Granada

Antonio Machado, en defensa de Madrid

  • El investigador J. M. Menéndez descubre un texto desconocido del poeta sevillano perdido en las hemerotecas El artículo fue publicado en el diario El Sol dirigido por su abuelo 'El Chato'

HACE 76 años que se marchó en un mes de febrero. Solo, anciano y expulsado de su propia patria, con una imagen apenas reconocible, tal y como lo retrataba el periodista Corpus Barga, se iba Antonio Machado en una habitación de un pobre hotelito francés, el Bougnol-Quintana, en Collioure. Días antes, a finales de enero, acompañado por su madre -quien pensaba que salían hacia Sevilla-, caminando entre la lluvia y el frío, partía al exilio. La guerra finalizaba y miles de republicanos corrían la misma suerte. Tras su fallecimiento, un pequeño papel encontrado en su bolsillo daba inicio, para muchos, a la poesía del exilio. Muy pocas palabras: "Estos días azules y este sol de la infancia...". Buen resumen de su peripecia literaria, la apegada a un territorio iniciático, el de la niñez, protagonista frecuente de varios de sus poemas, una vuelta a su primera etapa, estética, que viajó del modernismo de signo romántico al arraigado apego noventayochista a la tierra castellana, dejando por el camino incluso lecciones, las de Juan de Mairena, de la mejor y más cercana filosofía. Hoy es un símbolo del exilio republicano, un testimonio de la derrota y de esa España, siempre 'camisa de la esperanza'. El próximo martes se conmemora el aniversario de la proclamación de la II República. El silencio y el olvido se cebó con los exiliados y despatriados, algunos de ellos en el mismo interior de España. Machado siempre ha estado, ha sido objeto de multitud de biografías y monografías. Pero queda algo desconocido, perdido en las amarillentas hemerotecas. Y así es la historia de un nuevo hallazgo.

Era otro mes de febrero, el día 9 del año 1937, y Antonio Machado publicó en el diario El Sol un artículo titulado Madrid. Este texto, como muchos otros, ha pasado desapercibido. Se publicó una vez y no fue vuelto a recoger en ninguna recopilación. Ahora vuelve a ver la luz gracias a la investigación de Juan Manuel Menéndez, nieto de Jaime Menéndez, El Chato, último director de El Sol y primer periodista español que trabajó en The New York Times.

J. M. Menéndez, investigador, escritor, autor de La epopeya del Chato, fotoperiodista, entrenador personal, finalista del europeo de culturismo natural (doping free), y presidente de la Agencia Febus, fundada por él mismo, para recuperar del olvido a intelectuales de la Segunda República, presentó este texto de Antonio Machado, desconocido hasta la fecha, perteneciente a su hemeroteca. Hace poco, el mencionado Menéndez, recibió un email de Jordi Doménech, uno de los expertos machadianos más relevantes, donde le pedía que le mandase una copia de un texto del citado Antonio Machado que aparecía parcialmente como complemento a un artículo sobre el diario El Sol y Tánger, ya que, según Doménech, era desconocido. Poco después Manuel Álvarez Machado, familiar de Antonio, confirmó el carácter desconocido del texto y autenticidad, su pertenencia al poeta andaluz.

Este texto se publicó en el diario El Sol, en 1937, cuando Antonio Machado residía en Valencia. Un diario que fue el reflejo más valioso de la intelectualidad de la República, donde colaboraron hombres de la talla de José Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno, Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre, Javier Bueno, Manuel Navarro Ballesteros o Jaime Menéndez El Chato que, además, fue su último director. Este texto es singular en forma y contenido. En forma porque el estilo utilizado es diferente a la gran mayoría de trabajos de Antonio Machado. Y en contenido porque se centra en la importancia de Madrid, de sus milicianos, de sus combatientes, en la defensa de la República contra el fascismo, en plena guerra civil española. Una defensa jalonada con una sonrisa ya que luchaban por amor a una causa justa.

La familia Machado comenzó hace unos diez años una labor de recopilación, clasificación y digitalización de los manuscritos de Antonio y Manuel Machado, reuniendo un total 3.600 documentos manuscritos: la mitad de Manuel y la mitad de Antonio. Manuel Álvarez Machado, sobrino nieto de los míticos autores se ha puesto en contacto con distintas administraciones e instituciones para poder sacarlos a la luz, pero parece que no han despertado el interés esperado. Lo primero fueron unos 800 manuscritos de Antonio que fueron "ofrecidos a varias instituciones que tampoco los quisieron" y al final se ofreció a una casa de subastas.

"El 12 de julio de 1936 fue la última vez que se reúne toda la familia Machado", cuenta Manuel, "en una comida en casa de Manuel Machado". Cuando la familia se fue de Madrid, todos los manuscritos de Manuel Machado y parte de los de Antonio se quedaron en casa del primero; "Antonio ya no regresó a Madrid", murió antes. Manuel regresó en agosto después de la guerra y la familia "se organizó, se clasificó un montón de documentos sin investigar a fondo". Cuando murió Manuel, su viuda repartió esos documentos: unos a Burgos, la mayoría fue para los hermanos... "y han estado guardados y custodiados durante muchos años". Machado, en este texto titulado Madrid rinde un especial homenaje a la capital de la República, a la ciudad resistente y solidaria que se encuentra asediada. Rompe tópicos madrileños. "Tres meses de asedio, bajo el hierro y el fuego, viene resistiendo Madrid, y todavía tiene, según me dicen, la sonrisa en los labios. Yo no lo dudo. Porque Madrid es la sonrisa de España y la flor inmarcesible de esa misma sonrisa de España y la flor inmarcesible de esa misma sonrisa", escribe el poeta desde Valencia. Tres meses de asedio lleva la capital, bajo el hierro y el fuego, en resistencia. Machado destaca la alegría de los madrileños como talante frente a la adversidad: "En la vida cotidiana, más dura, más incierta, más amarga y más laboriosa que en ninguna otra de nuestras ciudades, Madrid, centro y capital de España, rompeolas de sus varias regiones, crisol también de todas ellas, Madrid, tantas veces tachado de frívolo, aprendió a sonreír a pesar de todo, quiero decir con plena conciencia de los motivos del llanto, que Madrid llegue a la plena tragedia y al sacrificio heroico sin perder la sonrisa es algo muy digno de admiración, pero no de extrañeza".

Pero si un párrafo resume tanto el pensamiento machadiano como este hasta ahora desconocido texto es el que llama al poder de las convicciones por encima del odio al adversario: "Como supremo resorte de combate, el amor a una causa es mucho más fuerte que el odio a los adversarios a ella. He aquí la gran lección que el frente de combate dicta a la retaguardia. Es la lección de Madrid, que todos debemos aprender. Y si preguntáis: ¿Es que esos hombres heroicos, que a tan crueles enemigos combaten, no dudan de la victoria? Yo no vacilaría en contestaros: Lo propio del heroísmo no es la seguridad del triunfo, sino la ferviente aspiración a merecerlo".

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