Javier Hernández Andrés. Profesor de Óptica y mago

"Una buena clase produce el mismo asombro que un buen truco de magia"

  • El ilusionista compagina la ciencia y las clases con los escenarios Reconoce que el espectador acude a un espectáculo de magia para que "honestamente" le engañen

Javier Hernández Andrés es profesor de Óptica en la Universidad de Granada. También es mago aficionado. Recientemente impartió en la Facultad de Ciencias la conferencia Optics and Magic. ¿Su receta? Ahondar en el fundamento científico de la magia, exponer los principios, esencialmente ópticos, con los que la historia de la magia ha dejado admirada a su audiencia: espejos para crear fantasmas, juegos de luz para conseguir invisibilidad, el uso de la fluorescencia para producir trucos... Son recursos que Hernández reveló y que, aun científicamente, abrieron un nuevo misterio: el de las posibilidades infinitas de la ciencia.

-¿Cuándo comenzó su afición por la magia? En la conferencia menciona la influencia de su tío, el conocido mago Miguel Aparicio: ¿cuál ha sido su aportación?

-Empecé tarde, alrededor de 2008. Comenzó por una casualidad: mi tío, Miguel Aparicio, maestro de magos y teórico, tenía una especie de biblioteca en torno a la que nos reuníamos en familia. Yo por entonces nunca había tenido una conversación con él para iniciarme en la magia. Sin embargo, una de las veces que le visité abrí una caja que contenía lo que él llamaba sus tesoros mágicos, que fundamentalmente eran libros. Entonces no me atreví a pedirle que me prestara alguno. Con el tiempo encontré uno de ellos en una exposición del Parque de las Ciencias,era un libro sobre Mágica y física recreativa, de Robert-Houdin. Al verme contemplándolo, un familiar me lo regaló. En él encontré muchas cosas relacionadas con mi profesión como profesor de Óptica, lo cual me llamó la atención. Dos años después me inicié en clases de magia en la escuela de teatro de MagoMigue.

-¿Cree que el público asistió a Optics and Magic más motivado por la óptica o por la magia?

-Siempre que incluyes la palabra "magia" en el título de una conferencia, la gente acude. La magia está de moda y, evidentemente, atrae. Imagino que ésta fue la principal causa, aunque también debió ser la profunda relación que existe entre magia y ciencia, que siempre despierta interés. Si analizas el tipo de asistente a las dos charlas, es fácil encontrar algunos magos aficionados y profesionales, pero sobre todo alumnos de ciencias.

-¿Debe ser el mago un experto en percepción? ¿Qué papel ocupa la óptica en la magia?

-Creo que el trabajo del mago se basa, esencialmente, en un veinticinco por ciento de magia y un setenta y cinco de teatro. Debes ser un buen actor y dominar las artes escénicas. Además, debes saber muchísimo sobre psicología, lo cual también implica percepción visual. Por otra parte, la óptica ha sido muy importante para los magos durante siglos: todos ellos usaban espejos, lentes, fenómenos como la invisibilidad, la fluorescencia... recursos que se utilizaron y se seguirán utilizando.

-De los fenómenos ópticos usados en magia, ¿cuál le resulta más fascinante?

-En general, la obra de Robert-Houdin es muy llamativa. Cuando te acercas a su biografía encuentras que con un simple vidrio era capaz de generar espectros en el escenario que se desvanecían o eran cortados. Resulta fascinante porque, además, él no era físico, pero tenía amplios conocimientos en ciencia. Esto ha sido una constante en la historia de los grandes magos: todos ellos formaban parte de esa minoría que tenía acceso a los avances científicos de la época. De hecho, se aprovechaban de descubrimientos que, en muchas ocasiones, ni los propios científicos sabían explicar.

-¿Se corre el riesgo de restarle magia a la magia si desvelamos su secreto?

-Sí, desde luego. De hecho, en la charla procuré no romper el Juramento de los Magos. Si lo hice fue solamente con el juego de los espectros de Robert-Houdin, que lleva dos siglos publicado y ya está en desuso. Revelar el secreto de la magia es eliminar la ilusión del público: uno acude a un espectáculo de magia a que honestamente le engañen, y de hecho paga por ello. Que a la gente le eliminen la capacidad de ilusionarse nunca puede ser bueno. La magia es el arte de lo imposible: si la explicas no tiene ningún mérito. Mi intención no ha sido la de desvelar trucos, sino hablar de magia y ponerla en su sitio como un arte igual a la fotografía, la pintura o el cine.

-Ejercer la docencia y la magia parecen profesiones antagonistas. ¿Se decanta por extender el misterio o la explicación racional?

-Creo que ambas son complementarias. La magia produce asombro e ilusión: sin embargo, también una charla o una conferencia pueden producir ese mismo tipo de asombro. Hay algo que me sorprende de la magia y el arte en general, y es que todo artista, al salir al escenario, recibe un aplauso aún cuando se desconoce la calidad que tendrá su actuación. Con un profesor es difícil que esto ocurra con antelación. Normalmente si realizas una buena clase y produces sensaciones de asombro, o sabes conectar con el estudiante y, sobre todo, le haces pensar, es posible que al final te aplaudan. De manera que me decanto por la combinación de ambas.

-¿Cree que el ilusionismo es atemporal o que el espectador se hace cada vez más experto y necesita de trucos más sofisticados?

-Es curioso porque, cuando uno contempla el cuadro de El Bosco El prestidigitador y el ratero comprueba que ya por entonces se utilizaban elementos que han perdurado en la magia actual, como los cubiletes, las bolas, los anillos o el truco del carterista. Es muy grato comprobar que hoy día, quinientos años después, se siguen utilizando recursos clásicos así. Obviamente la magia tiene que adaptarse a los tiempos, y si es capaz de utilizar los avances y descubrimientos científicos como una forma de mejorar la capacidad de admiración de público, mejor que mejor. Hay muchas ramas de la magia, como el mentalismo, la levitación, la magia de cerca... que van sirviéndose, poco a poco, de ese conocimiento científico. Y también sucede al revés: hay una rama de la ciencia denominada neuromagia que se acerca al conocimiento de los magos sobre el sistema visual humano para mejorar el entendimiento del cerebro. Resulta muy grato que la ciencia sepa preocuparse de la magia y sacarle provecho.

-¿Hacia dónde cree que se dirige el futuro de la magia?

-No lo sé. Creo que cada vez es más universal y tiene más reputación: antes estaba reservada a la calles y era tratada como un espectáculo menor. Ahora empiezan a programarse sesiones exclusivas de magia en los teatros, están proliferando los festivales internacionales -el de Granada, por ejemplo, tiene ya doce años- , y junto a la facilidad de acceso a Internet y los libros... Estoy seguro de que podremos seguir asombrados durante mucho tiempo.

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