Granada

"Ava Gardner sólo quería acostarse conmigo"

  • Del Sacromonte a Oriente Próximo pasando por Suecia: ha viajado por medio mundo y ha compartido amistad con auténticas leyendas como Bergman, Gardner o Huston

ME llamo Raimundo Heredia Heredia y nací en Granada el 21 septiembre de 1938. Huyendo de las hambres tuve la suerte de que me educaran en Suecia. En el Sacromonte aprendí a bailar y en Estocolmo aprendí a leer, a escribir y a vivir, todavía era un niño. Luego, en España, me preocupé de mejorar mi baile con los grandes maestros y pude compartir escenario con extraordinarios artistas. He viajado por todo el mundo y conozco especialmente el Oriente próximo. He trabajado en el cine y he compartido amistad con auténticas leyendas como el director sueco Ingmar Bergman y el norteamericano John Huston. En Suecia conocí a las actrices Ingrid Tullin e Ingrid Bergman, y en España a Ava Gardner.

Tuve mucho dinero y me arruiné por atender a mi familia. Chapurreo casi todos los idiomas, hablo sueco perfectamente, inglés, francés, italiano, un poco de griego. En la actualidad, gracias a eso, puedo ganarme la vida como guía de turismo.

-Heredia Heredia, ¿gitano, supongo?

-Con esos apellidos… Soy gitano puro: de padre, de madre, de toda la familia. Soy uno de los pocos gitanos puros que hay en el Sacromonte. Y además canastero, ninguno lo es. Toda mi familia trabajaba la mimbre. Empecé a hacer canastas cuando tenía ocho años, me iba con mi padre a cortar la madera y a construir las canastas, a media mañana íbamos al mercado a venderlas. Ese rollo no me gustaba, porque ya me relacionaba con algunos turistas, y me metí en la zambra. Y mi padre: ¿pero qué haces? No quiero canastas, quiero bailar, le decía. Fui a la escuela, entonces en aquella época si te salías de la escuela, no tenías para comer en la casa, tenías que trabajar. Estuve en el Ave María un año o dos hasta la Primera Comunión.

-¿Qué recuerdos tiene de la posguerra?

-No teníamos para comer, pero en la escuela no nos daban libros ni nada. El cura era muy malo. Un niño fue herido a la portera y me echaron la culpa a mí y en vez de averiguar, estaba yo en el Catecismo, me sacó de la Iglesia y me dio una paliza con una vara. Mi padre fue a hablar con el cura, don Pedro se llamaba, y lo expulsaron.

-¿Cuál era el destino de aquellos chavales?

-La pobreza absoluta o la delincuencia. Yo tuve la suerte de conocer a un señor sueco que hizo mucha amistad con mi familia y me vio cómo bailaba. Era concertista de guitarra, se llamaba Dan Grehöln. Se interesó mucho por mí. "Te llevo a Estocolmo, hago una conferencia sobre España, hablo del flamenco y tú haces los bailes", me dijo. Él fue para mí como un padre, me enseñó a escribir, a leer, a todo lo que es la vida. Yo tenía 14 años y no sabía nada. En tres meses aprendí a hablar sueco y a escribir.

-¿En qué año?

-Me fui a Suecia en 1953 y estuve allí unos diez años.

-¿Cuál era su estilo de baile?

-Yo era sacromontano y clásico, pero al mismo tiempo flamenco. Porque aprendí con los mejores maestros, ya no habrá otros como ellos… Aprendí el baile con Estampío, uno de los mejores, después con Regla Ortega, con la Kika, me enseñaron muy bien. Estudié clásico con Héctor Zaraspe, el que fuera maestro privado de Margot Fonteyn y Rudolf Nureyev. Era un gran bailarín de clásico. Antonio Ruiz Soler [Antonio 'El Bailarín'] compartía escenario con él. Después me metí en la compañía de Antonio, estuve tres meses aprendiendo. Entré con la idea de aprender, no de salir con él bailando, pero... Aprendí todos sus números. Nos hicimos muy amigos.

-¿Llegó a bailar con Antonio?

-Sí, durante dos meses. Con quien estuve más tiempo fue con Rosario, su bailaora estrella. Cuando se separaron él formó un ballet y Rosario otro. Con ella sí estuve tiempo, porque tenía un buen elenco. Después me marché a Suecia, venía a España, volvía a Suecia, así pasé tiempo. En 1967 me fui a El Cairo y recorrí todo Oriente Próximo. Viví en Addis Abeba, en Monrovia, en Khartum…

-Eso fue cuando la Guerra de Seis Días.

-Sí, yo tenía la ilusión de ver las pirámides. Estando en El Cairo, a la semana o así, estalló la Guerra.

-¿Entendían su baile?

-Perfectamente. Bailaba el Zapateado de Sarasate, la Danza del Molinero, bailaba el Capricho español con las castañuelas.

-¿Llegó a conocer a Om Kalsoum?

-Sí, la cantante ciega. La conocí en El Cairo. Me la presentó Nawa Fouad, una bailarina oriental que era una maravilla. Yo estaba trabajando en el Casino Mokhatar. Tenía un contrato para cerrar, pero entonces en El Cairo sólo los egipcios podían cerrar el espectáculo. Yo iba a rescindir el contrato y el dueño tuvo una idea: tú bailas con Nawa, ella con los chinchines [Platillos de metal. Acompañan el ritmo y permiten manifestar la habilidad de la bailarina al bailar tocando un instrumento] y tú con las castañuelas y hacéis los dos un número con orquesta oriental. Resultó muy bonito. Nawa también hacía cine y me metió a mí. Estuve haciendo películas en el Cairo.

