Granada

"La nueva cultura de la evaluación es un atentado a las libertades"

  • Como miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, Ambel alerta de los peligros que entraña un excesivo control de la calidad en todos los ámbitos de la sociedad

Jesús Ambel (Orce, 1957) trabaja desde hace 26 años como psicólogo en el Ayuntamiento de Granada, actualmente como Jefe de Servicio del Gabinete de Atención al Personal, y tiene una consulta como psicoanalista. Mañana da una conferencia (19:00 horas) en el salón de grados de la Facultad de Políticas .

-Hay una nueva cultura de la evaluación en todos los ámbitos de la sociedad (judicial, educativo, sanitario...), ¿no cree?

-Los profesionales vemos cada día cómo se dobla nuestro trabajo con un sinfín de papeles que hay que remitir a las agencias evaluadoras que controlan la calidad. La neo-evaluación no produce sentido, sólo sirve para controlar. Es un atentado a las libertades.

-¿Está preparado el ser humano para ser evaluado en su trabajo?

-La evaluación del ser humano en el trabajo es la demostración de un poder y el ejercicio de un control. Estamos en tiempos de promoción de la inmunda moral del sacrificio, como decía el psicoanalista Jean-Claude Milner, editor de los Seminarios de Lacan.

-Cuando se evalúa la labor de alguien, se le está juzgando también como persona ¿no?

-La intimidad está amenazada por la gestión del comportamiento, por las técnicas sugestivas de la psicología del conformismo. Veo cada día en mi consulta cómo se refugian en la inhibición y en la angustia. Eso supone un aumento cotidiano de las temidas cifras de cronicidad, ante la sorpresa de los evaluadores que no se terminan de explicar cómo la gente no responde a la bondad de sus esfuerzos. El evaluador no se conforma con evaluar la labor de un sujeto, quiere hacer saltar la frágil barrera de su intimidad.

-¿Cómo establecen un modelo de referencia?

-El modelo de referencia viene de la producción industrial y supone una movilización total: psíquica, de la calidad de los resultados, los defectos, la experiencia... Y todo por las necesidades de producción que, como decía Lacan, se ha vuelto "criminógena". El estrés está a la vuelta de la esquina.

-¿Usted cree que la calidad de la enseñanza mejora con más evaluaciones al profesorado?

-La escuela en sí ya es un sistema de evaluación. ¿Por qué doblar ese sistema? Los profesores con los que hablo están comenzando a posicionarse de manera crítica frente a la evaluación. Se les dobla el trabajo para nutrir a la Agencia de la Evaluación, que va a estallar de glotonería administrativa. Estos profesores hacen de pícaros del sistema y se las arreglan como pueden. Hay que pedir la disolución de la Agencia de Evaluación educativa. Es la nueva Inquisición, un colectivo de místicos que creen en Papá Noel y que tratan a los profesores como si fueran niños y a los niños como si fueran delincuentes. Profesores y padres están llamados a no dejarse engatusar por las sirenas de un progreso que produce siervos.

-¿Por qué se ha convertido la evaluación en una ideología?

-La Consejería de Educación hablaba recientemente de hacer de "la cultura de la evaluación" la solución a los graves problemas de la educación en Andalucía. Deben saber que la evaluación es la ideología del capitalismo cognitivo y que es ácido sulfúrico para el ser humano y sus mejores producciones: la poesía, el arte y, paradójicamente, para la propia ciencia, la verdadera.

-En la charla de mañana va a hablar de la enseñanza de Lacan. Explíqueme en qué consiste.

-La enseñanza de Lacan pone al día la obra de Freud. Si no fuera por Lacan y sus alumnos, el psicoanálisis habría desaparecido. El 19 de junio tenemos en Barcelona un Fórum sobre el tema de la evaluación. Su enseñanza nos sirve para hacer frente a las falsas ciencias que hacen de lo humano un objeto de prescripciones.

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