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"Ser demasiado perfeccionista es lo que lleva a un artista a la autodestrucción"

  • La rockera, la gótica, la pasional, la magullada y la madre. Todas las mujeres que Mónica Naranjo lleva dentro se subirán esta noche al escenario del Palacio de Congresos para abrir por todo lo alto su 'Adagio'

Sólo una de las voces más privilegiadas de la música española podría atreverse a lo que va a hacer Mónica Naranjo en Adagio. Una orquesta sinfónica dirigida por Pepe Herrero y un coro serán los encargados de acompañar a la cantante para ofrecer una nueva dimensión de sus grandes éxitos. Esta noche Granada será testigo de la puesta de largo de esta aventura que Mónica Naranjo afronta con una "ilusión desmedida" y con los recuerdos de sus primeros años a flor de piel.

-¿Por qué nace un espectáculo como Adagio?

-Todo es como volver a los inicios, a cuando empecé en México. Después de muchos kilómetros, la gente que trabajaba conmigo y yo misma decidimos dejar de hacer giras grandes porque emocionalmente tienen otro sabor: todo está más lejos y es más distante. En cambio, los teatros se parecen al salón de una casa, un lugar donde puedes decir: hoy yo y mis amigos. Tenía muchísimas ganas de volver a sentir el repertorio en un teatro porque artísticamente es lo que más llena. Este show es más una ilusión que una imposición, a mí hace tiempo que nadie me impone las cosas. Adagio se hace por el gusto de hacerlo, lo tenía pendiente desde hace mucho y ahora era su momento.

-Entonces, funciona aquello de que la pasión se vuelve más intensa con las distancias cortas...

-Todas las canciones tienen un personaje muy vivido, con muchas experiencias. Es una persona muy magullada por la vida, incluso dramática. Precisamente, ese repertorio que te rasga las vestiduras pedía a gritos trabajar en un teatro y con una pequeña orquesta sinfónica. Así se marcan todavía más los momentos transgresores y emocionantes. En los ensayos, con los músicos, se vivieron instantes de gran emoción y hasta de lagrimeo. Dejar completamente limpia una canción como Empiezo a recordarte fue una experiencia única.

-Cuesta imaginar cómo se escuchará Desátame con una orquesta sinfónica y coros...

-El resultado es impresionante y, como compositora, te deja la satisfacción de darte cuenta de que realmente son buenas canciones porque quedan bonitas de cualquier manera. No sé qué pasará con Adagio, siempre que te adentras en un nuevo camino es una incertidumbre, pero ya ha valido la pena sólo por los meses de preparativos.

-¿Qué ha descubierto al acercarse de nuevo a sus primeros temas y darles un lavado de cara tan radical?

-Conozco muy bien el repertorio y sé cómo es y cómo funciona. A veces, en un espectáculo en vivo, no puedes incorporar todos los temas y tienes que seleccionar aquellos que crees que van a quedar bien porque tienen más relación con el guión. En Tarántula Tour el concepto era muy oscuro y gótico, así que canciones como Empiezo a recordarte no tenían cabida. En cambio, para la historia de este personaje tan vulnerable sí que entran en juego temas muy diferentes.

-Hablas de los personajes que interpreta en tercera persona pero, como Mónica Naranjo, ¿qué parte de sí misma deja que salga y qué parte s reserva?

-En el momento en que te liberas y compones, hay mucho de ti en esa obra. Para los artistas el trabajo es nuestra mejor terapia. Un artista, y sobre todo un artista que se dedique a esto, muy equilibrado no está. Te lo digo desde el lado cómico, pero también desde el verídico. Poder crear es lo que nos salva la vida. Tenemos muchísimas inquietudes y muchísima energía que se debe encauzar para que te lleve a algún sitio, a alguna salvación.

-¿De quién tiene más? ¿De la oscura y gótica de Tarántula, o de la magullada y sensible de Adagio?

-Como músico soy una persona que siempre me he nutrido muchísimo de la música general, no hay un estilo que me llene más que otro, todos han formado parte en mi vida y ha sido muy interesante estudiarlos. Por eso también he estado viviendo en ciudades distintas durante tantos años y trabajando con equipos diferentes, es la parte insaciable de aprender e intentar ser cada día mejor.

-¿Un artista es consciente de la influencia que llega a ejercer sobre desconocidos?

-Cuando me encierro a crear y trabajar intento no pensar en ese tipo de cosas; lo único que hago es dejarme llevar y a ver qué sale. Antes de artista soy un ser humano, así que lo que me conmueve a mí no es muy distinto de lo que le pueda conmover a los demás...

-¿Y no le da cierto pudor el mostrarse y darse tanto a los demás?

-No creo que haya ni pudor ni vulnerabilidad porque desde que me quito el chip de ser 'la Naranjo', entro en casa y ya no pienso ni en el trabajo, ni en el escenario ni en lo que he compartido con los demás. Me centro en mi día a día, en mi familia y en mis obligaciones como madre; no pienso más allá, sino que desconecto, que creo que es lo más sano. Antes de entrar en casa dejo al artista en la calle. Es la única manera de mantener el equilibrio.

-¿Qué espera de esta noche?

-Sólo espero que todo salga bien. Granada va a ser la primera ciudad en ver el show y estoy más pendiente de que todo salgan correctamente y de que los músicos, los coristas y yo estemos perfectos. Siempre hay miedo y una sensación que, en el fondo, es responsabilidad por dejar contenta a la gente que va a verte. Soy perfeccionista, pero lo justo, porque ser demasiado perfeccionista es lo que lleva a uno a autodestruirse. Yo disfruto mucho de lo que hago y me río muchísimo de mí misma. La risa es la mejor medicina que existe.

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