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El pan de sus hijas y el vino de sus fans

  • Ayer salió a la venta el nuevo disco de Joaquín Sabina, 'Vinagre y rosas', trece nuevas canciones en las que el cantautor vuelve a examinar territorios ya transitados con el asombro de un explorador

Ha vuelto a explorar la palma de su mano como si fuera la primera vez. Un nuevo tratado de desamor que avinagra el vino y marchita las rosas, pero un territorio abonado para las flores del mal, para las canciones que pellizcan el alma. Joaquín Sabina ha vuelto a resucitar y desde ayer tiene en el mercado trece canciones recién pintadas y maceradas en Vinagre y rosas. Para este nuevo repertorio nace un nuevo escritor, Joaquín Prado, hijo de la cópula artística entre un cantautor de Úbeda (Sabina) y un poeta madrileño (Benjamín). Los prados urbanos y las calles melancolías. Las letras están registradas en El Pan de mis Niñas, un guiño del cantante que dijo haber decidido "no dejarles ni un duro". Sólo "derechos de amor, un roto en el corazón y un mar de dudas". Bendita herencia.

¿Dónde crees que vas?

El primer single, desconcertante antes de que salieran a la luz el resto de las canciones del disco. Menos densa literariamente, es la única en que la música es anterior a la letra. La melodía es de José Miguel Conejo, el 50 por ciento de Pereza. Y el Tiramisú de limón es sólo la expresión que mejor se ajustaba. El estribillo es una referencia directa a uno de los libros de mayor éxito de Benjamín Prado, ¿Dónde crees que vas y quién te crees que eres? (1996). Cuenta con los coros de Guti y Serrat aunque el futbolista "canta mejor", confesó el de Úbeda en Buenafuente. Faldas que se acortan, tanguitas de serpiente, verbenas del pasado que gangrenan el corazón... Además, un cuidado videoclip que nada tiene que ver con otros anteriores que beben de la 'estética karaoke'.

¿Qué importa la talla de mis Calvin Klein?

Viudita de Clicquot es un nuevo autorretrato de los que pueblan su discografía, un tratado sobre la evasión, sobre la búsqueda del paraíso perdido aún a sabiendas de que El Pocero edificó allí hace años una macrourbanización. "Mi manera de comprometerme fue darme a la fuga", explica al final entroncando con temas como Cuando era más joven o Tan joven y tan viejo. Incluye también la inexcusable visita de Sabina al Viejo Testamento en el verso "abrevé en los pezones con sal de la mujer de Lot". Y un nuevo guiño a sus años de okupa en Londres, cuando descubrió que cantando por los bares se hacía más dinero que fregando platos y, de propina, alguna rubia le hacía un guiño en un despiste de su novio. Es la continuación de A mis cuarenta diez, su cumpleaños feliz de las seis décadas: "Me pasé de la raya con tal de pasar por el aro, con sesenta qué importa la talla de mis Calvin Klein".

Dejarte por darte la razón

Cristales de bohemia es un canto al desamor con Praga como telón de fondo. La ciudad en la que Sabina y Prado compusieron el núcleo duro del disco y la excusa para hacer salir al madrileño de su particular 'nube negra'. Le había dejado la novia y Sabina vivía "en un repugnante estado de felicidad doméstica", según confesó en una reciente entrevista. "Otra vez a volvernos del revés, a olvidarte otra vez en cada esquina, bailando entre las ruinas, por desamor al arte, de regalarte las plantas de los pies". Añádase a la letra el certero piano de Antonio García de Diego y el resultado se etiqueta bajo el nombre de Cristales de bohemia.

A mi boda fueron todas menos tú

Musicada al estilo de Ganas de del disco Esta boca es mía, Parte meteorológico recupera a las rubias con mechas que suben la fiebre, a las que aprendieron a besar con un maestro llamado Judas. Un nuevo ni contigo sin ti: "Por la noche es probable, que el viento sea variable, que me quieras y luego te arrepientas". Algunos casamenteros ya tiemblen con la letra del estribillo: "A,E, I, O, U, a mi boda fueron todas menos tú". Los solos de guitarra de García de Diego acompañan a Sabina en brazos de una mujer variable que puede dejarle caer en cualquier momento.