-¿Cuántas?

-Unas cinco películas. Hablaba en francés y me doblaban al árabe. También hacía publicidad. Después en Suecia hice también una película titulada Tus ojos te ven. La dirigió Ingmar Bergman, pero desconozco por qué no se llegó a proyectar.

-¿Cómo era Ingmar Bergman?

-Una maravilla. Aunque sus películas son muy serias, muy difíciles de comprender, él era un hombre muy gracioso, muy simpático, muy cariñoso. Le gustaba cómo bailaba yo. Me llevaba a todas partes.

-¿Qué hacía un gitano en Suecia?

-Bailaba mucho, en todas partes, hasta en el teatro de la ópera. Un día estuve bailando en el reformatorio, una chica se escapó, venía detrás de mí porque yo le gustaba. En todos los sitios estaba ella, hasta que se dio cuenta la directora y la devolvieron al reformatorio. Ingmar Bergman escribió un guión sobre esa historia y basó la película en él. He conocido a mucha gente del cine: a Ava Gardner…

-¿Cuál fue su relación con Ava Gadner?

-Ninguna. Solamente quería acostarse conmigo, yo trabajaba en el Florida Park. Eso fue a finales de los años 50. Venía con Frank Sinatra, pero ya no tenían relación. Ella estaba todas las noches en Madrid con los bailarines, los toreros, borracha perdida. Una noche entró en Florida Park. Llevaba un traje verde, era guapa a rabiar, guapísima. A las dos horas de estar allí, ya no era Ava Gardner, era un monstruo, la cara hinchada, alcohólica. A mí me cogió y no me quería soltar. La rechacé en el ascensor del Hotel Castellana Hilton.

-¿Ella que dijo?

-Nada, ¿qué iba a decir la pobre? Acostarse con una mujer así es muy desagradable, por muy guapa que sea. He tenido mujeres bellísimas, yo tenía en El Cairo una chica que era como Kim Novak, guapísima, pero cuando me enteré de que estaba liada con el cónsul de Monrovia, vino él a por ella y se la llevó… Estuve mucho tiempo trabajando en la Ópera de Estocolmo. Allí conocí allí a Ingrid Tullin y a Ingrid Bergman que estaba haciendo Juana de Arco en el teatro, vino a verme bailar. Era encantadora, agradable, sencilla… Me regaló un libro precioso de Juana de Arco con una dedicatoria…

-¿…?

-También conocí en Almería a John Huston que estaba rodando La Biblia. Yo estaba haciendo el servicio militar y me dieron permiso para poder dormir en una pensión. Yo tenía amistad con varios actores y me lo presentaron, siempre nos encontrábamos en el Almería Café y luego nos íbamos de copas.

-¿Cuándo dejó usted de bailar?

-A los 55 años. Creé un ballet pequeño e iba por todas las salas de fiestas. El oficio ya era muy difícil, porque la cosa estaba muy mal, y dejé de bailar. Luego volví a Granada y como hablo varios idiomas me dediqué a guiar turistas.

-¿Cómo anda de dinero?

-Rico nunca he sido, pero he tenido propiedades. Mi fallo fue casarme, no me tenía que haber casado. No estoy arrepentido, pero podría haber sido millonario.

-¿Y eso?

-Me casé con una canaria. Tuve mala suerte, a los 30 años, después de nacer mi última hija mi mujer se puso enferma 'de los nervios'. Lleva 35 años así, no puede hacer nada y siempre está en la casa, y yo la cuido. Tener una mujer así y cuatro hijos pequeños supuso que vendiese todo para darles de comer. Aquí en Granada, cuando tienes dinero todo el mundo te pide y yo a todo el mundo daba. Cuando lo necesité me dijeron: vende el carmen, vende esto, vende lo otro. Yo tenía en la Cuesta de Gomerez un carmen con 16 habitaciones, era una maravilla. Para mantener una casa de estas hace falta dinero y yo no lo tenía. Tuve que vender para mantener a mis hijos. Ya son mayores y están casados. He trabajado mucho, he bailado mucho, he conocido a muchísimas personalidades.

-¿Qué diferencias encuentra entre el Sacromonte de ahora y el de antes?

-Ahora está mejor. En todo, en las cuevas, en el trato, en el sueldo. Antes venían tres o cuatro turistas y nos daban 20 pesetas o 100 pesetitas y eso se repartía. Era una miseria, pero se vivía muy bien porque allí no había envidia. No se cerraban las puertas para nada. Si tenían un puchero, nos lo repartíamos todos. Estaban muy felices. Ahora no, ahora pagan su entrada los turistas, se tiene buen sueldo. Ahora las gitanas viven bien.

-¿El dinero lo que ha conseguido es separar a la gente?

-Pues sí, hay envidia. Están los Tarantos, El Gallo, la Rocío, la Canastera… Todo eso es competencia, si uno da 15 el otro da 20. Las cuevas en realidad no ganan, ganan los guías de turismo. Si pagan 25 euros, él se lleva la mitad. Con la otra mitad hay que pagar artistas, bebidas, impuestos…

-¿No es excesivo?

-¿Excesivo? Es un abuso, pero no se puede hacer otra cosa porque entonces no te traen gente. Se la llevan a otros que incluso les dan más dinero.

-¿No es posible que lleguen a un acuerdo todos los tablaos de Granada?

-No qué va, por eso hay envidia, porque no se ponen de acuerdo en nada.

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