Tribunales Escrito de la Fiscalía Provincial

El fiscal denuncia al gurú de la secta del Zaidín por sus "prácticas abusivas"

  • La Fiscalía Provincial lo considera el autor de un delito de asociación ilícita y contra la integridad moral de todas las personas afectadas · Obligaba a sus acólitas a practicar sexo, a trabajar a destajo y les cambiaba los horarios de sueño

En la comunidad religiosa Vaidika Pratishtana, ubicada en Armilla, cada miembro es libre para actuar y decidir cómo proceder dentro de la organización. Eso es, al menos, lo que aseguraron dos de sus acólitas a los medios de comunicación en julio, cuando se conocieron las denuncias de varios ex miembros de la comunidad o familiares de los ahora afectados. Pero, tras investigar el caso desde ese momento, la fiscal Emilia Rancaño ha llegado a conclusiones radicalmente distintas, hasta el punto que, lejos de archivar la pesquisas como solicitaron desde la comunidad, ha denunciado a su líder por un delito de asociación ilícita y "tantos delitos contra la integridad moral como personas hayan resultado afectadas".

Desde que se abrieran las diligencias de investigación penal, la Fiscalía Provincial ha ido recabando información de los 19 afectados que se atrevieron a llevar el caso a sus manos. En su denuncia, el fiscal desgrana la estructura de la autodenominada Comunidad Hinduista de la Rama Védica en España, que lleva funcionando en territorio nacional desde los años 80 pero únicamente lleva dos inscrita en el registro de entidades religiosas. Según la fiscal, el presidente y denunciado es A.J.R.P., que es el responsable de la conocida como Casa Yoga. A su vez, ocho personas componen la junta directiva. Una de ellas es psicóloga diplomada y trabaja como tal en una unidad de valoración de las víctimas de violencia de género. Pero el líder "de manera personal y valiéndose de aquellas personas que componen la estructura jerarquizada de la comunidad, ha venido llevando a cabo actos consistentes en la captación de personas para la satisfacción de sus intereses personales".

Intereses que, según el relato del fiscal, son muchos y de diversa naturaleza. Aprovechando "el atractivo de la religión y la cultura hinduista" e incluso "aprovechando la debilidad de quien acude con problemas familiares, presión laboral o familiar, problemas psicológicos, educativos o incluso físicos", A.J.R.P. consiguió "el control y la alteración de la personalidad utilizando técnicas de persuasión coercitiva" con los miembros de su comunidad, ocasionando "graves trastornos psicológicos".

El decreto del fiscal ocupa dos folios con los supuestos desmanes de los que los acólitos de la secta eran doblegados. Y algunos rozan lo diabólico. En el relato de lo ocurrido se dice que entre los muros de la Casa Yoga, cambiaba la dieta alimenticia de "manera significativa" y no dejaba comer a los miembros de la comunidad más de una vez al día, "estando restringido el acceso a cualquier alimento". La comida era sólo una de las formas de dominación, porque también adoctrinaba a los suyos "para que las horas de sueño fueran limitadas", únicamente tres o cuatro horas, a lo que sumaba "horarios muy limitados" y una "actividad frenética que inducen directamente a los miembros de la comunidad a mal comer y a restringir las horas de sueño".

Tras doblegarlos, se imponían "deberes y responsabilidades constantes que nunca finalizan", llegando a existir unos "contratos de esclavitud" en los que los adeptos "debían comprometerse a no descansar y a estar disponibles las 24 horas para las necesidades de A.J.R.P.. El maestro imponía "sesiones religiosas o de adoctrinamiento" maratonianas, de hasta 7 u 8 horas que no eximían del resto de responsabilidades. Además del agotamiento físico con todo lo anterior, conseguía el mental con "acusaciones injustas, humillaciones públicas, insultos y gritos exagerados y fuera de contexto que han terminado minando la capacidad de decisión de los integrantes de la comunidad". Y, llegado el caso, esos métodos podían adoptar "forma violenta sobre todo psicológicamente y a veces física".

Una vez llevado a cabo todo el proceso, según siempre el relato del Ministerio Público, el maestro tenía libre disposición de sus discípulos. Y decir libre es literal. Consiguió, según la denuncia, "tener acceso sexual a muchas de las integrantes de la comunidad a quienes incluso ha inducido a mantener relaciones lésbicas en su presencia".

Aunque las intenciones del acusado no eran únicamente libidinosas. De hecho, la fiscal mantiene que "los métodos empleados por el denunciado han ido encaminados a obtener la disposición de los bienes" de sus acólitos "propiciando y consiguiendo que se desprendieran de sus bienes mediante la venta con la finalidad de integrar su propio patrimonio o de testaferros" -según la fiscal, en ocasiones las transmisiones se han hecho a las cuentas de la madre de A.J.R.P.-. De hecho, "actualmente existen pendientes posibles transmisiones de inmuebles de discípulas de la comunidad y cuya culminación puede producirse en breve plazo", señala la denuncia de la Fiscalía Provincial.

Para la fiscal, los miembros de la comunidad "sacrifican sus propias metas y objetivos personales en pro de los intereses de la jerarquía y la doctrina", gracias en parte a que A.J.R.P. ha conseguido "un claro aislamiento del exterior donde los miembros conviven entre sí y/o se controlan entre sí". Tal era el control en el interior de la Casa Yoga, asegura la denuncia, que conocía "las relaciones íntimas que mantiene cada uno de sus miembros, decidiendo sobre sus amistades, relaciones familiares e incluso sus relaciones íntimas".

Para conseguir la sumisión, el acusado "ha recurrido a técnicas que debilitan incluso físicamente a sus integrantes" como la alteración del sueño, el racionamiento de la comida o las actividades excesivas para "activar emociones intensas, tanto positivas para instaurar la dependencia como negativas para así mantener esa dependencia con aplicación selectiva de premios o castigos en pro de los intereses jerárquicos". A las personas con problemas psicológicos que ingresaban en el grupo les sometía a "asesoramientos vitales", "intensificando las emociones negativas" para que el sujeto no abandonase al grupo.

Las motivaciones del líder de la comunidad védica son claros para la fiscal. A.J.R.P. "ha realizado tales actos con la finalidad de obtener y obteniendo con todo ello numerosos beneficios de carácter personal, sexual y económico, consiguiendo que quienes acceden a la comunidad realicen para él trabajos físicos, mantengan relaciones sexuales o realicen importantes transferencias económicas".

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