Granada

La única calle dedicada a los vagos

  • Granada tiene la única vía del mundo consagrada a los que no hacen nada: la más corta de la ciudad, no mide más de 30 metros, está al lado del Hospital Clínico y consta de 25 escalonesPor el nombre, Hornillo de Vagos, consta que por lo menos había para ellos un pequeño horno de pan caliente · Otros nombres curiosos son Poco trigo, Niños luchando o Pegarrecio

La única calle del mundo dedicada a los vagos está en Granada. Sabemos que no trabajaban pero comían pan cocido en un pequeño horno. Tiene 30 metros, es toda de escalones y mejoraría la convivencia.

A pesar de estar situada en lugar muy concurrido cercano al Clínico y a la Facultad de Medicina, muchos granadinos pasan por su lado pero no saben dónde está la curiosa y antiquísima calle. Es la más corta de la ciudad, no mide más de 30 metros y toda ella está llena de escalones, habiéndole contado por lo menos 25 y bastante empinados. O sea, no apta precisamente para ser muy paseada por ciudadanos perezosos.

La ciudad entera está llena de curiosos nombres de calles cuyos significados ya en su día nos desentrañaron Julio Belza y Ruiz de la Fuente, y muchísimo antes Luis Morell y Terry en su preciosa relación de nombres antiguos de nuestro callejero. Muchas de ellas están dedicadas a ciudadanos ilustres, a pintores, profesores, escritores famosos, médicos y periodistas, a industrias, oficios o comercios, pero lo más curioso es que haya una dedicada a los vagos. Claro que el significado antiguo de la palabra vago era algo así como transeúnte, que va de paso, de donde viene vagabundo o vagamundo, hombre sin oficio, ocioso o mal entretenido.

Llaman nuestra atención esos enigmáticos y no demasiado bien explicados nombres de algunas calles granadinas: Poco trigo, Niños luchando, Alcubilla del Caracol, Bolsillo de Santa Paula, Bola de Oro, Niño del Rollo, Duende, Brujones, Cobertizo y Faltriquera, Mano de Hierro, Pegarrecio o Reñidero, por citar algunas.

No está mal que el callejero urbano nos recuerde que los vagos han existido desde siempre; tal vez por ello sean merecedores de que la toponimia lo refleje en una calle como ésta de Hornillo de Vagos, en la que se nos constata que, aunque no trabajaban, por lo menos había para ellos un pequeño horno de pan caliente.

La calle Hornillo de Vagos es todo un homenaje a esa maravillosa "profesión" tan de moda, mediante la cual muchos de sus practicantes, bien por vocación, bien por afición, por sus felices rentas heredadas, o por la alcurnia de su linaje adornado de apellidos ilustres, viven del limosnero subsidio de papá, del cuento o de los despreciables y barriobajeros platós televisivos, que para mí ni siquiera tienen la categoría que la Literatura le atribuye al noble género de cuento como narración breve de hechos fabulosos, imaginarios o reales. No viven del cuento sino de la basura, la ignorancia y el morbo del 'escoriaespectador'.

BARRIO DE SAN LÁZARO

Tiene esta callecilla su historia, pues era una vía relativamente céntrica en el antiguo barrio de San Lázaro. Existía por allí un antiguo hospital de leprosos desde la época de los Reyes Católicos, trasladado al Albaicín, luego al paseo de los Basilios y finalmente, hacia 1514, a la orilla izquierda del Beiro en la entrada de la carretera de Málaga. Esta bíblica enfermedad de la lepra era denominada como el mal de San Lázaro. Cuando este barrio, que empezó a derribarse en 1969, desapareció totalmente en 1998, la calle quedó en cuarentena para volver a resurgir como prolongación de la de Minas de San Lázaro, que parte de la Avenida de la Constitución.

Hoy se esconde al pie de la majestuosa Torre de la Placeta de San Lázaro, que no sé por qué está ahí en medio, aunque me lo imagino. No existen en esa callecita ni portales de vecinos ni comercio alguno; es lo que se dice una auténtica calle de vagos absolutamente.

Es una calle insignificante pero muy útil porque mejoraría la convivencia ciudadana. Yo propondría a nuestras autoridades que incluyeran en la Ordenanza de la Convivencia que todos los apoltronados, covachuelistas, maltrabajas, chupatintas, haraganes, maleantes, ganapanes y chupópteros en general, realizaran 365 paseos diarios por la calle Hornillo de Vagos ida y vuelta y "a patica coja". Total, sólo son 30 metros y 25 escalones. El hospital está al lado con unos magníficos traumatólogos y unos cirujanos estupendos.

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