La ciudad invisible

CÉSAR REQUESÉNS

Reynaldo I el Sabio

TIENE el cargo de director de la Alhambra algo (mucho) de virrey en Granada que mira la ciudad desde la altura. No es algo nuevo. Viene de la época de los Reyes Católicos y sus alcaides (los Tendilla, los Campotéjar lo fueron) que administraron los reales sitios (la Alhambra era de la Corona y luego del Estado) en Granada. El pasado condiciona, claro.Con estos antecedentes, y por mucha democracia autonómica que vivamos, hay cosas que siguen pareciéndose más a su pasado nobiliario que a este presente que algunos desean asambleario.

Y los enfrentamientos también vienen de antiguo. A Leopoldo Torres Balbás lo nombraban en Madrid, y en la ciudad casi se lo devoran por un templete o una reforma polémica. Pero duró, y mucho. Como 'el sultán' o la 'sultana' que preceden a Reynaldo, con méritos sobrados para ganarse sus motes en los mentideros granadinos. Sus cargos de 18 y 11 años nada menos marcaron época, para bien o para mal.

A marcar una nueva llega Reynaldo. Y ha entrado con buen pie, retirando en su primer día la polémica absurdo-comercial del Atrio. Él sabe que el cordón umbilical de la Alhambra con Granada debe restaurarse. Son madre e hija en conflicto y necesitan diálogo para alcanzar la armonía. Nada mejor que un medievalista, musicólogo y antiguo concejal del tripartito que escucha para fomentarlo; con más sensibilidad que ambición personal y sin el perfil arribista de otros.

Reynaldo Fernández Manzano, el nuevo y flamante, aclamado virrey de la Alhambra, bien puede ganarse el apelativo que ahora le regalo. Tiene perfil de hombre sabio. Se conoce el monumento como nadie y es el indicado para reconducir este negociazo redondo hacia la cultura real, menos de espectáculo pero con más calado, en los visitantes, los ciudadanos y la vida cultural española.

Estamos todos de enhorabuena. Tenemos a un director sereno allá arriba que además apuesta por el diálogo. Esperemos que los de abajo, que se están acostumbrando mal que bien a estos nuevos tiempos dialogantes, sepan estar a la altura de los tiempos que se abren para Granada.

Desde lo alto de la colina, las cosas se ven distintas. Hagan la prueba. Se respira un aire palaciego y más diáfano, más espiritual y elevado que abajo. Esperemos que la nueva gestión respire esos dones. Y los envíe por la cuesta de Gomérez, como el agua cantarina, colina abajo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios