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Sonoridades de otra época

capella de ministrers

Programa: Cristóbal de Morales, Super Lamentationes Hieremie Prophetae. Capella de Ministrers: Pilar Esteban (soprano), Myriam Arnouk (alto), Jesús Navarro, Jaime Flors y Ariel Hernández (tenores) y Giorgio Celenza (bajo). Instrumentos: Carles Magraner, Jordi Comellas, Lixania Fernández y Leonardo Luckert (violones), y Robert Cases (tiorba). Director: Carles Magraner. Lugar y fecha: Iglesia del Monasterio de San Jerónimo, 25 de junio de 2016. Aforo: Lleno

El grupo de música antigua Capella de Ministrers ofreció, dentro de los conciertos matinales del Festival, una magnífica reconstrucción del ciclo de lamentaciones sobre los textos del profeta Jeremías que Cristóbal de Morales compuso entre los años 1543 y 1550. La interpretación corrió a cargo de un sexteto vocal y un conjunto instrumental de violones y tiorba, dirigidos con gran criterio historicista por Carles Magraner.

Uno de los encantos del Festival de Granada ha sido, desde la época de Alfredo Aracil, los conciertos matinales de fin de semana. Este ciclo, tradicionalmente consagrado a la música antigua, ha visto desfilar por él a las más prestigiosas figuras de este repertorio y a grupos de la talla de The Scholars, The King's Singers, The Sixteen, The Academy of Ancient Music, y un largo etcétera. Aunque en las dos últimas ediciones pareció peligrar, debido a lo discontinuo e irregular de su programación, este año vemos por fin renacer dicho ciclo en su espíritu y coherencia inicial en un microprograma de tres conciertos para los tres sábados del Festival. La semana pasada la Capella Prolationum ofrecía una preciosa versión de las Vísperas de Nuestra Señora de Sebastián Durón, y ésta le ha tocado el turno a la Capella de Ministrers.

La Capella de Ministrers, bajo la dirección de Carles Magraner, es una formación de alta tradición y calidad interpretativa que durante treinta años se ha centrado en la recuperación e interpretación de la música antigua, prestando especial atención a la música hispana. Así, el programa que han ofrecido en el Festival de Granada recuperaba uno de los repertorios más antiguas en nuestro país: la interpretación de las Lamentaciones de Jeremías, un ciclo musical destinado a las lecciones primer nocturno de maitines del triduo sacro (Jueves, Viernes y Sábado Santo).

En su afán por recuperar repertorio español, el programa incluyó seis lecciones de estas lamentaciones compuestas en estilo polifónico por Cristóbal de Morales; entre ellas, las lecciones Aleph. Quomodo sedet sola y Heth. Cogitavit Dominus han sido recientemente recuperadas por este conjunto, a partir de una colección que Cristóbal de Morales compuso hacia 1551; su interpretación en este concierto supone un reestreno en tiempos modernos.

La calidad de la Capella de Ministrers es sorprendente, llegando a obtener detalles sublimes en su interpretación. La versión presentada recuperaba la tradición borgoñona de interpretar este repertorio con polifonía acompañada por violones, estilo que incorporó a la Corte española el Emperador Carlos V. Así, las partes vocales eran dobladas o completadas por un conjunto de cuatro violones y una tiorba de forma magistral, en su justa medida y equilibrio, ofreciendo un bello contraste sin llegar a hacer su presencia excesiva. Por otra parte, las voces timbradas y de enorme destreza técnica de la Capella de Ministrers realizaron una puesta en atriles de la partitura de gran delicadeza y calidad. El sonido surgía orgánicamente, creándose una armonía espacial al sumarse en prefecta simbiosis los armónicos de los cantantes con las notas de los violones. Los arcos textuales se definían ante el espectador con coherencia y equilibrio, pese a lo complejo de la polifonía de Morales; cada voz aparecía con la justa medida y potencia, y se iba modulando en función de las necesidades expresivas de la partitura.

En definitiva, hemos de felicitar a Carles Magraner por su magnífica dirección y los componentes de la Capella de Ministrers por la calidad y profundo conocimiento del repertorio que demostraron. Escucharles fue todo un disfrute para los sentidos, transportándonos a bellas sonoridades de otra época, muy adecuadas para el entorno físico del Monasterio de San Jerónimo.

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