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El extraño caso Miñarro

  • Después de recoger la Palma de Oro en Cannes, el productor catalán debuta en la dirección con 'Familystrip' y 'Blow Horn'

Rara avis en el panorama del último cine español, Luis Miñarro (Barcelona, 1949) se ha labrado un merecido prestigio internacional con su apuesta por un cine que nada a contracorriente de las inercias de nuestra producción industrial, para establecer una insólita filiación con algunas de las tendencias y estéticas más interesantes que se cuecen hoy en el orbe festivalero.

El pasado mayo Miñarro se convertía en el primer productor español en recoger una Palma de Oro en Cannes gracias a la participación de su productora, Eddie Saeta, en la cinta del tailandés Apichatpong Weerasethakul Uncle Bonmee who can recall his past lives, cuyo estreno está previsto para el 3 de diciembre. En Cannes también se presentaba otra cinta auspiciada por Miñarro, la deliciosa y esencial O estranho caso de Angélica, su segunda participación en un filme del centenario Manoel de Oliveira tras la no menos excepcional Singularidades de una chica rubia.

Miñarro confirmaba así su compromiso con un cine de altas exigencias estéticas que se mueve en los márgenes, un cine de autor que, gracias al empuje de los festivales y a la nueva comunidad cinéfila, ha encontrado sus circuitos de visibilidad y apreciación crítica lejos de la taquilla. Directores como Guerin (En la ciudad de Sylvia), Recha (Las manos vacías), Serra (El cant dels ocells), Wallovits (La silla), Alonso (Liverpool), De Orbe (Aita) o Villamediana (La vida sublime) han encontrado en Miñarro a ese productor sensible, cercano y cómplice con propuestas personales.

Ahora descubrimos también que detrás del Miñarro productor se agazapaba un cineasta con voz propia, con un par de películas, Familystrip y Blow Horn, estrenadas casi consecutivamente. La primera de ellas, recién editada en DVD, sorprende por la modestia y aparente sencillez de sus formas, cercanas al diario documental: se trata de un retrato familiar íntimo, rodado con un pequeño equipo digital en blanco y negro, en el que Miñarro filma a sus padres ya octogenarios durante varias sesiones en las que un pintor amigo realiza un retrato al óleo. Este doble retrato conjuga la memoria personal y familiar con la memoria de España del siglo XX, y en él afloran temas como la inmigración, la adaptación en la Cataluña de los años 30, la educación sentimental y sexual de aquella generación...

El retrato que ofrece Miñarro de sus padres como regalo de cumpleaños trasciende el tono íntimo y privado para encontrar ecos y resonancias universales fuera de la habitación en la que se desarrolla y hablarnos de un tiempo, un país y una clase social a partir de los testimonios; pero también a partir de las canciones de la infancia y la juventud o los gestos espontáneos que delatan un orden familiar.

Filme sobre el tiempo, la memoria y la ausencia, ejercicio de descubrimiento y autoconocimiento íntimo, Familystrip se cierra con un inesperado epílogo. No se trata ya sólo de recordar a los padres. Un último e inesperado cartel nos anuncia que aquel joven pintor, que realizaba el retrato, un tipo paciente, simpático y conversador al que vimos trabajar y charlar con sus modelos, decidió quitarse la vida poco tiempo después de terminar su cuadro. Del filme emerge así un último, nuevo e inesperado retrato póstumo.

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