Granada

Con salaíllas a San Cecilio

  • La ciudad se vuelca con la romería en honor a su Patrón y miles de personas peregrinan en masa hasta la Abadía del Sacromonte

'Quiero vivir en Granada, solamente, por oír la campana de la Vela cuando me voy a dormir'. A esa letra de la famosa copla granadina se le podrían añadir miles de cosas por las que elegir la ciudad de la Alhambra como morada de residencia. Sin duda, una de ellas sería la de acudir a la romería en honor a San Cecilio, Patrón de la capital. El ambiente y la cantidad de personas que suben hasta la Abadía del Sacromonte bien merecerían unos acordes en la popular canción. Una celebración que atrae cada año a un número mayor de granadinos y que nunca deja de sorprender.

Las previsiones se han visto, una edición más, desbordadas con la masiva peregrinación. "Yo no había venido nunca, es mi primer año y tengo que reconocer que pensaba que no habría nadie", decía sorprendida una joven que miraba atónita el río de gente que la adelantaba por ambos flancos. Aunque el goteo de personas fue constante durante toda la mañana, la gran avalancha se produjo a partir del mediodía.

También es habitual que la casa consistorial ofrezca entre los asistentes productos típicos de la provincia y de la temporada. Para ello, este año, y en colaboración con Covirán, han preparado un total de 4.500 salaíllas, 150 kilos de bacalao en trozos, 1.000 kilos de habas verdes frescas y 5.000 pequeñas botellas de agua. El reparto comenzó a las 11:30 horas, pero bastante tiempo antes la gente empezó a agolparse sobre el expositor instalado para tal efecto. "¡Corred! ¡Ya están dando las habas y como esperéis un poco os quedáis sin ellas, que es lo que me pasó a mí el año pasado!", gritaba un señor a lo que parecían ser unos conocidos que se relajaban después de haber conseguido subir hasta todo lo alto de la Abadía. "Ya lo sé, si el año pasado había una cola...", replicaban. Esos dos eran los retos principales. El primero, llegar 'vivo' después de vencer el empinado camino conocido comúnmente como 'Las Siete Cuestas'. El segundo, conseguir una salaílla, una porción de bacalao y unas cuantas habas. Empresa nada fácil, atendiendo a una cola que cada año da la impresión de ser más larga. "Estoy echa polvo, para esto hay que estar muy en forma", comentaba una señora; "yo antes tenía frío pero ahora me están entrando 'las calores'", le respondía otra.

Una vez con el ansiado botín bajo el brazo, el siguiente paso es encontrar un hueco en alguna colina o explanada, colocar una frazada o una extensa manta y disfrutar de las danzas flamencas y populares que muchos grupos, como el municipal de Bailes Regionales o el de la Asociación de Vecinos del Zaidín, habían preparado. Los gritos de "¡olé!" o "¡vaya arte!" entre los sonidos de guitarras, cajones y castañuelas eran casi constantes.

Fue una jornada de fiesta a la que todos quisieron sumarse y en la que todos ganaron. Los hosteleros de las zonas de alrededores, como no podía ser de otra manera, ven con muy buenos ojos la romería. "En días como hoy nos vemos 'inundados' y eso es algo muy positivo", explicaban desde el sacromonteño Bar Pibe. "El impulso se nota especialmente los días de San Cecilio".

Muchos de los propietarios de las cuevas que hay de camino al Monte de Valparaíso deciden, igualmente, abrir sus hogares y salir a las puertas con instrumentos musicales y reproductores para darle color a la subida. Alguno que otro aprovechó también el movimiento y una de las cuevas con la estética más cuidada y singular colgó un llamativo cartel en el que rezaba una curiosa petición: "Si te gusta mi casa, dame un donativo para que siempre siga como está. Gracias".

El tiempo, afortunadamente, también acompañó. Después de una semana casi completa de lluvia y nubes, lo único que molestó un poco fue el frío. Pero ya se sabe lo que es Granada en enero y febrero. Y el que no lo sabía, lo descubrió. Los rincones de sol eran los más demandados. Y si ya se podía disfrutar de una vista a la ciudad o a la Alhambra, los que lo conseguían podían considerarse unos auténticos privilegiados. Fue curioso también ver a turistas de origen oriental o anglosajón degustar una salaílla o bailar al son de las notas musicales más castizas.

Muchos de los granadinos, asimismo, hicieron las veces de guías turísticos con sus amigos o familiares residentes fuera de Granada y que vinieron a visitarlos este fin de semana. "Atentos porque, desde aquí, se ve la ciudad preciosa, encajada entre las montañas", aseguraba un hombre de mediana edad a un grupo de semejantes con acento norteño. "Siempre que vengo me quedo enamorada de esta tierra", apuntaba otra voz. Es más, una de las mujeres que se dejaron ver ayer por la Abadía admitía que no era granadina pero que no pudo volver a su ciudad natal después de vivir un tiempo entre las calles del centro de la capital: "Hace años me destinaron aquí pero, luego, he sido yo personalmente la que he elegido seguir viviendo en Granada".

La festividad oficial del Patrón se celebra cada 1 de febrero. De hecho, el sábado tuvo lugar la salida procesional de la imagen de San Cecilio por el barrio del Realejo, impulsada por la Hermandad de penitencia de Los Favores, que tiene su sede en la iglesia que lleva su nombre. Sin embargo, es tradicional que la romería hasta el lugar donde se encuentran sus restos se lleve a cabo cada primer domingo de este mes, al igual que la celebración institucional. La última consiste en una misa en la Abadía, a la que acuden la mayoría de personalidades del Ayuntamiento y representantes de la Junta de Andalucía. Ésta comenzó a las 12:00 horas, con los sones de la Banda de Música municipal y los himnos de Granada, Andalucía y España de fondo.

Todo porque el barrio del Sacromonte aúna algunas de las tradiciones más importantes y curiosas de Granada. Después de la peregrinación para rendir devoción a San Cecilio, la siguiente cita será ya el próximo 16 de abril, cuando el Cristo del Consuelo atraviese sus calles entre hogueras y bulerías en busca de su templo, ya de recogía, en la madrugada del Jueves Santo.

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