Te mereces un novio poeta

Ay! Carmela está dedicada a su segunda hija y es de las pocas canciones escritas hace años. Nació junto a Ay! Rocío de Alivio de luto. "No podía sacar dos canciones a mis hijas en el mismo disco porque iba a parecer Julio Iglesias, algo así como de niñas a mujeres", confesó el cantautor a Gabilondo. Dice que es su canción preferida y, de no conocer a la protagonista, bien podría ser la banda sonora para una 'Lolita' a la española.

Rompiendo mi promesa

El cantante que tiene las paredes de su salón repletas de tallas de vírgenes -"es que ya no quedan", se justifica- se encomienda en este corte a la Virgen de la amargura "rompiendo mi promesa de no volver a verte ni en pintura". Recupera sus habituales letanías de palabras como mazazos: "Noches perdidas, calenturas, heridas sin sutura, caídas, conjeturas, sacudidas, cerraduras, despedidas de locura y callejón...".

Móviles que insultan con los ojos

Los primeros versos de Agua pasada los recitaba en directo como preámbulo antes de cantar Nos sobran los motivos. "Todas las canciones de amor hablan del después, del desamor", explica el cantante. La canción estaba dedicada a su ex novia, la maniquí mallorquina Cristina Zubillaga, que retorna en forma de canción. Lo peor del amor es cuando termina, "cuando al punto final de los finales no le siguen dos puntos suspensivos", como dice en una estrofa el cantautor, echando vinagre en viejas heridas de guerra.

Vinagre y rosas a la hora de cenar

"¿Por que me sigo jugando la vida a pares o nones con fulanita de tal?". Vinagre y rosas, la canción que da título al disco, embarca a Sabina en un circo con elefantes ciegos o con lanzadores de cuchillos que trabajan de afiladores para llevarse algo al bolsillo. De nuevo, el cantante, aprendiendo a destiempo, pisando charcos con nombre de mujer.

Ya no juego en tu tablero

Una nueva Princesa para su repertorio. Ahora, una Embustera es la protagonista. Ambas canciones retratan al cantautor en el momento en el que desafloja la venda de los ojos: "Por eso sé que perderte no era quedarse sin nada", canta.

Se llamaba Osadía

Acompañamiento jazzístico en la línea de La canción de las noches perdidas. Otra pérfida protagonista femenina con "ojos de gata" como la de Y nos dieron las diez. Pero los de esta felina son de "gata callejera" que "no se va con cualquiera". Aquí, Sabina cambia de 'poeta lírico' y firma el tema junto al granadino Luis García Montero.

Le aplaudían los camareros

Menos dos alas es una rumbita sorprendente en memoria de Ángel González. Entronca directamente con 19 días y 500 noches aunque en esta ocasión, quien apura los güisquis en los que flotan "la luna de las golfas y los crupieres" es el fallecido escritor asturiano.

Crisis en la cama

No podía faltar el rockanrolito sabinero que comienza como si de AC/DC se tratase. "Y la gorda soñando que le aborda el crucero un fiero somalí" o "putas de rebajas, reyes sin baraja" recuperan al Sabina 'soez' que hace enrojecer a las madres de sus seguidores. Aunque en el fondo sonríen con sus ocurrencias, como con las de ese primo golfo del pueblo.

Me busqué, te perdí

Aires inquietantes de frontera, otro epílogo del jienense en el Blues del alambique que se aprovecha de su voz aguardentosa. Se pone otra vez el pañuelo canalla para encarnar al cínico redomado, al malo de la película, el outsider: "Conspiré contra el sol, enviudé de farol, cómo pasan los años".

La libertad cierra el pico

Canción de última hora con la reciente muerte de Violeta Parra. Sabina versiona La carta de la cantante chilena. "Desde que se fue Violeta, enlutando la poesía, se ensañan con los poetas, las faltas de ortografía", dice como epitafio de la poeta y como epílogo del disco.

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