Monticello
Víctor J. Vázquez
Más allá de la corrupción
LA opción de albergar unos Juegos Olímpicos en la ciudad de Granada ha sido uno de esos "cuentos chinos" que periódicamente nos iban vendiendo algunos dirigentes políticos, de esos que luego se iban para la capital del reino y si te vi no me acuerdo. Recuerden ustedes que este año, este insufrible año de 2015, en febrero, nuestra ciudad y Sierra Nevada fueron sede de lo más parecido a unos juegos; a saber, la Universiada de Invierno. Ese es nuestro tope máximo porque lo nuestro es esperar trenes, aviones, aves, puertos, carreteras, tranvías, metros y olimpiadas.
Los que no han esperado mucho han sido los dirigentes chinos, ni los responsables del COI para otorgarles unos juegos de invierno a Pekín. Si me lo cuentan hace veinte años, los mismos que han pasado desde que se suspendió por falta de nieve el campeonato Mundial de Esquí, Sierra Nevada 1995, hubiera dicho que eso era un cuento chino. En Pekín nieva muy poquito, las montañas más próximas están como si dijéramos lo mismo que de Granada a Madrid y lo más probable es que la contaminación sea brutal, pero nada de ello es importante. Lo esencial es que por allá no hay grupos preocupados por el medio ambiente o si los hay se les calla eficazmente; lo importante es el poderío económico chino que puede pagarlo todo, incluida la deuda europea y norteamericana; lo fundamental es crear afición a los deportes de invierno entre los mil millones de chinos y que luego vengan a la vieja Europa a esquiar o mejor que las empresas europeas les asesoren para construir sus estaciones de esquí. Un siglo después se repite la historia de los primeros juegos de invierno que se diseñaron para promocionar las estaciones europeas de los Alpes franceses y suizos, allá por los años 1920.
Yo me imagino que si a un millón de chinos les dicen que hay una estación de esquí en Europa donde se puede esquiar y en una horita estar en la playa, a lo mismo se animan y vienen en avalancha, disculpen el símil montañero. A ellos no les sonará a "cuento chino", imagino. Pero si les dicen que en esa ciudad llevan como seis años esperando un tranvía, como doce una mejora de la estación de tren y que han tardado veinticinco años en hacerles setenta kilómetros de autovía para ir a la playa, entonces seguro que se creen que eso sí que es un cuento chino. Vale.
También te puede interesar
Monticello
Víctor J. Vázquez
Más allá de la corrupción
La ciudad y los días
Carlos Colón
Nacimientos y ayatolás laicistas
Crónica personal
Pilar Cernuda
La pregunta que más se escucha
Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Convivir con la corrupción
Lo último