Granada

La mascota del chiringuito

  • Una cigüeña ha decidido anidar en el establecimiento Casa Emilio de Salobreña desde hace más de una semana, convirtiéndose en un atractivo más para los visitantes de la Costa Tropical granadina

Durante el veranillo de enero que está viviendo la Costa, es habitual en el litoral la presencia de turistas en busca de sol, comensales deseosos de disfrutar los sabrosos manjares de los chiringuitos, aficionados al paseo o a la brisa del mar, que tantos beneficios dicen los expertos que proporcionan para la salud. También, a ciertas horas, se pueden divisar las gaviotas, que pelean por encontrar su sustento en la playa. Lo que no es tan normal es encontrarse con una cigüeña merodeando por la arena o en las inmediaciones de un restaurante, como si se tratase de un gato o un perro que acude por el reclamo del pescado, que se puede conseguir sin tanto esfuerzo. El animal, que permanece en el chiringuito Casa Emilio de Salobreña desde hace más de una semana, parece domesticado, no le molesta la presencia de clientes, ni de viandantes que, curiosos, se extrañan al admirar la majestuosidad (y tranquilidad) con la que campa a sus anchas este ave.

Emilio Rodríguez, propietario del chiringuito Casa Emilio, situado en el Paseo Marítimo de Salobreña, explica que en estos últimos diez días la cigüeña -que los clientes están pensando en bautizar con algún nombre- hace de manera habitual el mismo recorrido: "Todas las mañanas llega alrededor de las ocho y media y, después de estar la mitad de la jornada en el tejado de este chiringuito, sobre las dos de la tarde se marcha lentamente por la costa". Emilio le arroja pescado, pero hoy parece que ya ha comido, porque no hace ningún esfuerzo por acercarse para ingerir este alimento. El dueño del local intuye que quiere anidar en su tejado, pero se lo impide, ya que no lo ve muy normal.

Lo habitual es encontrar este tipo de ave en los campanarios de las iglesias de algunos pueblos castellanos o extremeños, donde todavía existe tranquilidad para ellas. El desarrollo urbanístico ha hecho que en la Costa Tropical al igual que en otros tantos lugares, ni siquiera queden apenas en los templos o edificios altos.

Los clientes del chiringuito de Salobreña contemplan con curiosidad mientras comen en la terraza la agradable presencia de esta ave de finas patas y largo pico y observan perplejos su comportamiento. A veces, se acerca hasta las islas artificiales de césped y palmeras de la playa y picotea, otras da vueltas por la arena, echa a volar, sube al tejado o merodea por los alrededores del establecimiento hotelero, como si se tratara de una mascota más que de un ave migratoria.

El animal se ha convertido en un habitante más de la playa salobreñera, aunque sigue sorprendiendo a muchos de los paseantes que quieren hacerle fotos y lo consiguen a poca distancia, sin que apenas se perturbe. Unos extranjeros preguntan con su escaso español cuál es su nombre, mientras que la cigüeña, como si de un perro se tratara, husmea todos los rincones buscando comida.

Tiene suerte de no ser un perro, ya que la ordenanza municipal prohíbe la entrada de canes en la playa pero no dice nada de cigüeñas, por lo que con absoluta libertad puede caminar por la arena. Cuando ya ha recorrido este lugar, despliega sus alas y vuela para acercarse a Playa Granada, en la vecina localidad de Motril.

Una de las paseantes comenta que puede que esté un tanto desorientada o incluso tenga algún problema de movilidad, ya que "no es normal que permita que se acerque la gente a tan corta distancia y quizá por eso esté aquí, porque no puede volar mucho".

Es una hipótesis. Lo que sí es cierto es que los expertos podrían desvelar el misterio de su presencia, simplemente con examinar la anilla que lleva en una de sus finas patas, que les permitiría incluso conocer la identidad del animal. Emilio sospecha que viene de la Charca Suárez de Motril, donde hay decenas de especies de aves de todo tipo, y que "por la razón que sea no puede llegar a su destino, por lo que anda despistada estos días por la playa de Salobreña", donde no ha permanecido desapercibida su presencia.

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