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Diálogos a quemarropa en 'Después de Auschwitz'

  • Juan Carlos Friebe, hijo de un nazi, y Omar Jerez, de madre judía, se encuentran en el Palacio de los Olvidados

Ambos son hijos de su tiempo pero, además, el padre del escritor Juan Carlos Friebe fue un nazi convencido, mientras que la madre del artista Omar Jerez es judía sefardí. Sus ascendentes han marcado su presente y su carrera artística. Los versos de Juan Carlos Friebe (Poemas a quemarropa) incluyen elementos del horror de la Segunda Guerra Mundial; mientras que algunas de las performances de Omar Jerez (Estados UnDios o sus paseos con kipá por las calles) tienen el trasfondo judío como eje principal. Ambos se encuentran mañana en el Palacio de los Olvidados en Después de Austchwiz, un diálogo entre dos artistas granadinos que han rebuscado en sus respectivas historias familiares con la curiosidad de un niño que hurga en la mesita de noche de sus padres.

Juan Carlos Friebe fue un joven apasionado por la II Guerra Mundial, que miraba con asombro las condecoraciones de su tío, que sirvió en un submarino U-Boot. Jugaba con los soldaditos de plástico en su colchón y coleccionaba los fascículos de la II Guerra Mundial, pero se 'olvidaba' de ir al kiosco cuando los coleccionables mostraban imágenes del Holocausto. "Era una parte de la historia de mi familia que no tenía ningún interés en conocer, pero fui al campo de concentración de Terezín, en la República Checa, donde los niños, gracias a unos profesores maravillosos, hacían dibujos y escribían poesía, el testimonio de que incluso en mitad del horror había un espacio para el arte", comenta el escritor.

En el caso de Omar Jerez, su familia no vivió directamente el horror nazi, pero le llegaron ecos de los disparos en la nuca a través de amigos de su madre. "No hace falta vivir esto en primera persona cuando es algo que le ha ocurrido a tu pueblo", comenta el artista. Pero, 75 años después, ¿sigue habiendo antisemitismo y odio a los judíos? "Es el pueblo más odiado del mundo", responde Jerez. "El pueblo judío es perseguido porque siempre duda, es la base de la Torá", afirma. "El ejemplo es que el 27% de los premios Nobel son judíos, teniendo en cuenta que sólo significamos el 0,25 de la población mundial, es una muestra de que es un pueblo que duda hasta de su propio Dios. Aunque no existiera Israel como estado seguiría habiendo antisemitismo", subraya.

En la actualidad, y a grandes trazos, la derecha apoya al estado de Israel y la izquierda se pone el pañuelo palestino alrededor del cuello. Omar Jerez pone también sobre el tapete a la ultraderecha, la ultraizquierda y el fundamentalismo islámico, "que están íntimamente unidos". "De hecho, en Noruega, Dinamarca, Holanda o Hungría la ultraderecha está viviendo un auge espectacular".

Friebe, por su parte, entiende las razones de su padre para vestir el uniforme de la Wechmart. Nació en 1928, creció con los nazis y no tenía duda de quién eran los enemigos, "eran todos los demás". "En mi familia, nadie dijo en ningún momento conocer lo que pasaba en los campos de concentración, para ellos los que iban allí eran vagos, delincuentes o personas que no querían trabajar. Lo que me resulta sorprendente es el negacionismo general en una población que, de alguna manera, aceptó que se produjera el Holocausto", comenta el poeta granadino de padre germano. En Auschwitz, en un año, se pudieron matar a más de 100.000 personas, "y para manejar esta situación hacían falta muchos soldados, muchos personajes secundarios, no sólo había personajes principales".

Por suerte, la mayoría de su familia fue a parar a la Armada, el único cuerpo que no participó en el genocidio, lo que no quiere decir que no se cometieran crímenes de guerra. En cuanto a su padre, sobrevivió a la debacle de Alemania al final del conflicto y, trabajando para la empresa AEG, viajó por Líbano, Iraq, Egipto, Turquía y Arabia Saudí, es decir, "a los países donde más posibilidades tenía un alemán de caer bien"; pero al lugar al que nunca quiso ir fue a Israel, por miedo a que le pudiera pasar algo por sus antecedentes. Al final, en los sesenta, lo enviaron a la Fábrica de Pólvora de Santa Bárbara, porque durante la guerra su misión era sabotear y poner bombas en los puentes. Y allí conoció a su madre. "En mi infancia, ser alemán significaba ser nazi, es la costumbre de asociar nacionalidades con determinadas características, ser alemán es ser un cabeza cuadrada, igual que los judíos tienen la nariz de una determinada forma, son una serie de clichés que siguen funcionando", comenta.

Omar Jerez, sin querer caer en la paranoia colectiva ni en el victimismo, cree que los judíos, más que el pueblo elegido, tal y como se enseña en la Biblia, es el pueblo perseguido. "A lo mejor hay un problema de comunicación, los judíos no saben comunicar ciertas cosas al entorno y lo desconocido crea desconfianza". "Esto genera un tipo de endogamia cultural, lo que marca la forma de comunicarte, pero con la edad no es que lo subsanes, pero sí matizas ciertas cosas, el contacto con las personas te hace limpiar ese tipo de prejuicios", afirma.

Friebe, por su parte, tuvo la "suerte" de criarse en un colegio religioso, donde le enseñaron Historia de las Religiones, lo que le sirvió para conocer la cultura hebrea o la musulmana y, de paso, convertirse en un escéptico absoluto y en un "ateo preventivo".

Omar, de padre palestino, ha vivido en Kuwait, Almería, Toledo, Granada... "Palestinos y judíos son la misma sangre, eso es incuestionable, tienen el 88,5% de coincidencia genética", dice para demostrar que ambos pueblos son como una familia, pero de las mal avenidas. "La enseñanza religiosa islámica es el aseverar, el posicionarte, mientras que el judaísmo es dudar de todo", continúa el artista, para quien no es casualidad que Bob Dylan, Leonard Cohen o Woody Allen sean judíos.

75 años después de la II Guerra Mundial, en un hipotético conflicto, Friebe siempre dice que sería declarado como prisionero. Omar Jerez, combativo,afirma que estaría en la trinchera. Y de todo lo que pasó con los nazis se queda con el arrojo de los judíos polacos que se enfrentaron a los alemanes. "Los héroes son los primeros que mueren en las guerras, los cobardes sobreviven. Yo siempre estoy en primera línea", afirma. "Yo no tengo vocación militar, hice la prestación social sustitutoria plantando árboles", concluye por su parte Friebe.

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