Granada

Las truchas miran al cielo

Los ríos de Sierra Nevada constituyen ambientes extremadamente sensibles a los cambios ambientales. La temperatura del agua de los ríos (muy correlacionada con la del aire) se ha incrementado en las últimas décadas alrededor de 2°C. Este calentamiento progresivo de los sistemas acuáticos se ve potenciado por un paulatino deterioro de la vegetación de ribera, que provee a los ambientes riparios de una barrera que amortigua las oscilaciones térmicas. Estos cambios tienen repercusiones de suma importancia sobre los procesos físico-químicos y las comunidades biológicas de los ríos.

Una especie que está siendo especialmente afectada por este fenómeno del cambio global es la trucha común, que además de estos condicionantes sufre los problemas de la introducción de la trucha arco iris procedente de Norteamérica. La suelta de truchas alóctonas es muy perjudicial considerándose en la actualidad la introducción de especies impropias de un ecosistema una de las amenazas más graves para la conservación de la biodiversidad.

Sierra Nevada alberga las poblaciones de trucha común más abundantes de toda Andalucía. Las mayores densidades y biomasas de trucha común en toda la región se han localizado en Sierra Nevada, en las cuencas de los ríos Guadalfeo y Genil. De todas las poblaciones muestreadas, sólo las poblaciones de los ríos Chico de Soportújar y Lanjarón se pueden considerar abundantes en términos de biomasa, lo que evidencia el delicado estado de este salmónido en Andalucía.

Además de la presión del cambio climático, con una clara tendencia al incremento de las temperaturas y a la disminución de las precipitaciones, los ríos nevadenses se encuentran sometidos a fenómenos de desecación de sus cauces por extracciones para su aprovechamiento en centrales hidroeléctricas (Dílar y Monachil, por ejemplo) y para las tomas de las acequias (Trevélez, Bérchules, Mecina, Andarax…), lo que supone, aparte de otras consecuencias ecológicas, un grave factor de amenaza para las menguadas poblaciones de trucha común .

Por estas razones cobran especial relevancia los estudios que se realizan en los últimos años, de manera sistemática, por parte del Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada sobre esta emblemática especie.

De ellos se ha podido establecer una relación clara entre el caudal de los ríos y la abundancia de truchas. La relación detectada entre el régimen pluviométrico anual y las variaciones en densidad de las poblaciones de trucha común parece indicar que esta especie es muy sensible a las variaciones ambientales, tal como demuestran la influencia de las sequías y lluvias torrenciales en el número de ejemplares detectados en los muestreos.

En los estudios realizados dentro del Programa de Seguimiento del Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada, a cargo de los equipos de la Agencia de Medio Ambiente y Agua, se ha observado que la respuesta poblacional de las truchas a las variaciones en el caudal de los ríos no es inmediata, sino que presenta un retardo de dos años. Es decir, ante un año de sequía, la población de truchas disminuye durante los dos años siguientes, mientras que ocurre el proceso inverso tras un año lluvioso. Del mismo modo, los datos recabados por el Observatorio de Cambio Global también han podido constatar el efecto nocivo de las lluvias torrenciales sobre la disminución de las poblaciones de trucha común. En este caso, la recuperación de las poblaciones tras las avenidas (que producen descensos bruscos en las comunidades estudiadas) se produce de manera prácticamente inmediata. Estas respuestas probablemente se deban a la adaptación de las poblaciones de trucha común a estos fenómenos relativamente frecuentes en Sierra Nevada.

Sin embargo hay factores que limitan esta recuperación de la especie, ya que aunque aumente considerablemente el número de alevines tras estos fenómenos, la presencia de ejemplares de tamaños mayores no consigue aumentar apenas. La escasa disponibilidad de refugio para los adultos durante determinadas épocas del año parece constituir la parte más importante de este factor limitante, a lo que habría que unir otros aspectos como las desecaciones debidas a acciones del hombre y la depredación por otras especies.

En un escenario en el que estos eventos meteorológicos extremos, lluvias cada vez más escasas y en determinadas ocasiones con carácter torrencial, se prevén más repetidos, la gestión del agua por los organismos de cuenca debe ser orientada a que la cantidad y calidad de las aguas que circula por nuestros ríos de montaña, respete siempre los caudales ecológicos, realizando un aprovechamiento sostenible y entendiendo los ríos como cauces de vida y no sólo como tuberías que conducen el agua.

Generalmente la trucha común se reproduce en otoño o invierno; tanto más pronto en el año cuanto mayor sea la latitud y altitud debido a las bajas temperaturas del agua y los periodos de incubación más largos. En su área de distribución natural la fecha media de freza tiene lugar entre principios de octubre, en países del norte de Europa como Finlandia o Noruega, y febrero en poblaciones más meridionales como las de Picos de Europa o las andaluzas. En estudios realizados en el río Castril se observó un período de reproducción muy extenso (cinco meses), registrándose la construcción del último nido a principios de abril. En los trabajos realizados por la Consejería de Medio Ambiente en ríos de Sierra Nevada, se han detectado ejemplares reproductores, algunos incluso de pequeño tamaño, desde el mes de octubre hasta la primera quincena de mayo.

Este periodo reproductivo de las truchas en Sierra Nevada es el más extenso de los descritos en toda la literatura científica para la especie, y supone una ventaja en un régimen hidrológico altamente impredecible, como el de esta parte de la Región Mediterránea.

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