Cajón de sastre

Francisco González / García

La tolerancia de los intolerantes

25 de agosto 2015 - 01:00

HUBO un tiempo en que agosto se llenaba de bolos futbolísticos donde no era extraño que el equipo invitado, brasileño, argentino o uruguayo, se hartaba de pegar patadas y hasta abandonaba la cancha de juego por discordancia con el árbitro al que acusaban de vendido al equipo local. Era un tiempo en que agosto transcurría entre la memoria a la muerte de Marilyn, la rubia de Hollywood, y el recuerdo a la cogida y muerte de Manolete, el ídolo del toreo. Era el tiempo en que había que rellenar jornadas hasta que llegara la liga y todo eran torneos veraniegos; no había ni liga en domingos de agosto, ni previa de la previa de la previa de la Champions, ni supercopas de copas de otras copas. Cada cual se organizaba su torneo, con más o menos prestigio y todos contentos hasta septiembre.

Por entonces, eso es verdad, no se podían dar los bonitos ejemplos de confraternidad entre aficiones que hemos visto este agosto. Me ha resultado enternecedor ver a cientos de aficionados de un equipo celebrar un título en el campo del rival. Y los comentarios de la televisión casi me hacen llorar: "Gran ejemplo de camaradería futbolera", "que bonito para los niños y niñas", "cuán grandes aficiones tenemos", "un magnífico ejemplo de tolerancia". Por un momento llegué a pensar que los comentarios iban con cierta retranca puesto que las aficiones que tan hermanadas celebraban victoria y derrota eran las mismas que pocas semanas antes habían pitado el himno nacional. El mismo himno que encabeza el nombre de la Liga, de la Copa y de la Supercopa que disputan y que con tantas ganas desean conquistar para exhibir músculo deportivo y luego representar a nuestro "opresor Estado" en el mundo mundial.

Les voy a preguntar si imaginan que esa maravillosa tolerancia de parte de la afición de un club que es más que un club, según algunos dicen, se repetiría en el caso de que el rival fuera otro equipo; por ejemplo cualquiera que lleve el término "Real" en su denominación. Y no sean mal pensados, está la Real Sociedad, el Real Zaragoza, el Real Betis o incluso el Real Club Deportivo Español de Barcelona. Vean ustedes cuantas posibilidades de tolerancia existen incluso en un juego como el fútbol. Todavía recuerdo aquel aficionado, uno, que fue invitado a abandonar ese mismo campo por vestir una camiseta de otro Real. Parece que para algunos, y no solo en el fútbol, la tolerancia y la solidaridad tiene colores. Vale.

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