Granada

Árboles con mala sombra

  • Podas agresivas, alcorques ridículos u oquedades causadas por la pudrición son algunos de los problemas que sufre el arbolado de las ciudades

Las dos muertes registradas con apenas tres meses de diferencia en Madrid han hecho que las sombras que proyectan los árboles sean algo más alargadas. Mientras se suceden las noticias sobre caídas en la capital madrileña -el pasado día 15 cayeron dos pinos cerca de un colegio- hay quien recuerda la caída de un tronco que a punto estuvo de acabar con la vida de un hombre de 62 años en la Avenida de la Constitución en octubre de 2012. El 'agresor' fue un olmo siberiano, una especie que los técnicos municipales y los expertos en jardinería piden eliminar de los espacios urbanos por el peligro que representan.

"En los últimos 30 o 40 años se ha plantado muchísimo arbolado", recuerda el conservador del Jardín Botánico de la Universidad de Granada José Tito. Hace cuatro décadas ni se tenían los conocimientos que se tienen ahora ni las prioridades eran las mismas. Lo que se buscó en aquel momento fue plantar árboles de rápido crecimiento. La sombra en ciudades sometidas a rigurosos veranos -como es el caso de Granada- es un bien preciado. Por eso se plantaron olmos siberianos en Constitución, entre otras calles y avenidas de la capital. Se trata de una especie de rápido crecimiento, pero que, precisamente por esa característica, sufre de una notable endeblez. "Son muy frágiles. Crecen muy rápido lo que supone que la madera no lignifique bien", explica Tito. Precisamente, las dos muertes acaecidas en Madrid a lo largo de los últimos meses se debieron a caídas de rama de olmos.

Otro problema al que se enfrentan los técnicos en la actualidad también tiene sus raíces en cómo se trabajó hace décadas. "Era muy frecuente que los alcorques fueran muy pequeños, lo que ha hecho que, con el tiempo, las raíces levantaran el suelo", explica Tito. Además, las raíces conllevan otros problemas más serios. "Si el árbol no está bien anclado, corre peligro la estabilidad del árbol". El diseño de los alcorques pequeños obliga al árbol a concentrar las raíces en un espacio muy reducido, "lo que hace que la estabilidad sea muy escasa".

Y aunque el alcorque sea de buenas dimensiones, también hay que prever el crecimiento del árbol -y de sus raíces- a la hora de elegir una u otra especie, alerta el experto. "En la plaza del Campillo los plátanos de sombra han 'lanzado' las raíces hacia el cauce del río, que en ese tramo está embovedado". Esta particularidad ha provocado que estos ejemplares tengan un porte espectacular. "Son una joya", subraya el conservador del Jardín Botánico.

El inconveniente de un crecimiento tan notable es que, en ocasiones, puede originar problemas, como rotura del acerado a causa de las raíces o ramas que crecen hasta topar con fachadas. Hace años se optaba por la solución más radical, podas muy severas que, además, obligan a los técnicos a cortar las ramas con periodicidad. "Si un árbol se podó hace 30 años, hay que seguir podándolo, ya que el brote de la nueva rama sale en la superficie del árbol", explica Tito. Esto hace que ese brote nuevo, tierno, dé lugar a una rama que no está 'anclada' en el tronco, lo que causa que sea más flexible, endeble y, por tanto, susceptible de fracturarse. Es algo que, en Granada, ocurre en el Paseo del Salón. "Lo ideal es no podar", pero una vez realizada esa operación, "la única solución es dejar las ramas que tienen mejor aspecto con la esperanza de que se anclen en el futuro".

El profesor de la UGR y subdirector del Jardín Botánico, Manuel Casares, añade que el proceso de poda supone para el árbol un trauma que le obliga a reaccionar. "El árbol entiende que tiene que defenderse, y por eso crea multitud de ramitas que surgen muy cerca de la superficie". Las podas suponen una herencia complicada de gestionar para los actuales responsables del arbolado de la ciudad.

En ocasiones, la gestión de la masa arbórea de la ciudad supone también tener en contra a parte de la ciudadanía. Ocurrió cuando los técnicos apostaron por sustituir los olmos siberianos de la Avenida de la Constitución. Aquella decisión supuso un aluvión de críticas -tanto vecinales como de los partidos de la oposición- contra los técnicos, que eran más que conscientes de la necesidad de sustituir esos ejemplares por otros menos peligrosos. "En todas las ciudades se vigilan los árboles, pero en ocasiones tienen problemas que no se ven. Cuando una rama cae en un parque donde no hay nadie, no pasa nada, pero si cae en una calle transitada... por eso hay que actuar con sensatez", explica Tito.

El conocimiento de los problemas que pueden acarrear los árboles en los entornos urbanos se ha aplicado al cuidado de los ejemplares que ya existen y también al diseño de los espacios verdes. Hace 30 o 40 años se apostó por ciertas especies que han resultado ser un problema de salud, como los ya mencionados plátanos de sombra o los cipreses. "Es una planta magnífica, se ancla bien y no suele sufrir de pudriciones -explica el profesor de Botánica de la Universidad de Granada y subdirector del Jardín Botánico-, pero son muy alergénicas". Esto no se tenía en cuenta hace quince años, pero ahora es una de las claves en la elección de árboles. Se tiende a diversificar tanto las especies como a evitar la concentración de ejemplares.

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