Diego Molina Molina. Rector de la Facultad de Teología

"La Iglesia tiene derecho a entrar en el debate político"

  • El docente compagina su trabajo con las labores en la Compañía de Jesús, que celebra los 200 años de su Restauración con una exposición en Granada.

Entre el ambiente estudiantil del siempre bullicioso Campus de Cartuja se alza el primer edificio que hubo en esos lares. Curiosamente es el único de la zona que no pertenece a la UGR. Ni siquiera es público, aunque la formación que imparte sea tan universitaria como cualquier otra. Se trata de la Facultad de Teología. Un centro tan curioso que, aun siendo facultad, tiene un rector como máxima autoridad. ¿Su nombre? Diego Molina Molina, un catedrático jesuita que, ahora, se halla inmerso en la coordinación de la exposición que, entre la última semana antes de Semana Santa y la primera de julio conmemorará el Bicentenario de la Restauración de la Compañía de Jesús (1814-2014) en la sala de exposiciones que Caja Granada tiene en el Teatro Isabel La Católica.

-¿Qué ofrece la exposición que se expondrá en Granada con motivo de este Bicentenario de la Restauración de la Compañía de Jesús?

-Fundamentalmente mostramos pintura y escultura, además de libros que provienen de nuestra facultad, de las comunidades de la Compañía en Andalucía y de la Universidad de Granada. La centramos en los tres momentos en los que la compañía ha tenido en Granada relación con la filosofía y la teología. La compañía llega muy pronto a Granada, al Colegio San Pablo -que es la actual Facultad de Derecho- hasta 1773. Ahí empezamos a dar grados de Filosofía y Teología. Después hicimos el Colegio Máximo en el Campus de Cartuja. La tercera etapa sería aquella en la que la finca pasa a ser de la universidad, el nuevo edificio de la facultad.

-¿Cuáles son los principales avances a nivel sociológico e interno de la Compañía en estos 200 años?

-Quizás el cambio más importante se produce después del Concilio Vaticano II, donde se hizo una apuesta por lo que llamamos 'Defensa de la fe y promoción de la justicia': eso es unir fe y justicia en todas las cosas que podamos. Ese cambio es el más importante que hemos tenido.

-Y siguen ejerciendo una importante labor misionera.

-Se coordina a partir de las necesidades y las capacidades que tienen las provincias. Sí, es muy importante, pero ahora mismo crecemos en Asia y en África, nos mantenemos con una ligera subida en América y solamente en Europa ha descendido el número de miembros. Esa labor histórica de mandar misioneros desde Europa al resto del mundo está disminuyendo porque casi necesitamos que vengan aquí.

-¿Qué aportación económica recibe la Facultad de Teología de la Iglesia y, si la hubiera, de la Universidad?

-A nivel económico nosotros recibimos aportaciones de la Iglesia y de la Compañía de Jesús. Todas las facultades reciben aportaciones. Y digo facultades porque también hay Centros Teológicos. Todas reciben una aportación económica de la Conferencia Episcopal y, además, nosotros recibimos el apoyo de la Compañía de Jesús. No recibimos dinero de ninguna otra fuente. Con la Universidad de Granada lo que sí tenemos es una buenísima colaboración y varios proyectos comunes. El más famoso a nivel mediático es la Cátedra de Teología de la Universidad de Granada, donde nosotros participamos. También hemos firmado un acuerdo a tres bandas la UGR, la Facultad de Teología Islámica de Tetuán y nosotros para desarrollar el diálogo. Hay convenios de convalidación de asignaturas, de ofertas de cursos comunes... En ese sentido, la colaboración con ellos es muy buena.

-A la hora de tomar decisiones en la Facultad de Teología, ¿qué porcentaje de importancia tienen las instituciones eclesiásticas?

-La Facultad de Teología depende y está regida por la Compañía de Jesús. Por tanto, en cuanto a normas de funcionamiento sólo interviene la Compañía de Jesús a través de los cargos de esta facultad. Posteriormente se mandan informes a Roma. Nosotros no hacemos selección de alumnado. Aquí los alumnos vienen y se matriculan si cumplen con los requisitos que marca la legislación española. Luego tenemos ciertos grupos que no rigen la facultad sino que están en diálogo para tener un mejor servicio: por ejemplo el grupo de los superiores mayores y de los obispos que tienen aquí alumnos o el grupo de los superiores de las clases de Farmacia.

-¿Aparecen voces discrepantes entre el alumnado cuando se aborda el tema del aborto o de los matrimonios homosexuales en clase?

-Lo que los alumnos piensen varía mucho dependiendo de multitud de temas. Aquí lo que se hace es una presentación de los temas siguiendo la metodología teológica. Hay que tener en cuenta que no es lo mismo tratar un tema en la predicación que en un centro universitario que se dedica a investigar sobre los mismos. En la universidad hay que plantear el tema en toda su amplitud considerando las posibles soluciones que tiene y también los caminos que se van abriendo. Cuando un predica en un templo no puede explicar lo que son las técnicas de reproducción asistida o las células madres, pero aquí sí se hace. En ese proceso pueden surgir preguntas que se tratan con el debido respeto a la tradición de la Iglesia. Lo que pasa es que en las clases tampoco preguntamos a los alumnos lo que opinan. Lo que necesitan ellos es una buena formación de lo que son los criterios de la Iglesia. A partir de ahí, lo que cada uno decida personalmente no es preocupación nuestra.

-¿Considera que la reforma de la Ley del Aborto de Gallardón se sigue quedando corta?

