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Omar Jerez 'revienta' el mercado y vende un vídeo por 47.000 euros

  • El granadino se convierte en uno de los creadores audiovisuales del momento después de que un coleccionista extranjero compre su obra 'Estados Undios. Ronald'

Antes que un artista provocador, Omar Jerez (Granada, 1980) es un alma inquieta, de esas personas a las que las ideas le surgen a borbotones. Exagerado y entusiasta, el artista de padre palestino y madre judío-sefardí acaba de convertirse en uno de los videoartistas más cotizados del momento después de vender por 47.000 euros a un coleccionista extranjero uno de sus vídeos, Estados Undios. Ronald. Y para ilustrar las negociaciones, Jerez colgó en las redes sociales una fotografía en la que aparece "en un momento de las negociaciones" en el hall del hotel Palace de Madrid. Es su iconografía personal, su manera de entender el mundo y, de paso, su profesión, en la que en apenas año y medio ha conseguido ser el videoartista del momento. Y si se le sigue el rastro a través de los comentarios a los artículos publicados sobre sus creaciones, se descubre que suscita dos sentimientos bien definidos: odio o amor. Sin término medio.

Según datos de Artprice, el top 10 mundial de cotizaciones de videoarte está encabezado por el artista William Kentridge con uno de sus vídeos vendido por 500.000 dólares. A continuación le siguen por orden Nam June Paik (449.750), Bruce Nauman (320.000), Bill Viola (241.650 y 200.000), Zhijie Qiu (192.750), Charles Ray (170.000), William Kentridge (160.000), Nam June Paik (75.000), hasta llegar al décimo puesto de Tony Oursler con 74.175 dólares. Los 47.000 euros (59.000 dólares) de la última venta de Omar no están nada lejos de este puesto número diez.

Los personajes son un Micky Mouse que representa el poder con un gorro de la bandera de Estados Unidos y una mujer con hijab. La acción, además de una infidelidad con Minnie Mouse, es la violación. "Ella sufre", cuenta el artista, "tiene una cara contenida. Sin embargo, la parte fálica de él no se ve, pero es como ese tubo que extrae el petróleo, que se aprovecha de sus recursos naturales y machaca a su gente". El final es una "eyaculación que no llega a verse pero que termina con fuegos artificiales, como esas bombas que lo destrozan todo". En las imágenes, Jerez actúa como autor y protagonista para ilustrar asuntos como el tratamiento al mundo islámico, las torturas en Guantánamo, la crisis financiera y la relación entre comida basura y los bajos salarios.

Jerez da ciertas pistas desde el principio en el título de la película y en su banda sonora: música country con música invertida árabe. En EstadosUndiós el artista habla de la obsesión americana por "dejar su huella allá donde va, siempre queriendo marcar la moral filosófica mundial, rompiendo las estructuras hegemónicas del mundo islámico. "Primero fue Afganistán, luego Iraq y ahora toca Irán. Ya veremos cuál es el siguiente", dice.

No es la primera vez que Omar Jerez se topa con la polémica. De hecho la reconoce fundamental en su trabajo, siempre con un lenguaje muy directo y una estética punk. Ya lo hizo en Guantánamo, donde se puede ver al propio artista siendo torturado en una bañera por una caricatura de Bart Simpson.

Y como no puede parar ni un minuto, próximamente presentará su nuevo proyecto, en el que ha dejado a un lado a los personajes de Disney para trabajar con Nacho Vidal, el rey del porno en España, que aparece amamantando a un bebé con su propio pecho víctima del síndrome de Coudave. Y por si fuera poco, recientemente simuló su muerte en Facebook.

"Llevo tiempo observando que es la nueva anfetamina moderna que mata la realidad para crear estados de ficción y disimular nuestras miserias", dice el creador que ha conseguido que el NewYork Times o la Universidad de Pensilvania se hayan interesado en su suicidio cibernético. En su febrilidad creativa, no duda en proponer un artículo al sorprendido periodista: hacer un reportaje sobre Nacho Vidal y él mismo. El actor porno como superdotado sexual y el artista como superdotado intelectual. Por proyectos que no quede...

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