disciplina?

-Yo no soy partidario de la disciplina externa; soy partidario de la disciplina intelectual.

-El alcalde casi recurre al Ejército en la última huelga de basura. ¿Hubieran intervenido?

-El peligro es que hubiera habido enfermedades, una epidemia. Pero en ese caso no hubiera hecho falta el Ejército. Estoy seguro de que los propios trabajadores hubieran paralizado esas discusiones que tenían con la huelga y hubieran limpiado. Porque son un ejemplo. Estoy convencido de que no hubiera hecho falta la Unidad Militar de Emergencias.

-¿Han provocado la crisis y el desempleo una mayor demanda por parte de la juventud para entrar en el Ejército?

-Yo creo que también ha influido el cambio en la carrera militar. Al dar un título de grado de acuerdo con el Plan de Bolonia, el de Ingeniería de Organización Industrial, mucha gente ha entrado. El anterior sistema estaba caduco. En 2009, que ya estábamos en crisis, no había demanda de militares. Había 3,4 aspirantes por plaza y, además, con un nivel intelectual no demasiado elevado. De repente, el corte este año ha estado en 10,4 sobre 12, o sea que la nota de corte para ser militar es impresionante y se han presentado unos diez por plaza.

-¿Han afectado mucho los recortes al Ejército?

-Nos afectan porque la mayor parte del presupuesto es un gasto fijo que es de personal. Pero lo fundamental es que podamos sacar dos cosas: primero, la formación y, segundo, las operaciones que estamos haciendo. Ahora mismo, la gente que está en Afganistán tiene lo mejor que puede tener. Estamos al mismo nivel de material que la mejor nación que haya allí. El Gobierno no escatima nada por la seguridad de los militares en operaciones. Cualquier material que necesitemos lo adquiere para la seguridad de la tropa. Además, gracias a Dios, se ha invertido mucho en simulación. Pero, insisto, si nosotros tenemos bien formado al personal, saldremos de la crisis y tendremos materiales nuevos. Lo fundamental es que la gente siga con sus valores. Yo creo que somos un ejemplo ante la sociedad y así nos lo reconoce el CIS; somos los grandes servidores de la nación.

-¿Qué opina del despliegue en Mali?

-Los franceses han dado un paso adelante. Ya sabe que la capital está a 1.800 kilómetros de las Canarias y a 2.000 kilómetros de Málaga, o sea que un misil nos puede alcanzar perfectamente. Entonces, es peligroso. Nosotros hemos pasado a ser el frente de la nueva amenaza, una amenaza que es contra su pueblo. Y creo que es un peligro no sólo para nosotros, sino para Marruecos, para Argelia, para todos los países árabes que quieren ser occidentales, que quieren tener una vida normal. Y nosotros debemos ayudar a esos países a resolver sus problemas. Es imposible que unos blancos resuelvan una guerra en África; tienen que ser ellos quienes lo hagan.

-¿Y cómo ve las críticas a la Corona?

-Las veo fatal. Desde que soy capitán he visto la actuación de su majestad y, desde luego, ha sido modélica y ejemplar. Si un día se ha ido de caza y ha pedido perdón en público, yo creo que el que quiera criticar es por criticar. Tanto él como el Príncipe son dos personas excepcionales, con una vocación de servicio a España que nadie sabe. Esas críticas no es el sentir del pueblo español, y desde luego los militares somos completamente fieles a su majestad el Rey y lo seremos al Príncipe.

-¿Qué diría a quienes están en contra de las Fuerzas Armadas?

-Algo que una vez me dijo Enrique Morente: "no hay pasión sin conocimiento".

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