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Stravinsky en la noche

  • La Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar abre el certamen con son latino y 'La consagración de la primavera'

Arrancó el festival. Y lo hizo con el estruendo del resultado del partido de fútbol ayer entre Chile y España. Pero para estruendo, el magnífico estreno del certamen a cargo de la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar bajo la dirección de su titular, Gustavo Dudamel, una formación desconocida en Granada que, sin embargo, deparó una enorme sorpresa. Y no era para menos: el gran plato fuerte de la noche fue La consagración de la primavera, de Igor Stravinsky, una obra que, casi cien años después de su estreno, en una calurosa noche de París de 1913, sigue conmoviendo, agitando al público y haciendo que se remueva en sus asientos.

Antes de la ejecución de esa partitura, una de las primeras en las que se empleó la polirritmia, la Simón Bolívar trajo al público granadino muchos de los aires latinoamericanos más frescos, entrañables y pegadizos, que fueron aplaudidos con entusiasmo por el público, entre el que se pudo ver incluso varias banderitas de Venezuela.

Abrió la noche una pieza que no era conocida en el Festival Internacional de Música y Danza de Granada, la Margueriteña (Variaciones sinfónicas) del compositor venezolano Inocente Carreño. La obra está inspirada en la isla natal del autor, Margarita, y bebe de las fuentes folclóricas de la tierra. Carreño quiso honrar a su isla y para ello se inspiró en las melodías que había escuchado en su infancia. La obra es una explosión de vida y de color, de tremendos paisajes sonoros que sorprendieron al público presente en el Palacio de Carlos V. Fue la tarjeta de presentación de la Simón Bolívar en Granada.

La primera parte se completó con las danzas del ballet Estancias, del argentino Alberto Ginastera, una obra que pretende ser un tributo a la pampa argentina, su modo de vida y sus sonidos. 'Estancia' es la palabra argentina con la que se denomina a una hacienda en el campo. La obra gira en torno a los rituales de la cosecha, a la tierra labrada y trabajada por los hombres. Las piezas seleccionadas de esta obra fueron Los trabajadores agrícolas, Danza del trigo, Los peones de hacienda y Danza final. Ginastera es tal vez uno de los compositores latinoamericanos más memorables del siglo XX. Su versatilidad a la hora de escribir, su dominio de diferentes géneros musicales que van del tango al puro sinfonismo son una de sus señas de identidad. La orquesta supo expresar toda la vida y la alegría que contiene la partitura.

Tras el descanso, le llegó el turno a La consagración de la primavera, una de las obras capitales del siglo XX. El uso rítmico que hizo Stravinsky de la obra, los continuos obstinatos, las oleadas salvajes de los diferentes grupos orquestales mantienen la partitura absolutamente viva, absolutamente contemporánea y absolutamente placentera. La orquesta supo defender la obra y darle un tremendo pulso bajo una dirección impecable.

Cuando se estrenó en 1913, la obra despertó un gran escándalo en París. Por un lado, se alzaron los detractores, en su mayoría ricos burgueses que no querían escuchar nada nuevo. Por el otro, los jóvenes rebeldes que disfrutaban de aquello que hacía rabiar a los burgueses. Anoche, sin embargo, el público fue unánime. La orquesta Simón Bolívar supo sorprender en Granada, agradar al público y dejar un poso de buena música, mucho entusiasmo y un gran concierto. No pudieron decir lo mismolos oyentes de Radio Nacional, que se quedaron sin la retransmisión en directo del concierto por el alto caché de Dudamel.

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