CADA vez aparecen más marcas de cervezas artesanales en el mercado. ¿Es moda o tendencia? ¿Artesana es sinónimo de calidad?

En realidad, este movimiento se despierta en España hace unos 10 años, para cubrir una necesidad insatisfecha desconocida por los consumidores. Las generaciones modernas que viajan más al exterior, observan cómo en muchos establecimientos de otros países (sobre todo en Europa) hay varios grifos de cervezas distintos y con clarísimas diferencias entre los productos que despachan.

En España es bastante difícil encontrar dos grifos de marcas distintas en el mismo establecimiento y además el tipo de cerveza que se sirve ha ido degenerando en una bebida más cercana a un refresco que a una bebida fermentada de cereales. Con pocas diferencias en sabores y texturas, solo compiten en precio y en la captación de bares para firmar contratos en exclusiva en beneficio de ambas partes pero sin tener en cuenta las inquietudes de los consumidores.

Estas personas más viajadas han ido buscando nuevas experiencias y se fueron aficionando a lo que podían comprar entonces en España: unas cuantas cervezas belgas o alemanas o las Stout británicas.

La aparición de cerveceros españoles, primero y sobre todo en Cataluña, la comunidad autónoma que cuenta con mayor número de microcervecerías, se fue expandiendo por toda España. Y llegamos a la actualidad y la cerveza ya no es solo local, las marcas intentan posicionarla en sus zonas de proximidad.

Ante la pregunta inicial (¿moda o tendencia?) yo me atrevería a decir que moda entre los consumidores que marca una tendencia, pero que está por consolidar.

El consumidor no siempre sabe lo que quiere, pero siempre sabe lo que le gusta y además necesita confirmar que lo que le gusta es bueno, de ahí que los Concursos Internacionales de Cerveza tengan tanto éxito en los países donde las cervezas artesanas son tendencia.

En la provincia de Granada existen nada menos que 17 microcervecerías, es decir, 17 marcas de cervezas artesanas. La semana pasada visitamos Cervezas Sacromonte, una de las más implantadas en los bares granadinos. Perteneciente a Cafés Cumbal, se elabora en Monachil, con agua de los neveros de Sierra Nevada. Es un ejemplo típico de lo que contaba antes: uno de los jefes de la empresa, en sus viajes, descubrió la cultura de la cerveza en Europa, y eso unido a lo que ya se veía venir… No se equivocó: se está creando mucha cultura cervecera.

Cervezas Sacromonte empieza a comercializarse en junio de 2014. Entonces solo había en Granada tres marcas de cervezas artesanas y actualmente producen 15.000 litros al mes embotellados en formato tercio y en 75cl, con un 5% de volumen alcohólico.

La imagen de su etiqueta es evocadoramente 'granaína': la puerta de entrada a la explanada de la Abadía del Sacromonte tras subir las siete cuestas.

Cerveza Sacromonte es una pale ale de 5 grados con un amargor de 23 ibus y un color ebc 13 y de doble fermentación en botella (es decir, el carbónico que tiene la cerveza es endógeno y no inyectado) con un reposo de 30 días. Esta cerveza se rige por la Ley de Pureza de la Cerveza Alemana, que instauró en sus feudos Guillermo XV, Duque de Baviera en 1516 -en la que sólo intervienen como componentes el agua, levadura, lúpulo y cebada- y que sigue considerada hoy en día como "guía" a la hora de elaborar una cerveza de calidad.

Trabajan con malta alemana, marca wayermann que está considerada como una de las mejores maltas por su calidad en grano y utilizan un tipo de lúpulo 'cascade' en 3 fases diferentes durante la cocción para otorgarle amargor, después sabor y por último aroma.

Es una cerveza con carácter, de gran cuerpo y sabor, que merece la pena saborear: notas tostadas de café, regaliz negro, galletas… A pesar de su complejidad, es fácil de beber y deja una gran sensación de frescor en boca y un amargor moderado.