Granada

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  • Plantas que florecen en otoño, pájaros que vienen a pasar el invierno, ejemplos de las múltiples estrategias adaptativas de las especies que viven en Sierra Nevada

Ya han florecido en los prados de la media montaña nevadense las quitameriendas, unas plantas indicadoras de la estación otoñal. Han pasado el cálido verano mediterráneo ocultas bajo tierra y ahora, respondiendo a señales ambientales externas (temperaturas, humedad, duración del día) e internas, hacen su aparición en la superficie en forma de espléndidas flores que brotan directamente del suelo.

La quitameriendas, cuyo nombre científico es Merendera montana, es una planta endémica de la Península Ibérica y del sur de Francia. Tiene un tamaño pequeño, entre 5 y 15 cm de altura. Sus hojas son basales, lineales, acanaladas y glabras. Salen en otoño, tras la floración y se mantienen verdes hasta la primavera; en verano las hojas desaparecen y sólo queda un bulbo enterrado. Toda la planta contiene alcaloides (colchicina), aunque presenta mayores concentraciones en las hojas, por lo que durante el periodo vegetativo puede mantener alejados a los herbívoros que las rechazan.

Las flores, de 6 o 7 pétalos de color rosa púrpura, son solitarias, hermafroditas y actinomorfas; las anteras de los estambres son más largas que los filamentos y el gineceo posee 3 carpelos soldados. El fruto es una cápsula.

Distribución y hábitat:

Es una de las especies más abundantes de las tierras de pastos y en las rutas usadas por los rebaños. Crece en un amplio rango altitudinal, desde los 400 hasta más de 2.000 metros de altitud.

Se ha observado que los lugares con mayor densidad de bulbos son zonas muy perturbadas y con una gran presencia de topillos, por lo que algunos autores sugieren una relación cooperativa entre ambos.

Se trata del principal invernante que recibe Sierra Nevada y su observación es frecuente desde septiembre y octubre hasta marzo y abril. Es más fácil de observar en los pasos migratorios cuando se suelen agrupar en determinadas zonas (El Purche, Los Alayos, Puerto de la Ragua, valle alto del Río Laroles…) Se distribuye generalmente en las zonas de bosque y matorral, donde desempeña un importante papel ecológico en la dispersión de las semillas de los frutos de los que se alimenta, básicamente de enebro y, en menor medida, de agracejo, majuelo y escaramujo, aunque fuera de este periodo, su alimentación es a base de invertebrados de media y alta montaña, insectos, caracoles, lombrices etc. Forma parte de los túrdidos, familia muy amplia de aves en la que encontramos a los ruiseñores, collalbas, roqueros, petirrojo, tarabillas y zorzales.

El mirlo capiblanco (Turdus torquatus subsp alpestris) está estrechamente emparentado con el mirlo común (Turdus merula) del que se diferencia fácilmente por la zona de plumaje blanco que destaca sobre su pecho a modo de babero. El resto del cuerpo es negro en el caso de los machos, mientras que las hembras son pardas y provistas de un babero de plumas leonadas, más oscuras. Los bordes de las alas son más pálidos que el resto del cuerpo. Todos los jóvenes de menos de un año presentan la coloración femenina. Algunas de las plumas se vuelven grisáceas en otoño, dándole un aspecto escamoso a esta especie.

Distribución y hábitat:

Habita en zonas de montaña. Su hábitat característico es el bosque subalpino aclarado, con preferencia por los de pino negro y pino silvestre. Llega hasta los 2.300 metros. Se reproduce en Pirineos y en zonas del centro y Norte de Europa. Al final del verano emigra hacia el sur para pasar el invierno, llegando hasta el norte de África, preferentemente en zonas cubiertas de enebros y sabinas, cuyos frutos ingiere en esta época. Retorna a sus áreas de cría entre marzo y abril. Durante la época de reproducción deposita numerosos huevos en nidos confeccionados sobre las ramas de un arbusto.

Al contrario que su primo el mirlo común, tiene un comportamiento arisco. En Sierra Nevada va siempre en bandos reducidos, en forma de grupos claros que se van moviendo por delante nuestra, manteniendo la distancia con las personas, tanto en paso como en invierno.

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