-Yo soy profesor de Dogmática y no le voy a engañar, no me la he leído. A eso se dedican los profesores de Moral. Pero en el tema del aborto sí que defiendo la vida en todos los aspectos y en todos los momentos de su existencia.

-¿Cree que existe un cisma entre la jerarquía eclesiástica y el catolicismo de base en este tipo de asuntos?

-Una cosa son los bautizados y otra lo que podríamos llamar cristianos conscientes. Estos últimos son practicantes y, además, intentan vivir la fe. La pregunta creo que habría que aplicarla a este segundo grupo. Yo no diría que hay un cisma, porque para que haya cisma hace falta tener conciencia de ello; y creo que no estamos a ese nivel. Lo que sí creo que hay es lo que, en clase, llamamos una 'enajenación' de los cristianos con respecto a la institución. No sólo pasa aquí en la Iglesia, sino en muchas instituciones.

-¿Considera peligroso que la Iglesia, a veces, tenga injerencia en la vida política?

-Considero que la Iglesia puede entrar en el debate político como cualquier organización. A veces tengo la sensación de que se le quiere negar el derecho a opinar, que está consagrado por la Constitución española dentro de nuestro ordenamiento jurídico. Hasta ahí me parece que puede meterse. A mí me parece normal que se recuerde que ser cristiano conlleva unas obligaciones, también en la votación. Curiosamente los obispos animan a votar, cosa importante dado el momento en el que estamos. A mí me gusta más tomar la palabra porque, ¿hay algún partido que defienda todos los valores que aparecen en el Evangelio? Lo dudo mucho. Si no ponemos en plan maximalista nos quedamos sin partidos. Tampoco a nivel económico ningún partido defiende todo lo que la Iglesia dice, así que el cristiano tendrá que valorar cuál es el que más le interesa.

-¿Pero eso no puede influenciar a la gente a la hora de votar?

-Intuyo que no demasiado. Creo que los católicos votan, o votamos, por inercia como todo el mundo. Empiezas votando a un partido y sigues haciéndolo a menos que te decepcione de manera tremebunda. No estoy muy convencido de que la gente se lea los programas de los partidos. Luego decir que la Iglesia está influenciando creo que, por suerte o por desgracia, no es así. De hecho hay grupos de católicos activos en todos los partidos, también en los dos grandes.

-¿Qué le transmitió el arzobispo cuando aparecieron las críticas al libro 'Cásate y sé sumisa'?

-De ese tema no hemos hablado y yo tampoco lo he leído. El titular no me parece muy acertado, pero eso lo ha dicho el obispo de Bilbao o el secretario de la Conferencia Episcopal. Puede dar a entender cosas que quizás no defiende, cosa que tampoco sé porque no lo he leído.

-¿Qué le parece la irrupción tan repentina y casi revolucionaria del Papa Francisco en la Iglesia?

-A mí me parece muy bien porque creo que la Iglesia necesitaba dejar de generar noticias negativas para generar noticias positivas. Había que mostrar la cara de apertura, de ánimo, de diálogo, de no confrontación y de participación en las preocupaciones de la gente. También dice cosas que, si se toman en serio, supondría cambiar cosas de nuestra vida. Por ejemplo, lo que dijo sobre los inmigrantes. Acogerlos supone un cambio en ciertas políticas a nivel de países y de la vida de los cristianos. Él vive muy en consonancia con los valores que predica: es una persona muy austera, se desplaza en medios de locomoción poco llamativos y vive en Santa Marta, que como gesto me parece importante porque el Papa habita en un sitio normal con gente normal.

-¿Podrían cambiar algunas cosas con él?

-Él ya ha dicho dos cosas que no van a cambiar. El tema del aborto y la posición de la Iglesia sobre la ordenación de la mujer. Yo creo que puede cambiar cosas y que quiere hacerlo. Es verdad que en una gran institución como es la Iglesia las cosas no se pueden llevar a cabo en una semana ni en un mes. No sé si dará tiempo a que los cambios que quiere llevar a cabo se consoliden, pero ya está haciendo algunos: el nombramiento del grupo de los ocho cardenales que le aconsejan, la creación de un Pontificio Consejo de Economía, ha hecho una consulta sobre los matrimonios y su situación... Es un soplo de aire fresco que nos anima. Cuando uno le escucha no escucha ni pesimismo ni negatividad.

-¿Se podría llegar a plantear que los sacerdotes pudieran casarse?

-Aquí no hay un problema teológico, sino una ley eclesiástica muy antigua que adoptó esa forma porque se vio que tenía una serie de ventajas para el ejercicio de la labor sacerdotal. La más externa de ellas es la disponibilidad. A nivel interno se piensa que el celibato es una virtud que ayuda a la persona a centrarse más en Dios. Evidentemente habrá sacerdotes que se centren más y otros menos. Como es una ley eclesiástica, podría llegar el día en que eso cambie. De hecho existen curas de rito oriental, en comunión con la Iglesia Católica, que están casados. Solamente los curas de rito occidental (romano) tienen esa obligación. Otra cosa es que lo vaya a hacer el Papa Francisco, no creo que esté entre sus prioridades. Dudo que le preocupe, porque lo que preocupa en la Iglesia es la escasez de sacerdotes. Otra cuestión es si eso sumaría más sacerdotes. Es una ley que, precisamente, viene de Elvira (en Granada). La primera Iglesia que ordenó esto fue el Concilio de Elvira del siglo IV, y luego fue extendiéndose.

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