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Caótica colmena

La carrera del director Brillante Mendoza -siete películas en tres años- va a un ritmo tan endiablado como este Tirador, otro de los imprescindibles de la sección oficial. Habrá quien se ofrezca a comprarle un trípode a Mendoza, pero lo mejor es sumergirse con su cámara nerviosa en una caótica colmena sin reina ni obreras, ni nadie que cumpla más función que la de sobrevivir.

No hay solidaridad ni dentro de la familia. Te juegas el dinero del entierro de tu padre o te fumas una pipa de shabú con tu bebé en brazos. Para no juzgar se sitúa en la misma balanza moral a los raterillos que subsisten en la colmena urbana con los políticos que acuden a ella para comprar sus votos. Comienza como una ametralladora, mientras la cámara se mueve por los intrincados pasillos de un inmundo barrio de Manila siguiendo una redada policial. Pero lo que sigue es también un no parar.

Evitando la identificación con un protagonista, la atención cambia de foco. No es un documental, hay actores profesionales y ficción, pero un documental no es tan realista. Se rueda clandestinamente en el tiempo real de la trama, entre la Semana Santa y el final de una campaña electoral. No hay conclusiones, no hay salida ni futuro, todo es puro presente.

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