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Discos Krisis y Melgamusic, con la música a otra parte

  • La tienda de Moral de la Magdalena bajó para siempre su persiana hace unos días, el espacio que regenta José Díaz lo hará a finales de mes y Discos Compacto cerrará en mayo.

"Sin la música, la vida sería un error". Esta cita de F. Nietzsche cuelga de la persiana de Discos Krisis, que hace unos días cerró definitivamente sus puertas después de 32 años en la calle Moral de la Magdalena. Juan Bonilla, el dueño, ideó este espacio como un territorio underground con discos, libros, pósters y cómic, aunque a principios de los noventa se abrió a todo tipo de sonidos. Unos pocos metros más abajo, en Solarillo de Gracia, el escaparate de Melgamusic tiene dos carteles: uno que anuncia un 50% de descuento y otro de 'Se Alquila'. Por si no fuera bastante, unos metros más abajo, en Pedro Antonio de Alarcón, Discos Compacto cerrará sus puertas el próximo mes de mayo.

La crisis, el IVA y la política de las discográficas son las responsables de este cerrozajo a la música. Los sufridos propietarios de estos negocios tienen un margen de beneficio de entre el 20 y el 30%, por lo que si, por ejemplo, entra por las puertas uno de esos extraños clientes con la billetera llena y se lleva elepés por valor de 100 euros, el dueño gana 20. Y si el disco que ha comprado a 15 euros se queda en la estantería, tiene que rebajarlo con el tiempo y venderlo por menos de lo que le costó. A esto se añade que tienen que ser muy cautos a la hora de comprar novedades a las discográficas, porque tienen que pagar a tocateja y no pueden devolverlos si resulta ser un fiasco, por lo que si un grupo de éxito se estrella, las tiendas de discos van justo detrás. Por eso envidian a los quiosqueros que, si no venden un periódico, lo devuelven al día siguiente sin mayores problemas.

José Díaz, el propietario de Melgamusic, lleva 34 años recomendando música desde su mostrador; comenzó con Melody, a comienzos de los ochenta, "por puro amor a la música", aunque se confiesa poco dotado para su interpretación. Fue ebanista hasta los 19 años, pero las guitarras y las baterías eran su vicio. "Cuando puse Melody estaban todo el día metidos en la tienda los músicos de KGB, TNT... Era una época diferente, empezó el boom de lo independiente con bandas como New Order y aquí en España la primera casa independiente fue Dro, por lo que, cada tres semanas, iba a un almacén de Madrid, que tenía el material de todas las discográficas independientes de España, y te encontrabas con los primeros singles de Gabinete, Loquillo...", recuerda sobre aquellos maravillosos años. En su opinión, la mayoría de los jóvenes de ahora no escuchan los discos con el aire ceremonial con el que lo hacían hace 30 años, dándole al rewind una y otra vez y estudiándose la carátula y los créditos, cuando un walkman era casi un artefacto futurista. Y servía, de paso, para aprender inglés. "Dylan me llenaba mucho, pero cuando comencé a traducir sus letras al castellano me llenó mucho más", señala con un atisbo de nostalgia.

En Melgamusic guarda más de 2.000 vinilos, objetos de merchandising de toda clase y una foto a Benicio del Toro con una cariñosa dedicatoria. En los meses que estuvo rodando en Granada A perfect day se convirtió un asiduo y acudió hasta en ocho ocasiones para rebuscar en las estanterías. "Le encantó la tienda y compró mucha música de los setenta y de comienzos de los ochenta, mucho punk como The Clash, Sex Pistols, clásicos como Black Sabbath... ", enumera en un espacio por el que asoman portadas muy reconocibles, como las de Elvis Presley de una colección de principios de los ochenta de RCA, que reeditó toda la discografía del rey del rock. "El vinilo está subiendo y para las tiendas especializadas es el único soporte para aguantar el tirón", asegura Díaz sobre el rayo de luz de estos negocios. "En América nunca se ha dejado de editar vinilo, como en Alemania, ahora parece que en España se vuelve a este formato, pero todos estos años anteriores, todo el material que hemos vendido era de importación", continúa.

