Hoy resulta fácil reconocerlo y sumarse al carro, pero hace 20 años hubo que tomar decisiones difíciles que luego se han mostrado como grandes aciertos, pero que supusieron entonces apuestas astutas, anticipadoras; algunas fueron parcialmente incomprendidas y no suficientemente respaldadas desde diferentes ámbitos sociales y políticos (en el arranque de esta iniciativa hubo más de un 'parquescéptico', y por el camino le han propinado más de una patada en las espinillas). Estas decisiones iniciales de los gestores políticos han propiciado la evolución y el desarrollo progresivo de este museo interactivo y finalmente han resultado decisivas en el ya indudable éxito colectivo del Parque de las Ciencias.

En primer lugar yo destacaría su vocación de servicio público tanto en el diseño y concepción, como en su construcción y en su régimen de funcionamiento. Un Museo de estas características tiene un papel dinamizador de la Cultura y de la Ciencia que no puede estar reducido ni ceñido a unos resultados sólo económicos. El hecho de que en torno al 60% del presupuesto ordinario se deba a aportaciones de las instituciones permite unos precios 'públicos' y la posibilidad de una amplia producción de actividades a la vez que no supone una merma de estímulo al incremento de visitantes progresivo, pero sostenible, que no derive en la disminución ni la adulteración de la calidad de la visita. Los gestores están preocupados y ocupados en incrementar el ya importante impacto socioeconómico del Parque de las Ciencias, (se calcula que en la actualidad supera los 23 millones de euros y la generación de más de 600 puestos de trabajo), pero sin olvidar que es un equipamiento educativo, que pretende mejorar la cultura científica de la sociedad y cubrir (y generar a la vez) una demanda de ocio de las sociedades modernas en las que se combine el entretenimiento con nuevas formas de acceso al conocimiento. La aportación principal del Parque de las Ciencias es indirecta al añadir un valor extra a nuestra ciudad de ocio y servicios y complementar el enorme atractivo de la ciudad para el turismo regional, nacional e internacional, contribuyendo a incrementar el número de pernoctaciones de nuestros visitantes.

La combinación de los dos objetivos con los que nació este Museo interactivo, divulgación de la ciencia y reclamo cultural y turístico, le ha hecho generar sinergias y complicidades con el conjunto de la sociedad a la vez que ha elevado la autoestima de los granadinos que podemos presumir de un proyecto made in Granada que "nos llena de orgullo y satisfacción" por expresarlo con palabras 'Reales'. Este es un proyecto de ciudad pero con una dimensión más amplia que rebasa las fronteras incluso provinciales para convertirse en el principal Museo de la Ciencia de Andalucía. No tenemos muchos ejemplos de los que podamos erigirnos en protagonistas regionales y conviene no olvidar este hecho en las decisiones que le afectan para tener la suficiente fuerza que haga reclamar este estatus al gobierno regional y evitar tentaciones competitivas desde otras capitales. Ser el Museo Andaluz de la Ciencia requiere, por otra parte, no caer en la tentación de una mirada exclusivamente local y miope de la verdadera dimensión alcanzada.

Quisiera resaltar una cuestión que en mi opinión, y habiendo participado directamente en su génesis, ha resultado crucial para el futuro del parque. La idea inicial del Ayuntamiento de Granada de constitución de un Consorcio se ha revelado con el paso del tiempo como una de las claves principales del éxito del Parque de las Ciencias. Implicar a otras administraciones como la Diputación Provincial y especialmente a la Junta de Andalucía, (que aporta la mitad del presupuesto), que desde el principio participó a través de las consejerías de Educación y de Medio Ambiente y posteriormente ha incorporado las de Ciencia, Innovación y Empresa, Empleo y Cultura, ha resultado fundamental y no sólo en lo económico. Además forman parte del Consorcio la Universidad de Granada y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la fundación CajaGranada (al principio participaron las dos entidades financieras locales -la General y la Rural-). Esta conjunción de esfuerzos ha hecho del Parque de las Ciencias una de las instituciones más 'resilientes', capaz de soportar, y en su caso recuperarse, de los vaivenes políticos y las diferentes coyunturas económicas.

A este éxito en la 'estructura' y forma de gestión hay que poner en el mismo plano la importancia que ha tenido en el devenir del Parque de las Ciencias la conformación de un gran equipo capitaneado por su director, muy competente y con una enorme vocación, que ha sabido impregnar y contaminar a todos los trabajadores, monitores, voluntarios y a toda la familia de amigos del Parque de las Ciencias de un 'virus' de enamoramiento de la ciencia y del conocimiento y de unas enormes ansias de contagiarlo a todo el que traspasa sus puertas.

El parque de las Ciencias no es un proyecto acabado, no tiene fondo, ni la ciudad que lo acoge tampoco. Y no me refiero sólo a la próxima fase que ya bulle en su interior, el BioDomus, una 'criatura' que ya crece en sus entrañas, y que aproximadamente dentro de un año será un nuevo atractivo del Parque de las Ciencias, ni a la ocupación de la parcela de más de 5.000 metros cuadrados de Urende, prevista en la modificación del PGOU, con lo que se completaría la 'Gran Manzana' de la divulgación de la ciencia.

Más allá de estos atractivos proyectos hay otras posibilidades, otras dimensiones dentro del Parque de las Ciencias y en caminos paralelos. Pero esto ya es motivo de otro reportaje al que yo aportaré mis ideas e ilusiones. Mientras tanto, desde el pasado lunes 28 de septiembre, en el centro de exposiciones Puerta Real de la Fundación CajaGranada, puede conocerse esta Historia, y muchas historias pueden revivirse, con la visita a la extraordinaria exposición 20 años del Parque de las Ciencias. Un proyecto para crecer preparada para celebrar este vigésimo aniversario.