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Muere De Ory, el último iconoclasta y rebelde de la poesía

  • El poeta gaditano falleció ayer en Francia, a donde se exilió por "asfixia política y social"

"La poesía es un vómito de piedras preciosas", "La risa es el sexo del alma" o "El viento es Dios que pasa bailando". Estos son algunos de los "aerolitos", aforismos o palabras mágicas, que caracterizaron la gran obra del poeta gaditano Carlos Edmundo de Ory, fallecido ayer a los 87 años en Francia.

Y es que Carlos Edmundo de Ory, uno de los autores más iconoclastas e importantes de la segunda mitad del siglo XX, vivía en la localidad francesa de Thezy-Glimont, desde los años 50, cuando se exilió por "asfixia política y social". Una circunstancia que fue la causa por la que este poeta, a pesar de la importancia de su obra, fuera un gran desconocido para la mayoría de los españoles.

Fue Félix Grande en los años 70, cuando publicó una antología de Ory, quien puso la lupa en este poeta moderno y transgresor, al que siempre le ha caracterizado la vitalidad, el humor y el amor al ser humano.

Después, la publicación de una antología suya editada por Galaxia Gutenmberg-Círculo de Lectores, Música de Lobo (1941-2001) aparecida en 2003 y El enterrador de vivos, en 2006, con prólogo de Francisco Nieva y un CD en el que Luis Eduardo Aute y Fernando Polavieja musicaban 14 de sus poemas, ponían al alcance de los lectores su obra, siempre empeñada en renovar la gris y dura poesía de posguerra española.

Además, también formó parte de antología poética seleccionada por José Ángel Valente, Las ínsulas extrañas (1950-200), que reunía la mejor poesía de las dos orillas, y publicada en 2002. Un reconocimiento de los miles de "oryanos" y que su ciudad de nacimiento, también quiso hacer con la publicación de su Diario en tres tomos. Sesenta años de vida que quedaron abrochados en estos bellos volúmenes, que recogían desde que el autor comenzó a escribir, a los 21 años.

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