La época dorada fueron los ochenta y finales de los noventa, cuando en este país se empezó a descubrir la música que se había hecho en el resto del mundo en los sesenta y setenta. Las casas de discos era un hervidero musical donde se hablaba de todo, de arquitectura, de arte, poesía, de salir a la calle... "Era un espacio muy revolucionario, pero una rebelión pacífica", aclara Díaz.

A partir de 2005 el negocio comenzó a bajar hasta llegar a la situación actual de cierre. Pero le quedan momentos como cuando descubrió Van der Graaf Generator, la banda de Peter Hammill, o se hizo ye-ye con los Beatles a finales de los sesenta. Los Sex Pistols, Clash, Ramones o Blondie también están en su altar...

Cuando cierre seguirá escuchando a sus grupos favoritos, pero echará de menos momentos como cuando llega un cliente que pide consejo. ¿Qué quiere blues? Pues Díaz le busca del Misisipi, de Chicago, "que es más eléctrico", de la escuela de John Mayall, blues progresivo... Si de pop se trata, tira sin vacilar por las bandas inglesas, Beatles o Kinks, "la gente que ha abierto el pop para que llegaran después Oasis, Radiohead o Coldplay". En cuanto al rock, afirma que, "el bueno viene del blues", y selecciona como las que marcaron este género a Black Sabbath, Deep Purple o Iron Maiden, aunque apostilla que, la banda de rock por antonomasia, es Led Zeppelin. ¿Y no incluye a los Rolling Stones? "Es que ellos vienen del rhythm and blues", contesta el dueño de Melgamusic, que todavía tiene a la venta joyas en vinilo como el doble de Yes Tales from the topographic oceans, "la biblia del rock sinfónico"; también Led Zeppelin, Little Richard, bandas alemanas de rock progresivo de los setenta, Blak Sugar, Big Brother and the Holding Company -la banda donde comenzó Janis Joplin-, sonido canterbury como Caravan, Iron Maiden, Geordie (donde comenzó Brian Johnson, el actual cantante de AC/DC)-... Y cómo no, los Beatles.

Por su parte, Jesús María Salvador, de Discos Compacto, también ve cómo el futuro se estrecha sobre su establecimiento, que cerrará en mayo. "La cosa está muy mal, hay muchos gastos de alquiler, impuestos", dice mientas suena jazz de fondo. Trabajó en Sánchez y abrió Discos Compacto hace 20 años en Pedro Antonio Alarcón. "La gente cada vez compra menos discos y los gastos o son los mismos o van a más; nos afecta el IVA, también la política de las compañías, porque ponen unos precios fuera de mercado hoy en día, inaccesibles pera las nuevas generaciones", enumera sobre un negocio al que compara con las tiendas de juguetes. "Vendemos en Navidad y el resto del año sobrevivimos", afirma.

Así que empaqueta sin problemas superventas como Pablo Alborán o Fito y Fitipaldis. En su caso se ha especializado en el jazz y también trabaja por encargo y compra discos en Europa, en Japón, EEUU... Ahí estaba encontrando un hueco. "El vinilo renace, pero valen 25 o 30 euros, con lo que también queda fuera del alcance de los jóvenes", lamenta Salvador, que guarda cerca de 8.000 ejemplares en su almacén porque, en los buenos tiempos, reinvirtió en discos los beneficios.

Su objetivo ahora será vender este material por internet; de hecho, posee una cartera de clientes a nivel nacional, como un melómano multimillonario madrileño que es su mejor comprador y que entró un día en la tienda por casualidad. Salvador le consiguió unas rarezas que buscaba y, desde entonces, le ha salvado algún que otro mes con sus grandes pedidos musicales.

¿Quedará al final sólo las grande superficies como El Corte Inglés? Salvador se lo piensa porque hace poco estuvo en El Corte Inglés de la Puerta del Sol, "donde había hasta tres plantas dedicadas a música y ya no queda nada". "Lo de Granada con las tiendas de discos en un caso único, ni Sevilla ni Málaga tienen tiendas de discos, Barcelona ha pasado de 20 tiendas a cuatro o cinco y en Madrid ha pasado igual", concluye el propietario de Compacto, uno de los últimos de Filipinas, que aguantará el asedio hasta mayo.

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