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El tiempo escondía una serie de Vicente Carducho

  • El Monasterio de la Cartuja recupera los cuadros del pintor italiano tras un proceso de restauración que ha durado más de un año y que ha confirmado su autoría

Los cuadros salieron hace más de un año del Monasterio de la Cartuja con serios desconchones, un aspecto negruzco y una interrogante sobre el verdadero autor. Ahora regresan con el mismo aspecto que tenían en el siglo XVII y con la certeza de que son obra de Vicente Carducho (Florencia, 1576 - Madrid, 1638).

Los lienzos de Vicente Carducho en la Cartuja de Granada tienen su origen en la serie pintada por el artista para el Monasterio del Paular entre los años 1626 y 1632 y, gracias a su éxito, fue encargado de realizar otros tantos en la Cartuja. Este proyecto abarcó 56 lienzos en dos series: 27 obras referidas a pasajes de la vida de San Bruno de Colonia, desde su conversión hasta su muerte y otros 27 con escenas de la vida o sucesos de venerables cartujos y martirios sufridos por los monjes. Historias ya conocidas y relatadas al pintor por el prior cartujo del Paular, Juan de Baeza.

El pintor de origen italiano ya tenía un obrador muy acreditado en España y la marca 'Carducho' era de las más importantes y conocidas de su tiempo. Los numerosos encargos que firmó hicieron que en su obrador trabajase numeroso personal y pintores acreditados que le ayudaron a finalizar la gran producción que ha llegado al siglo XXI, con algunas bajas durante la Guerra Civil, cuando se quemaron algunas de sus obras.

Las primeras noticias que se hallan sobre la ubicación de los cuadros de Carducho en la Cartuja aparecen en un inventario de principios del XIX de Fernando Marín que las ubica en el claustro primero, junto con obras de Sánchez Cotán. Posteriormente, con la desamortización de Mendizábal en 1820, los cuadros sufrieron una serie de traslados, ubicándose en el Museo Provincial de Granada. Tras la marcha atrás en la desamortización y después de unos años, las obras volvieron a trasladarse al claustrillo en el año 1849 y se volvieron a situar en el lugar de origen. La primera noticia de una intervención restauradora sobre los cuadros es de 1866. Seguramente a causa de los traslados las pinturas se encontraban en muy mal estado. En 1963 se acometió la restauración de la Cartuja en la que las arquerías del claustro quedaron abiertas y se retiraron los lienzos para colocarlos en las salas capitulares de monjes y legos, donde han permanecido hasta ahora. Y después de un lapsus de un año, en el que han permanecido en Madrid para su restauración -impulsada por Instituto de Patrimonio Histórico Español, los cuadros están de nuevo en Granada con colores renovados gracias al proyecto de Antonio Sánchez-Barriga llevado a cabo por la empresa Tekne.

El equipo multidisciplinar contó con seis restauradores, una historiadora, un químico, un fotógrafo y unos técnicos radiográficos, además de otras las colaboraciones necesarias que fueron surgiendo a lo largo de la intervención.

Las obras se encontraban divididas en dos salas, la de legos y la de monjes. En la primera se encontraban los lienzos San Bruno renunciando al Arzobispado de Regia Calabria; La fuente milagrosa de la tumba de San Bruno; San Bruno con sus compañeros ante el Papa Urbano II; A San Hugo de Lincoln se le aparece un coro de ángeles. En la sala capitular figuran La Virgen María se aparece a Pedro Faverio poco antes de su muerte; La Virgen María se aparece a Juan Fort; Martirio de los Padres John Rochester y James Walworth; Martirio de cuatro monjes de la Cartuja de Roermond; La humildad y el menosprecio de los bienes terrenales en la Orden Cartuja; Martirio de los cartujos de Roermond; La persecución de los Cartujos de Praga; Martirio del padre Andrés.

El estado de conservación de las obras mostraba los procesos de deterioro debidos a intervenciones anteriores, el paso del tiempo y a los avatares sufridos por la historia material de los mismos. La tela estaba debilitada, especialmente en los bordes, por los sucesivos claveteados que impedían la correcta tensión del lienzo. Con una capa pictórica muy craquelada con múltiples pequeñas pérdidas por toda la superficie, el aspecto blanquecino y mate de los lienzos hacía pensar en una falta de barniz, pero se han encontrado diversas capas de aplicación final que iban desde aceite de linaza a barnices de resinas naturales. La superficie estaba muy ennegrecida con gran acumulación de polvo y restos orgánicos.

El objetivo de la intervención se centró en detener el deterioro, consolidar la pintura que estaba muy debilitada y recuperar el valor artístico mediante una restauración ajustada a unos criterios generales de mínima intervención y principio de diferenciación entre original y restaurado. Los trabajos han abarcado una serie de estudios previos fundamentales para llevar a cabo con garantía una intervención restauradora sobre las obras: un estudio histórico, un estudio radiográfico, un estudio físico químico de la estructura, materiales y técnicas de ejecución así como una exhaustiva documentación gráfica y fotográfica que describe tanto el estado inicial de las pinturas como el proceso llevado a cabo paso a paso.

Los trabajos comenzaron con el desmontaje de los lienzos. En el caso de la sala capitular, estaban sobrepuestos sobre unas molduras, indicio de que no era el lugar de origen. Todas las obras han tenido un tratamiento muy similar, adaptándose a cada caso en particular, que en líneas generales ha consistido en el desmontaje del marco, la consolidación de la superficie pictórica al soporte así como la eliminación de deformaciones.

Una vez fijada la policromía se procedió al tratamiento del soporte, colocando bandas perimetrales a todos los lienzos colocando parches en aquellos lugares que presentaban roturas de fibras.

Los bastidores se sustituyeron por unos nuevos con una consistencia adecuada al tamaño de los lienzos, lo que en términos de restauración se denomina entelado flotante, que sirve para dar mayor resistencia y protección a la tela original sin necesidad de adherir esta al nuevo soporte añadido, con lo que se consigue un mayor respeto a la originalidad de la obra.

Una vez situadas las obras sobre los nuevos bastidores y con una tensión correcta que los conservará en óptimas condiciones, se procedió al tratamiento de la superficie pictórica, con una limpieza en la que fueron eliminados los repintes que entorpecían y desvirtuaban la correcta visión del original. También se eliminó el aspecto blanquecino para recuperar el colorido de las composiciones.

Una vez despojados de añadidos y capas de suciedad se procedió a rellenar las lagunas de capa pictórica y preparación que existían, las cuales eran muy numerosas y se encontraban dispersas por toda la superficie. Se utilizó para ello estuco tradicional y se limitó a la laguna, enrasándolas con la superficie pictórica.

Posteriormente, las lagunas fueron reintegradas con técnica reversible para lograr la unidad de cada obra y mejorar su visión. Las zonas erosionadas fueron atenuadas mediante una reintegración a base de puntos. Finalmente se les aplicó una capa de barniz que igualase la superficie y unificara el acabado de cada uno de los lienzos. La intervención ha logrado la recuperación de este conjunto que forma parte de la historia de la Cartuja y de la ciudad, y de paso, hacer que el inabarcable patrimonio de la ciudad sea todavía más infinito...

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